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Pocas horas después de tomar posesión, el presidente Donald Trump colocó la primera piedra para proseguir la política de sanciones contra Cuba que practicó durante su primer mandato. Al reintegrar la isla a la lista de países patrocinadores del terrorismo —Biden la había retirado 6 días antes—, dejó establecido con claridad el signo que desea darle a su relación con Cuba.
Ser considerado “país patrocinador del terrorismo” supone consecuencias que empeoran de forma considerable la situación económica del la isla. Pero las cosas no quedan ahí.
Pasados los primeros dos meses de su mandato, todo indica que esta Administración seguirá intensificando su enfoque integral de sanciones contra Cuba.
Lo hará combinando decisiones que dificultan la vida de los cubanos en la isla con otras de política doméstica que pueden afectar además a la comunidad cubana en Estados Unidos, incluso a aquellos que desean fervientemente apretar las clavijas al Gobierno de La Habana.
Los votantes republicanos de origen cubano del sur de la Florida otorgaron su voto esperanzados, a partes iguales, en que Trump bajaría la inflación y los precios en casa, así como también aseguraría el colapso final del Gobierno cubano. Pero no pensaron que la tempestad que ayudaron a crear pudiera llevarse el techo de sus casas.
Las motivaciones de la Administración Trump para abordar el tema cubano no están encaminadas a complacer a sus votantes. Incluso puede ser que los decepcione y desafíe.
Los súbitos recortes del gasto público, la extinción de programas y agencias como la USAID —cuyos fondos beneficiaban a grupos, partidos y medios de comunicación opositores al Gobierno de Cuba— o la parálisis de Radio y Televisión Martí en los últimos días, han dejado claro que los temas cubanos no serán abordados en Washington de una forma tradicional.
Está por concretarse la prohibición de entrada a Estados Unidos a todos los ciudadanos cubanos, sin excepciones humanitarias ni políticas, tal como dijeron fuentes familiarizadas al Miami Herald días atrás. La Administración cerraría a cal y canto las puertas a todos los cubanos y daría un puntapié definitivo a los acuerdos migratorios entre los dos países.
El Miami Herald consideró que “una versión tan extrema sería difícil de defender para los políticos republicanos”.
Cada vez más, los cubanos están siendo tratados como cualquier otra minoría —incluso peor, de confirmarse el famoso travel ban— y temen, entre otras cosas, las consecuencias del drástico enfoque sobre inmigración de este Gobierno.

“Prepárense para irse”
Trump no mintió. Durante su campaña, el entonces candidato anunció el fin del Programa de Parole Humanitario iniciado a principios de 2023 por Biden y que beneficiaba a ciudadanos de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Haití. Y aun así obtuvo el voto de esas comunidades. Quienes pueden votar no lo hicieron a favor de los recién llegados, sino secundando el propósito del líder republicano de “limpiar” la casa.
Con la cobertura del Parole Humanitario, consiguieron el ingreso a Estados Unidos unos 110 mil cubanos y otros tantos del resto de las nacionalidades incluidas en el programa. En una entrevista con la cadena Fox News, en septiembre de 2024, Trump advirtió a todos: “Prepárense para irse”.
Dijo además que revocaría el uso de la aplicación de teléfono CBP One, empleada por los migrantes para solicitar citas para entrar a Estados Unidos. El propio Trump está llamando ahora a todos a que, bajo la promesa de que más adelante sí podrán ingresar legalmente al país, se autodeporten, utilizando la misma aplicación.
Aquellos que pudieron quedarse con “libertad bajo palabra” a través del formulario I-220A, entregado a los detenidos tras haber cruzado ilegalmente la frontera, también serían deportables.
En los últimos días, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE por sus siglas en inglés) ha intensificado las detenciones de cubanos con formulario I-220A en Florida. Al menos tres cubanas que se presentaron a citas rutinarias de supervisión fueron retenidas y hasta ahora no se conoce cuál será su destino final.
