Durante diez años organizaciones agrícolas, corporaciones y productores de Estados Unidos han estado interactuando con contrapartes cubanas para impulsar la cooperación entre ambos países en el comercio y la producción de alimentos.
Las conferencias de la Coalición Agrícola Estados Unidos-Cuba, cuya quinta edición sesionó en mayo pasado, son de los pocos remanentes de la era Obama, cuando entre Washington y La Habana había una voluntad expresa de hacer avanzar las relaciones bilaterales.
En la actualidad el estado de los nexos entre los dos países “es terrible”, en opinión del empresario Paul Johnson, activo defensor de un cambio de política hacia la isla entre las comunidades empresariales y políticas desde su rol de presidente de la Coalición Agrícola EE. UU.-Cuba.
Días después de la reciente sesión de estos intercambios en La Habana, Johnson, quien realizó estudios de posgrado en Cuba en la década del 90 y desde entonces ha seguido de cerca la realidad del país, conversó con OnCuba.
La Coalición Agrícola Estados Unidos-Cuba tiene diez años. Se han celebrado cinco conferencias desde 2018. ¿Cuáles han sido los hitos y los principales acuerdos en este periodo?
Firmamos un memorando de entendimiento con nuestra contraparte en Cuba, el Grupo Empresarial Agrícola, en 2016.
Fue un gran logro porque hemos podido profundizar nuestra relación con ellos y hemos desarrollado algunos proyectos que surgieron de eso, en los que seguimos trabajando, ya sea exportaciones agrícolas de EE. UU. o encontrar formas de aumentar la producción agrícola local.
Principalmente, hemos continuado nuestra comunicación y hemos realizado estas conferencias en las que nos reunimos cada año, como lo hicimos recientemente. El gran logro que puedo señalar es ese memorando de entendimiento que se firmó en 2016 y lo que ha surgido de él.
La otra cosa es la consistencia. Hemos sido consistentes en nuestras interacciones con la agricultura en Cuba y hemos hecho algunos intercambios comerciales. No tanto como nos gustaría.
Luego, a nivel político, hemos continuado elevando la conciencia sobre la necesidad de relaciones agrícolas más profundas entre nuestros países y donde hay áreas de preocupación mutua.
Usted califica el memorando firmado hace ocho años como un gran logro. ¿Puede aspirarse a más?
Siempre estamos buscando mejorar. Tenemos claras restricciones en nuestros viajes, comercio e inversiones. Hay mucho más que nos gustaría hacer.
No obstante, bajo la política actual y las regulaciones que tenemos, hemos hecho mucho. No solo estas conferencias, el aumento del comercio y haber reunido compradores y vendedores, sino que también abogamos por más intercambios entre el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, en inglés) y el Ministerio de Agricultura, lo cual creemos que están ocurriendo.
Buscamos hablar sobre problemas comunes, como enfermedades de plantas y animales y cómo pueden propagarse entre ambos países muy fácilmente. Necesitamos ser más conscientes de eso. Hablamos sobre nuestros recursos naturales compartidos y cómo podemos trabajar juntos para protegerlos.
Hemos abogado por el comercio bidireccional porque la mayor parte de lo que hacemos es unidireccional y eso realmente no es comercio en absoluto. Aún no estamos importando más productos agrícolas de Cuba, pero ciertamente es algo por lo que hemos estado abogando durante diez años.
Además, hemos trabajado en una serie de proyectos relacionados con aumentar la producción, como introducir variedades de semillas de papa en Cuba. Hemos tenido una serie de intercambios en los frentes científicos y académicos entre ambos países.
Si mira hacia adelante en el vínculo entre esta coalición de agricultores estadounidenses y cubanos, ¿qué puede decir?
Necesitamos reconocer la crisis alimentaria. Creo que es lo más importante.
De nuestro lado necesitamos trabajar para reunir a republicanos y demócratas en un espacio común que pueda abordar el problema agudo de la crisis alimentaria en Cuba hoy.
Podríamos hablar sobre una serie de cuestiones que nos gustaría que ocurrieran, como poner fin al embargo, eliminar a Cuba de la lista de patrocinadores del terrorismo, y así sucesivamente. Pero no veo el ambiente político para cambiar ninguna de esas cosas.
Tal vez lo de la lista de países patrocinadores de terrorismo suceda, pero no veo a nadie hablando sobre el fin del embargo de manera realista.
Así que lo que necesitamos hacer es encontrar un terreno común entre republicanos y demócratas. Abordar la crisis alimentaria aumentando el compromiso entre el Departamento de Agricultura y el Ministerio de Agricultura para aliviar o mejorar la producción agrícola local, y el comercio resolverá un problema que los cubanos enfrentan ahora, que también está resultando en una migración masiva.