Todos estos grupos de cubanos, cuya condición migratoria no es sólida y que rondan el medio millón de personas, sienten algún grado de preocupación por que lleguen a hacerse realidad las deportaciones masivas, para las cuales hasta ahora, por cierto, no ha habido ningún diálogo con La Habana.
La mayoría de los potenciales afectados se mantiene en silencio, pero crece la cantidad de ciudadanos y pequeñas organizaciones que alzan la voz en redes sociales y en algunos espacios públicos para exigir que solo sean deportados quienes tengan antecedentes criminales.

¿Quién los representa?
Paradójicamente, cuando más poder ha alcanzado la comunidad a través de sus representantes en Washington, más inseguridades se ciernen sobre ella.
Ni el secretario de Estado Marco Rubio, ni los tres congresistas también de origen cubano, María Elvira Salazar, Mario Díaz-Balart y Carlos Giménez, han mostrado una oposición firme frente a este trato a personas que han huido de Cuba y que han sido recibidos en los últimos años por sus familias asentadas en Estados Unidos.
El excongresista y abogado, Joe García, considera que “el compromiso que se suponía que los líderes cubanoamericanos electos habían prometido es falso. Lo que hemos visto es silencio por parte de ese liderazgo o, en todo caso, cautelosa y suplicante crítica”.
“Yo imagino que todos los líderes cubanoamericanos están recalibrando qué van a hacer, porque han quedado movidos. No les quito que tienen mucho poder, pero la pregunta es qué van a hacer con él. Pedir más tortura para Cuba no es una buena estrategia. No lleva a ningún destino”, opina García.
“Hasta ahora han tenido una reacción vergonzosa, pues han seguido apoyando al presidente a pesar de que este ha tomado medidas contra posiciones que ellos defendieron a capa y espada en todo momento”, comenta por su parte el ex diplomático cubano y analista político Carlos Alzugaray, para quien los líderes cubanoamericanos “han renunciado a posiciones que defendieron en el pasado, para abrazar sin ningún recato el canon MAGA o trumpista”.
Para Ric Herrero, director ejecutivo del Cuba Study Group, “los congresistas cubanoamericanos del sur de la Florida se encuentran entre la espada y la pared. Por un lado, el clamor público por las medidas de Trump contra los I-220A, los beneficiarios del parole de Biden y los programas de promoción de la democracia está causando bastante malestar en sus oficinas. Por otro lado, los congresistas buscan aparentar que están ‘trabajando con’ e influyendo en la Casa Blanca sin oponerse públicamente a Trump, quien sigue siendo más popular entre la base republicana de la Florida que ellos mismos. Es un difícil acto de equilibrio”.

Daños bilaterales
Según ha conocido OnCuba por fuentes que pidieron anonimato, el círculo más cerrado en torno al presidente Trump —con asesores como Stephen Miller o el propio Elon Musk— no está muy interesado ni siquiera en los criterios de funcionarios de larga experiencia en el Departamento de Estado a la hora de conformar el resto de su proyección hacia Cuba. Y las voces moderadas que apuestan por un camino de normalización de relaciones con la isla han quedado al margen.
La Administración se muestra imperturbable al tomar decisiones inesperadas y disruptivas. Y como en otras áreas de su política exterior, en este caso podría estar preparándose para clausurar hasta el más mínimo intersticio que pueda significar desahogo para los cubanos.
Pero es muy probable que los impactos de estas medidas se sientan en ambas orillas.
Tras las últimas oleadas migratorias y sobre todo a partir de los mandatos de Obama y de Biden, los vínculos creados entre la isla y los ciudadanos de origen cubano en Estados Unidos se han intensificado notablemente en varios aspectos y son mucho más dinámicos que las siempre conflictivas y magras relaciones entre los dos gobiernos.
“Proporciones bíblicas”
En declaraciones a Fox News a principios de febrero, el secretario de Estado Marco Rubio calificó al Gobierno de La Habana como un “régimen hostil a los Estados Unidos”, “un desastre” que ha destruido el país”, y rechazó la posibilidad de viajar a La Habana, “salvo para hablar de cuándo se marcharán” los gobernantes actuales. Este discurso ubica a Cuba prácticamente como un problema de seguridad nacional.