Vimos la misma crisis alimentaria en la década de 1990. Estuve en Cuba en 1995. Lo recuerdo. Ocurrió debido a la falta de producción agrícola. Nuestra preocupación es que luego lleva a problemas más profundos de salud. Necesitamos asegurarnos de que eso no suceda. Y para evitarlo, necesitamos una relación más profunda entre el USDA y el Ministerio de Agricultura; entre los productores agrícolas y los grupos comerciales aquí en los Estados Unidos y nuestras contrapartes en Cuba.
Realmente necesitamos profundizar nuestra relación con los productores agrícolas en Cuba para ver cómo podemos ayudarlos a aumentar la producción local. No estamos haciéndolo. No creo que de nuestro lado realmente se entienda o conozca a esas personas en Cuba. Sé que hay un montón de restricciones también del lado cubano para permitir que los productores importen y exporten más y elevar su producción.
Existe una serie de problemas que afectan esto. Y hay responsabilidad en ambos lados. Pero estamos menos interesados en tratar de encontrar a quién culpar y más interesados en encontrar soluciones concretas para resolver la crisis actual que, honestamente, impacta a todos.
Para eso se requiere voluntad política. ¿Cómo describiría el estado actual de las relaciones entre Cuba y EE. UU.?
Terrible. Diría que estamos lejos de donde necesitamos estar para poder abordar preocupaciones comunes. Y la preocupación más obvia es que hay una crisis alimentaria en Cuba.
Hemos visto que entre el 6 y el 10% de la población de Cuba ha abandonado el país en los últimos dos años. Y parte de eso tiene que ver con la crisis alimentaria en Cuba.
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¿Cómo han impactado las diferentes administraciones la colaboración con Cuba en esta área desde 2014?
Cuando llegó Obama, obviamente creó mucha emoción y oportunidades. Pienso que tenía el enfoque correcto sobre Cuba. Dentro de ese enfoque hubo más y más oportunidades para que superáramos el embargo y comenzáramos a trabajar en proyectos para beneficiar la producción agrícola, el comercio y la inversión.
Pero lo que aprendimos es que va a hacer falta el Congreso. Fue genial tener un presidente que estuviera comprometido y se preocupara por el tema. No hemos tenido eso desde entonces. Pero descubrimos que una orden ejecutiva del presidente es tan efectiva como el tiempo que permanezca en el cargo.
Así que terminó la presidencia de Obama y con ella todo el impulso que ganamos fue revertido. Y no nos hemos recuperado de eso.
La única ventaja que tenemos como agricultura que otros sectores no tienen es una ley que se aprobó en 2000, llamada Trade Sanctions Reform and Export Enhancement Act, que nos permite exportar alimentos a Cuba.
Así que hemos estado protegidos de las diferentes opiniones de la política y las administraciones, los presidentes, el Congreso, gracias a esta ley que se aprobó. Ese es nuestro argumento, que nos aísla de las voluntades políticas cambiantes.
¿Qué ha cambiado en Cuba y qué ha cambiado en EE. UU. desde el establecimiento de la Coalición Agrícola en 2014?
El cambio más significativo ha sido del lado de Cuba. Del lado de Estados Unidos, no creo que hayamos cambiado mucho. De hecho, hemos retrocedido en nuestra relación política con Cuba.
Diría que el cambio más importante que he visto en diez años es el desarrollo del sector no estatal de Cuba, que incluye sus cooperativas agrícolas. Ese es un cambio significativo en el modelo económico de Cuba que tiene implicaciones directas para nuestras relaciones agrícolas.
¿Cómo comerciamos, quiénes son nuestros compradores, cómo podemos trabajar con cooperativas agrícolas para aumentar la producción local? Todo eso ha cambiado debido al cambio en la constitución de Cuba en 2021 para permitir estas mipymes. Y creo que nos queda un largo camino por recorrer antes de entender realmente los profundos cambios que están ocurriendo.
¿Está de acuerdo con la idea de que el sector privado cubano es real?
Por supuesto que son reales. Hay 11 mil. He conocido a muchas de las mipymes. Son empresarios jóvenes, dinámicos. Están aprendiendo. Están creciendo. Se expanden. Buscan nuevas oportunidades en su país. Y, por supuesto, son reales.
¿El Gobierno estadounidense podría estar más abierto a cooperar con el sector privado en Cuba?
Creo que la situación está cambiando lentamente.
Existe una parte de la población estadounidense que no tiene ni idea de que este sector existe. Otro segmento que lo entiende y lo aprovecha. En los últimos doce a dieciocho meses hemos visto una enorme cantidad de exportaciones al sector privado cubano.
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Luego hay otra parte de la población estadounidense que simplemente no cree que exista. Porque sesenta años de política cubana han hecho que la gente no crea que el cambio sea posible o que la economía estatal socialista cubana pueda permitir legítimamente un sector privado sin hacerlo retroceder en el futuro, como han hecho en el pasado.
Existe otra parte de la población que está exhausta, que está escéptica de que este cambio se produzca realmente en Cuba. Y lo entiendo. Pero de lo que no se dan cuenta, en mi opinión, es de que este nuevo cambio es legítimo. Forma parte de la Constitución cubana. Y lo más emocionante es que es la nueva revolución.
Creo que de nuestro lado se sigue pensando en términos de la revolución de 1959 y en esos contextos; la revolución de Cuba y sus deficiencias, los fracasos de la revolución…
De lo que no hablamos es de que hay una nueva revolución que ha echado raíces en Cuba. Esa es la de los jóvenes emprendedores que están tomando las riendas de su situación, que están transformando su país, que están mejorando, creciendo, expandiéndose, aprendiendo, a pesar de los obstáculos de Estados Unidos o de su propio país. Y esa es la nueva revolución que tenemos que comprender, en lugar de hablar en términos de la revolución de 1959, comunismo, socialismo, capitalismo, y esas categorías restrictivas de cómo vemos a Cuba hoy.
Tenemos que educar a nuestra parte sobre esas realidades. Y francamente, estamos atrasados. Nuestra parte no lo entiende.
Un reciente informe de la coalición habla de unos 300 millones de dólares en exportaciones a Cuba, con un notable incremento en el sector privado. ¿Qué representa este sector para la coalición y la relación agrícola entre los dos países?
Dos cosas. Una, como usted ha dicho, hemos exportado casi 350 millones de dólares de productos agrícolas el año pasado. El 90% de esa cantidad es carne de ave, que representa un porcentaje muy importante de las necesidades proteínicas de Cuba.
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Calculamos que la carne de ave procedente de Estados Unidos representa alrededor del 40 % de lo que Cuba necesita para cubrir sus necesidades diarias de proteínas.
Sin embargo, lo que hemos observado es que no solo seguimos vendiendo proteínas a Cuba, sino que la variedad de productos que se exportan a Cuba ha aumentado con el desarrollo del sector privado cubano. Y eso se debe a que hay nuevos compradores.
Antes de que surgiera la mipymes, solo vendíamos a Alimport, la agencia estatal responsable de las importaciones de alimentos de Estados Unidos. Pasamos de un comprador a cientos de compradores. Eso ha creado muchas oportunidades para nuestros exportadores. Todavía estamos tratando de averiguar quiénes son esos compradores y cómo podemos llegar a acuerdos comerciales.
Nuestro comercio agrícola con Cuba está restringido. Aunque podemos exportar alimentos, tenemos restricciones federales que no nos permiten ofrecer crédito a Cuba. Debido a esa restricción y a otras políticas generales de nuestra política hacia Cuba, solo estamos vendiendo unos 350 millones de dólares en alimentos, cuando Cuba está comprando cerca de 2 mil millones de dólares en alimentos a proveedores de todo el mundo. Podríamos exportar cuatro veces más a Cuba si tuviéramos relaciones normales.
Ahora mismo, esos 350 millones de dólares representan alrededor del 15 % de lo que Cuba compra a proveedores de todo el mundo. Podemos llegar al 60 %. Y lo decimos por la proximidad. Solo por eso podríamos ser más competitivos que otros proveedores.
¿Están interesados desde la coalición en impulsar la producción local de alimentos en Cuba o solo exportar hacia la isla?
Por supuesto, aumentar la producción local tiene sus ventajas.
Una, ayuda a resolver el problema de la inseguridad alimentaria. Y dos, hay oportunidades de inversión para ello, ya sea invirtiendo en insumos, distribución, ferrocarril, camiones, infraestructura, almacenamiento en cadena de frío. Disminuye la pérdida post-cosecha, que es un gran problema en Cuba hoy día.
Son áreas de preocupación de muchos grupos en los Estados Unidos que trabajan en todo el mundo. Así que Cuba no debería ser diferente. Ya sea porque tienen un interés humanitario o financiero, existen muchos grupos a los que les gustaría hacer más en Cuba.