“Lo que les viene arriba es de proporciones bíblicas”, aseguró Carlos Giménez dirigiéndose directamente al presidente Díaz-Canel, a través de un mensaje en X y dando a entender que existe un plan bien detallado para Cuba.
“Hay tantas sanciones ya contra Cuba que queda poco por hacer y lo que queda podría afectar a los propios cubanos residentes o que son ciudadanos de Estados Unidos y que integran la base de apoyo del Gobierno”, considera Alzugaray.
Sobre la mesa podrían estar ahora mismo barajándose medidas que en el mandato anterior de Trump se utilizaron, como la prohibición de vuelos comerciales de aerolíneas estadounidenses fuera de La Habana y las restricciones en las categorías de viajes de intercambios people-to-people para ciudadanos estadounidenses.
“Esto sería drástico y afectaría gravemente los lazos familiares, la diplomacia ciudadana, los intercambios religiosos y el apoyo al sector privado en Cuba”, opina el analista Lee Schlenker, maestrando en Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Georgetown e investigador en el Instituto Quincy para el Gobierno Responsable.
“La cancelación de vuelos a provincias cubanas fuera de La Habana, como hizo en 2019, impacta una fuente económica vital para ciudades cubanas pequeñas y medianas que tienen menos empresas privadas y reciben menos turistas que La Habana”, considera Schlenker.
“La práctica de sanciones estadounidenses ha evolucionado significativamente desde que se impuso el embargo en 1962 o cuando se codificó en ley en los años 90”, explica Herrero. “Ahora el enfoque de Washington es conseguir que el sector privado global —particularmente los bancos y las corporaciones— haga cumplir las sanciones porque el Gobierno estadounidense controla gran parte del sistema financiero en el que operan. Así que podemos esperar que la nueva administración sea ‘creativa’ (como han dicho) en cómo identifican y aprietan esos puntos de estrangulamiento”.

Restringir (más) las divisas
El déficit de divisas en Cuba, por la caída del turismo tras la pandemia de COVID-19, la disminución de las remesas y de las exportaciones, incluidos los servicios médicos, es un factor crítico que ha agravado la escasez en la isla.
La hoja de ruta para intentar ahogar al Gobierno cubano incluye en uno de sus primeros puntos restringir más el acceso a divisas por todas las vías y cuanto sea posible.
De esta forma se se multiplican las dificultades para el suministro tanto de alimentos —la isla importa más del 80 % de lo que consume— como de medicamentos e insumos médicos y combustibles.
Los cubanos padecen desde hace casi un año agobiantes apagones diarios, en parte por el deterioro máximo de la infraestructura de generación y distribución eléctrica, así como por la falta de combustible.
Suele ocurrir que barcos cargados de petróleo fondeen sin poder entregar su carga, esperando durante semanas pagos que se retrasan por falta de dinero.
La larga lista negra
En las primeras dos semanas de mandato, el Departamento de Estado reimplantó la Lista de Entidades Restringidas de Cuba.
Su objetivo es prohibir “ciertas transacciones con empresas bajo el control de, o que actúen en nombre o representación de, las fuerzas armadas, los servicios de inteligencia o de seguridad cubanos”. En la lista aparecen empresas estatales, hoteles, tiendas, restaurantes, entre otros.
En la nueva actualización fue agregada Orbit, S.A., empresa estatal cubana encargada de la gestión en la isla de las remesas que se enviaban a través de Western Union.

Ni Orbit ni Western Union
Entre noviembre de 2020 y marzo de 2023, las operaciones de envío de remesas a Cuba por esa vía estuvieron congeladas, tras la inclusión en la misma lista de Fincimex S.A.
Hace pocas semanas, Western Union suspendió de nuevo sus servicios de transferencia de dinero hacia Cuba “debido a un cambio en las regulaciones de sanciones de Estados Unidos”, tal como explicó la compañía en un comunicado.