Es evidente que Cuba tiene mucha tierra, mucho sol, suficiente lluvia. Tienen problemas que nosotros tenemos, en cuanto al número de agricultores dispuestos a trabajar en los campos.
Sin embargo, consideramos que Cuba tiene un gran potencial agrícola. Por tanto, sí estaríamos muy interesados en encontrar formas de aumentar la producción local.
¿Hay lugar en el mercado estadounidense para los productos cubanos? ¿Podrían los nuevos empresarios cubanos exportar al mercado estadounidense?
Tenemos obstáculos para que eso ocurra. Pero los productos procesados tienen más posibilidades de ser importados a Estados Unidos, dado que cualquier producto fresco requeriría que sanidad vegetal y animal de ambas partes se reunieran para hacer investigaciones sobre enfermedades fitozoosanitarias, insectos, entre otros, como hacemos con todo el mundo. Y eso podría llevar años.
Es una restricción, pero solo empezaremos a resolverla consiguiendo mayor colaboración entre el Departamento de Agricultura de Estados Unidos y el Ministerio de Agricultura. No obstante, es difícil porque hay una lista de productos permitidos para ser importados y es realmente extensa en cuanto a productos cuya entrada en los Estados Unidos está restringida. Ese es un problema.
Lo otro es que se necesita un permiso específico del Departamento del Tesoro de Estados Unidos para comerciar con el sector privado y entrar en el negocio de importación de bienes. El otorgamiento de permisos, ya sea por parte de Cuba o del Tesoro, no están sucediendo. Simplemente no se están dando, por ninguna de las partes.
No se ha aprobado ninguna empresa conjunta u oportunidades de inversión en agricultura. Cada parte culpa a la otra, pero el hecho es que no se ha aprobado proyecto alguno.
Estamos muy lejos de importar productos agrícolas de Cuba a Estados Unidos. En el futuro, con una relación más normal, podría pensar en una gama de productos agrícolas, por supuesto, como tabaco y ron, pero frutas y verduras orgánicas, acuicultura, café, miel, productos medicinales, bienes que Cuba puede producir y que tendrían un mercado en Estados Unidos.
En declaraciones a EFE, el ministro de Agricultura dijo que Cuba está abierta al comercio con Estados Unidos, y que los problemas vienen del lado estadounidense. ¿Qué opina al respecto?
Bueno, tiene razón. Quiero decir, claramente, el embargo, las restricciones, son estadounidenses.
Cuba podría hacer más para facilitar el comercio y permitir a sus cooperativas agrícolas importar y exportar directamente.
Puede hacer más en materia de inversiones. Es decir, invierten en muchos hoteles vacíos y en el sector hotelero, y no invierten lo suficiente en su propia producción agrícola.
Hay culpa en ambos lados. Pero creo que el ministro tiene razón. Quiero decir, nosotros somos los que tenemos la ley que nos impide hacer más. Y yo diría que Cuba ha hecho algunos avances importantes, específicamente con las mipymes, y nuestra parte no ha correspondido.
Cuba realmente ha mostrado un camino a seguir. No es perfecto. Pero en lugar de seguir criticando las limitaciones del sector privado en Cuba, lo que deberíamos hacer es averiguar cómo podemos apoyarlo y hacerlo crecer.
Al parecer, en el camino de conseguir una relación más normal la Administración Biden anunció medidas dirigidas al sector privado ¿Qué opina sobre estas?
Las regulaciones son positivas. Es nuestro Gobierno reconociendo que hay un sector privado en Cuba y que tenemos que apoyarlo. Así que, en general, lo considero muy positivo.
Por supuesto, plantea muchas más preguntas. Por ejemplo, la banca, ¿cómo funciona? Si un empresario no tiene visado para venir a Estados Unidos, ¿puede abrir una cuenta? ¿Lo harán realmente los bancos?
En cuanto a las cooperativas, me gustaría saber si cuando las mencionan incluyen a las cooperativas agrícolas. He formulado una pregunta al Departamento de Estado.
Por último, hay muchas dudas sobre si podremos trabajar con el sector privado que está vinculado al sector estatal en Cuba. Específicamente en la parte alimentaria. Existen los llamados encadenamientos en Cuba, ¿podríamos trabajar con una mipyme que colabora con una empresa estatal para mejorar el procesamiento de alimentos, por ejemplo?
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Pero nos alegramos de que nuestro Gobierno reconozca el sector privado cubano, nos da margen para hacer más. Naturalmente, plantea preguntas sobre cómo va a reaccionar Cuba a esto.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba ha dicho que, si estas medidas no afectan lo establecido por la legislación cubana, están abiertos. Pero también se hizo referencia a que persisten las sanciones de Estados Unidos y que las medidas son limitadas.