Sin Western Union en la ecuación, los envíos vuelven a depender más de redes informales, de las llamadas “mulas”, y llegarán otra vez a mínimos las remesas provenientes sobre todo de Estados Unidos.
Al no estar bancarizadas, no existen cifras oficiales sobre el monto total de las remesas a Cuba. Mientras algunos estudios calculan que pueden llegar a sumar unos 4 mil millones de dólares, el Gobierno cubano informó que en 2023 cayeron por debajo de los mil millones.
Las remesas fueron durante años la segunda o tercera fuente de ingresos de divisas al país, y se calcula que alrededor del 70 % de la población recibe alguna cantidad anualmente.
“Trabajo forzoso”
Otra forma de estrangular el acceso a divisas de Cuba es socavando sus exportaciones; también las de servicios médicos.
Casi al terminar febrero, el secretario de Estado anunció la ampliación de las restricciones de visado para “funcionarios actuales o anteriores del Gobierno cubano y a otras personas, incluidos funcionarios de Gobiernos extranjeros” y sus familiares, que se consideren “responsables o están involucrados en el programa de exportación de mano de obra cubana, en particular las misiones médicas de Cuba en el extranjero”.
El argumento es que las autoridades, tanto las cubanas como de los países beneficiarios, son cómplices del “trabajo forzoso” de profesionales, sobre todo de la salud. El comunicado habla de “prácticas laborales abusivas y coercitivas del régimen”.
La exportación de servicios médicos ha alternado con el turismo, desde hace alrededor de veinte años, como una de las principales fuentes de ingresos para la economía cubana. Actualmente, unos 24 mil médicos cubanos prestan servicio en cerca de 60 países.
La medida emitida por el Departamento de Estado busca inhibir el interés de esos países en mantener o ampliar este tipo de acuerdos intergubernamentales en los que la parte cubana obtiene el grueso de los ingresos financieros y los médicos, salarios.
Fricciones con Caricom
“Preferiría perder mi visa estadounidense a que mueran 60 personas pobres y trabajadoras”, dijo el primer ministro de San Vicente y las Granadinas, Ralph Gonsalves, refiriéndose a los tratamientos de diálisis que los médicos cubanos brindan a los pacientes en su país.
Los médicos cubanos ofrecen asistencia sanitaria imprescindible y a veces inexistente en esos países, en comunidades aisladas y carentes de servicios básicos.
Varios líderes de países de la Comunidad del Caribe (Caricom) reaccionaron en bloque frente a esta decisión de Estados Unidos. La primera ministra de Barbados, Mia Mottley, presidenta actual de Caricom, dijo estar preparada a perder su visado estadounidense si no se logra “un acuerdo sensato” sobre este asunto con Washington, ya que “importan los principios”.
China también defiende las misiones médicas cubanas y acusa a EEUU de politizar el tema
Entre cubanos: familias, amigos
Aunque a partir de ahora es previsible una caída notable de las remesas, dadas las dificultades para los envíos tras la sanción a Orbit S.A. y la suspensión de los servicios por parte de Western Union, la voluntad de los cubanos de aportar ayudas a familiares y amigos en la isla no se reduce.
Lejos de eso, las formas de remesar han tomado cursos no previstos en los últimos años; bien sufragando las travesías migratorias de cientos de miles de familiares a Estados Unidos o a otros países, o invirtiendo en bienes inmuebles —en un mercado de oportunidades que está a la baja— para hacer negocios o para mejorar la vida de los familiares que quedaron en la isla. Muchos cubanos que residen fuera han aportado capital inicial para el surgimiento de mipymes privadas a cargo de parientes o amigos.
Otra forma indirecta de remesar y que ha contribuido a sobrellevar la crisis son las compras para Cuba en las decenas de plataformas de comercio online, entre las más conocidas Super Market23, Katapulk y TuAmbia, que llevan hasta la puerta de la casa, por todo el país, productos de primera necesidad.