Sí, todo eso es cierto. Está bien. Tenemos que seguir abogando por el fin del embargo, por una visión más amplia. Pero la realidad política en Estados Unidos sugiere un enfoque de paso a paso.
Si vamos a tener alguna oportunidad de reunir a republicanos y demócratas, creo que los temas tienen que ser muy ajustados, y tiene que ser en torno a la crisis alimentaria, la migración, y el sector privado. Esas son las cuestiones que los republicanos están más dispuestos a abordar.
Y así es exactamente como lo hicimos en el 2000, cuando aprobamos la Trade Sanctions Reform and Export Enhancement Act para permitirnos exportar.
Fue el aspecto humanitario lo que finalmente hizo que los republicanos hablaran de Cuba. Veo esto como algo similar.
Si realmente quisiéramos hablar de temas de gran calado, estupendo, tenemos que hacerlo. Pero creo que tenemos que centrarnos en la realidad del mundo político en Estados Unidos, y la estrechez de miras. Generar cambios graduales es el único enfoque que podría conseguir alguna tracción.
Usted ha estado varias veces en Cuba y ha vivido en el país, incluso. ¿Qué opina sobre las sanciones vigentes y la permanencia de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo?
No creo que haya ningún fundamento legal o moral para que Cuba sea incluida en una lista de Estados patrocinadores del terrorismo. Ninguno. Creo que es una maniobra política que amenaza no solo a Cuba, sino a los propios intereses estadounidenses cuando empezamos a disminuir o alterar la definición de lo que es un verdadero terrorista.
Las sanciones a Cuba son anticuadas. Ya no sirven para nada. Hay que replantearse las razones del embargo. Si el propósito era poner de rodillas a la economía cubana y colapsarla, bueno, entonces ha logrado su propósito. ¿Y ahora qué? Ahora que Cuba está en la posición en la que está, ¿cuál es el siguiente paso?
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Tenemos que replantear el debate y comprometernos con Cuba de una manera nueva con la mentalidad de definir objetivos futuros que no hemos sido capaces de hacer porque todavía estamos atrapados en este marco temporal, en este contexto de 1959. Ya no estamos en 1959. Estamos en 2024 y hay una nueva generación de cubanos que está definiendo el futuro.
Siempre tendemos a ver Cuba como un monolito en el que solo está el Gobierno comunista. Pero no vemos que Cuba está compuesta por 11 millones de individuos que tienen una sociedad civil, tienen agricultores, tienen oenegés, tienen un sector privado.
Ahí es donde tenemos que centrar nuestros esfuerzos.
¿Qué puede hacerse en Cuba, a pesar de las sanciones estadounidenses, las cuales, como ha dicho, por el momento no van a cambiar?
Permitir que sus productores tengan más autonomía. Necesitan cobrar por lo que producen. Necesitan poder importar y exportar directamente.
No puedes salir al campo y exigir a los agricultores que produzcan más, y sin embargo no les pagas.
Van a tener que solucionarlo pagándoles y asegurándose de que tienen los insumos necesarios para cultivar. Tienen que obtener beneficios para seguir creciendo. Esperar otra cosa haciendo lo mismo es algo que nunca funcionará.
¿Cuál sería la colaboración ideal entre Cuba y Estados Unidos en materia agrícola, teniendo en cuenta el contexto económico cubano?
Creo que el número 1 ahora mismo es cómo resolvemos la crisis alimentaria. ¿Cómo aumentamos la producción local cubana? Ese es el número uno.
El número 2 es el comercio. Va a llevar tiempo aumentar la producción local. Así que, mientras tanto, para llevar los alimentos necesarios a Cuba, hay que comerciar. Mejorar el comercio bidireccional es realmente importante para abordar esta crisis y las necesidades diarias de los cubanos. Eso es primordial.
Pero mientras hablamos de comercio y flujos de capital, de alimentos, logística y todo lo demás, tenemos que hablar de cómo resolvemos el problema de la producción local cubana. Porque actualmente importan el 70 % de lo que consumen, y eso no es sostenible para ningún país.
La producción agrícola es seguridad nacional para todos los países. Es esencial. Y para que tengamos una Cuba estable, próspera y saludable, se necesita producir más.
Ya EEUU dió un paso para poco a poco ir aumentando las posibilidades de intercambio con el sector privado cubano,ahora estamos a la espera del análisis lento y retardado del gobierno cubano para ver que aceptan y que no