El economista cubano y columnista de OnCuba Juan Triana estima que en esas plataformas comerciales se realizan más de 3 mil pedidos diarios, y que alrededor del 80 % de lo que se vende son productos que el Estado cubano ya no garantiza en la canasta básica (prácticamente inexistente) y tampoco es capaz de mantener de forma estable en los mercados, ni en moneda nacional ni en divisas: pollo, arroz, harina de trigo, salchichas, carne de cerdo, leche en polvo, huevos.
Abastecer a los suyos
Armando, un habanero de 35 años, compra en una de estas plataformas desde hace cerca de cinco años, con frecuencia mensual. Entre él y su prima, ambos residentes en Kentucky, abastecen cada mes a cuatro miembros de su familia en La Habana, de entre 60 y 80 años. “Les compramos carne, frijoles, huevos y productos de aseo…”.
“Imagínate tú”, es su respuesta a la pregunta sobre cómo afectaría a su familia que esta fuente de alimentos y otros bienes básicos se viera interrumpida. Asegura que sus familiares en Cuba no tendrían una vía alternativa, puesto que son mayores, no pueden “zapatear” lo que necesitan y además dependen económicamente de él y su prima. “Con el dinero no hacen nada”.
Paula vive en Portugal y tiene a su madre de 70 años en Cuba y a cuatro tías, todas ancianas. No tiene grandes ingresos, pero con frecuencia irregular puede enviar alimentos según la demanda que tenga su familia. Ha comprado, para su madre o sus tías, a lo largo de unos tres años, arroz, frijoles, lácteos, picadillo… Cuando su mamá cumplió 70, compró un combo grande de comida y bebida para que lo celebraran.
“Cuando escuché que podrían eliminar esta posibilidad, mi familia fue lo primero que me vino a la mente. La afectación sería importante. No solo por la cantidad de alimentos que dejarían de tener garantizados gracias al envío, sino porque si nos vemos sin este suministro, será más hambre repartida entre muchas familias cubanas. La escasez arreciará. Y estamos hablando de alimentación y productos de aseo, que es lo que mando. Algo muy básico”.

Rumores y vaticinios
Muchas de las tiendas online que hacen envíos a Cuba son operadas por empresas de cubanoamericanos que han recibido en los últimos años licencias especiales de entidades federales como OFAC o el Departamento de Comercio para hacer exportaciones hacia la isla.
En la mayoría de los casos, en Cuba se completa la gestión de conciliación, almacenamiento y distribución a través de la actividad de mipymes privadas. Al Gobierno cubano, que no tiene la menor intervención en la cadena, solo se le pagan los impuestos correspondientes.
Sin embargo, aumentan los rumores de que la Administración Trump cancelaría esas licencias para exportaciones y destruiría así toda esa red de comercio que permite las compras desde “afuera” para los de “adentro”. Pero no solo.
También echaría abajo en gran medida los suministros para pequeñas industrias de producción de alimentos, negocios de hostelería y los bodegones de barrio que se han multiplicado, gestionados por mipymes, donde se comercializa en pesos cubanos y la gente resuelve gran parte de los abastecimientos del día a día.
Ric Herrero vaticina que “las medidas se extenderán más allá de restringir viajes y visas para obstaculizar el comercio con Cuba, independientemente de si es con el Estado cubano o con el sector privado. El anuncio de esta semana de que la guardia costera estadounidense impondrá restricciones a embarcaciones procedentes de Cuba es solo un ejemplo. Por supuesto, esas embarcaciones transportan principalmente alimentos y productos básicos para el hogar, la mayoría de estos son comercializados hoy por el sector privado de la isla. Y los más afectados por las restricciones de viaje hacia y desde Cuba siempre son las familias cubanas. Así que, una vez más, los cubanos de a pie serán los que soporten el peso de estas sanciones de ‘olla a presión’”.
Pollo congelado
Uno de los productos más demandados en esas plataformas de comercio online y en las tiendas que operan las mipymes en todas las localidades cubanas es el pollo congelado, que se ha convertido en la proteína de origen animal más consumida en la isla, a falta de otras, y no porque sea barata.
Debido a los altos precios y la devaluación del peso cubano, familias que solo reciben ingresos por salarios estatales o jubilaciones tampoco pueden “darse el lujo” de comprar pollo con frecuencia. El 40 % de los jubilados cubanos recibe pensiones mínimas de alrededor de 1528 pesos, y 10 libras de pollo cuestan hoy entre 3000 y 3500 pesos.
Mientras se agudizan las brechas sociales en Cuba, en 2024 aumentó la demanda y se alcanzó un nuevo récord en las exportaciones de carne de pollo de Estados Unidos hacia Cuba, al superar los 313 millones de dólares anuales.
En los últimos cuatro años, según el economista cubano Pedro Monreal, basándose en datos del Departamento de Agricultura, la compra de carne de pollo en Estados Unidos ejecutada por los diferentes actores económicos cubanos autorizados —entidades estatales, cooperativas y mipymes— ascendió a 1180 millones de dólares.
El Estado cubano puede realizar estas compras en la Ley de Reforma de Sanciones y Mejora de las Exportaciones del 2000 que autoriza la exportación de productos agrícolas a Cuba, a condición de que los pagos se realicen en efectivo, por adelantado y sin financiamiento de los Estados Unidos.
De acuerdo con un informe del Consejo Económico y Comercial EE. UU.-Cuba, la isla está en el lugar 44 del mercado de exportación de productos agrícolas y alimentarios estadounidenses de un total de 203 emplazamientos.
Estados Unidos es uno de los principales socios comerciales de la isla en términos de importación. Económicamente, la cancelación de este comercio constituiría un total sinsentido y afectaría también directamente a productores y comercializadores estadounidenses.

¿Y el sector privado?
Trump había terminado su primer mandato cuando el Gobierno cubano admitió en 2021 la creación de pequeñas empresas privadas en Cuba, que hoy suman más de 9 mil registradas.
El sector no estatal cubano, que incluye a los trabajadores por cuenta propia y las cooperativas, acoge hoy el 35 % de la fuerza laboral activa y crea alrededor del 15 % del PIB. Un dato relevante es que se encarga del 44 % de las ventas minoristas en el país.
Desde La Habana, Oniel Díaz, gerente general del AUGE, una empresa privada de servicios corporativos, confirma que se preparan para recibir malas noticias.
“Hemos hecho un análisis de las posibles sanciones que la Administración Trump pudiera adoptar si decidiese seguir el enfoque de una parte de la comunidad cubanoamericana en Miami, en especial de los congresistas cubanoamericanos que, como es sabido, defienden la teoría falsa de que el sector privado es un fraude y que no es más que una operación de relaciones públicas del Gobierno cubano”.
“Si este se convirtiera en el discurso oficial del gobierno estadounidense respecto al sector privado, podrían llegar incluso a incluir algunas mipymes que ellos consideren en la lista de Entidades Restringidas en Cuba”, explica Díaz.
“Algo que afectaría de forma directa al sector privado, además de la posible abolición de licencias de exportación, sería la prohibición de viajes de estadounidenses a Cuba, que siguen siendo una parte importante de la clientela de los servicios de alojamiento, transporte, restauración y gastronomía que ofrece el sector privado”.
Por su parte, la cofundadora y CEO de la empresa de delivery Mandao, Marta Deus, considera que, quitando todas las licencias comerciales, el Gobierno de Estados Unidos “lo único que haría sería aislar nuevamente a Cuba, y ya hemos visto durante mucho tiempo que tampoco esa es solución para lo que en teoría ellos están buscando. Más aislamiento, más sanciones, más complicación, más precios altos… Al final, quien termina afectado siempre es el pueblo”.
“Hay muchas personas en la Florida que tienen negocios asociados con Cuba. Sabemos de mipymes aquí cuyos dueños viven en Miami; muchos que tienen agencias allá, que hacen envíos a Cuba; o sea, sus negocios funcionan gracias a que existe Cuba y personas viviendo aquí. Entendemos que es una gran comunidad, pero que al haber tanta presión social a su alrededor, tampoco levantan mucho la voz. Ellos están ahí, se benefician de estas oportunidades de comercio con Cuba, pero a la hora de hablar para salvar a Cuba, tampoco dicen nada”, concluye Deus.
Presionar al máximo, pero, ¿para qué?
La crisis multidimensional que padece Cuba se presenta como el momentum para presionar con toda la fuerza. Intensificar la precariedad cotidiana y extendida a todos los sectores sociales y por toda la geografía cubana busca conseguir un levantamiento popular —mayor que el del 11 de julio de 2021, que dejó un saldo de casi 300 presos y condenas desproporcionadas—.
Cada día, muchos en ambos lados del Estrecho esperan que pueda ocurrir otro estallido y esa, al parecer, es también la gran apuesta desde los sectores más “duros” en Washington. Pero, ¿con qué objetivo?
Una Administración que busca anexarse Canadá y comprar Groenlandia, que cambia el nombre del Golfo de México, que anuncia la reconstrucción de Gaza en modo resort, previa expulsión de los gazatíes, ¿se contentaría con un cambio de líderes en Cuba, o con la legalización de partidos y la celebración de elecciones?

¿Qué queremos los cubanos?
El ex congresista Joe García se pregunta qué queremos los cubanos de las dos orillas: “Llevamos más de 60 años escuchando que el régimen está al borde del colapso y las personas que viven en Cuba saben que eso no es así; que el Gobierno es un desastre, pero no está al borde del colapso. Tienen el poder, lo mantienen y, como están dedicados a una sola cosa, resistir, pues resistirán. Pero la pregunta es, ¿eso es lo que quiere el pueblo de Cuba? ¿Tanto el de adentro como el que está afuera?”
Vale preguntarse si podrán existir contrapesos, si las posiciones moderadas conseguirán algo en un contexto marcado por el extremismo político.
Oniel Díaz considera que en el fondo “el cubano quiere a su familia, quiere a su patria, quiere su suelo y que, en última instancia, medidas de corte extremo en el sentido de llevarnos a una posición sin retorno, de un grave deterioro económico, político y social no van a ser aplaudidas por la mayoría”.
Con una perspectiva menos optimista, el profesor de Sociología e investigador principal del Cuba Poll —una encuesta diseñada para medir las posiciones políticas de los cubanos en el sur de la Florida—, Guillermo Grenier, considera que “el sector moderado no tiene oportunidad. Los moderados solo pueden funcionar cuando existe por lo menos una pequeña abertura en la puerta”.
“Todavía existen compañías en Miami que hacen negocios con mipymes; pero tú verás que ellos también se echan para atrás. No veo a nadie cabildeando para el engagement con Cuba. Hay mucho miedo en Miami”, sentencia Grenier.
“Nadie sabe lo que va a pasar y están esperando lo peor. Los congresistas son republicanos primero y latinos/hispanos/cubanos después. Hasta que las Cortes u otros Gobiernos no se pongan los pantalones, los congresistas cubanos no van a arriesgarse a ir contra Trump”, concluye.
Ric Herrero considera que “el principal desafío que enfrentan los moderados que favorecen mejores relaciones con Cuba es que en este momento carecen de influencia. Trump no los necesita, por lo que su equipo político no está interesado en escuchar sus perspectivas.
Por otro lado, agrega Herrero, “el Gobierno cubano puede no ser una amenaza para Estados Unidos, pero no hace nada para presentar a Cuba como una oportunidad para los estadounidenses. Sin avances positivos dentro de la isla para resaltar, los moderados están limitados a ayudar a cubanos individuales, llamar la atención sobre la crisis humanitaria y seguir abogando por un incierto regreso a políticas de sentido común que puedan sacar a Cuba del abismo”.