El pasado 10 de abril, mediante la Resolución 63 de 2023 del Banco Central de Cuba, el Gobierno cubano anunció la bancarización de dólar, medida que ha causado intensos intercambios de criterios entre la población, tanto en las redes sociales como fuera de estas, y, por supuesto, entre economistas de distintas generaciones y enfoques.
Más recientemente, las Casas de Cambio S.A. (Cadeca) anunciaron que a partir del lunes 17 de abril los usuarios podrán depositar efectivos en dólares estadounidenses en todas sus sedes.
Para algunos se trata del “camino correcto”; para otros, de “un paso atrás” en medio de una política económica marcada por empujones y zigzagueo que no da repuestas efectivas a los grandes problemas de la Cuba de hoy, de la inflación delirante a la expansión de las inequidades y la pobreza.
En este contexto hemos convocado a varios estudiosos del proceso de crisis y cambio internos en la isla desde la caída del socialismo en Europa del Este hasta la llamada Tarea Ordenamiento, a fin de poder acceder a diferentes puntos de vista sobre esta nueva movida.
¿Cómo se relaciona esta medida con el Ordenamiento? ¿Cuáles serían sus efectos a corto y mediano plazos? Los economistas responden.
Pavel Vidal
La relación del sistema financiero cubano con el dólar estadounidense ha sido muy irregular. Cuesta trabajo entender sus lógicas. Ha formado parte de la preferencia del Gobierno por solo introducir cambios parciales, fragmentados y manejar las industrias y mercados de una forma segmentada (economía “hecha a mano”).
Desde los años 90, cuando se decidió promover el turismo, las remesas y la inversión extranjera, han estado lidiando con este dilema. Por una parte, llegan dólares que luego tienen dificultades para colocar y usar en el mercado financiero internacional debido a las sanciones. Es la moneda del país que te sanciona. Tampoco han logrado estabilizar y lograr que sea funcional en el sistema cambiario el peso cubano, algo que no se pudo corregir con la reforma monetaria de 2021. Más bien empeoró en los últimos tres años con una inflación de tres dígitos y una devaluación sostenida de la tasa de cambio en el mercado informal. Por tanto, la dolarización parcial vuelve a ser la solución.
El Gobierno tal vez sacó la cuenta de que impulsar la redolarización es más fácil en el corto plazo que asumir el costo político de aplicar medidas de austeridad, subir impuestos, reducir gastos y cerrar empresas estatales para frenar el aumento de los precios.
Avanzar en la dolarización parcial institucional facilita la entrada de remesas por canales formales, le aporta liquidez a los bancos comerciales y a las cuentas en MLC, y le cierra espacios al mercado informal de divisas.
La desventaja, en cambio, sigue siendo que la dolarización parcial con dualidad de tasas de cambio es un second best, dado que genera distorsiones financieras y desigualdades; es decir, no asegura un crecimiento económico inclusivo y sostenido en el largo plazo.
Un elemento que puede haber influido en la decisión es que el BCC encontró una nueva vía para poder depositar/usar estos dólares en efectivo en el mercado financiero internacional, a pesar de las sanciones financieras de Estados Unidos.
El tema de fondo siempre ha sido el problema que tienen en poner estos dólares a funcionar en el mercado internacional; sobre todo después de las supermultas que les pusieron a los bancos internacionales que estaban aceptando dólares de Cuba y de otras naciones sancionadas.
Julio Carranza
Como medida específica, el error no fue ahora sino cuando se suspendió la bancarización del dólar. Esta vez, con argumentos un poco forzados, se regresa a la normalidad en ese sentido.
Sin embargo, viéndolo como se debe —o sea, no de manera aislada—, es parte de una situación de caos monetario en la economía cubana, agravada por el impacto del Ordenamiento. Es necesario ver el todo. Como medida aislada está bien haber rectificado esto, pero viendo el todo, como se debe, el problema es el caos monetario y cambiario, que no se soluciona con medidas aisladas.
La tasa de cambio está aún lejos de estar bajo el adecuado control de la política monetaria, en medio de lo cual, por una parte, medran intereses minoritarios que se benefician y, por otra, se afectan intereses generales de la economía y la sociedad.
Muchas veces lo he expresado y lo repito ahora, sin tiempo para explicarlo en detalles: las soluciones de la economía cubana pasan por completar una reforma económica profunda e integral. Por supuesto, sin desconocer los efectos del bloqueo genocida que persiste sobre la nación; pero hay mucho por hacer y por transformar, a pesar de esa presión.
Tamarys L. Bahamonde
La Resolución 63 de 2023 del BCC autoriza los depósitos bancarios en dólares. Esta política, aunque no es directamente parte de la llamada Tarea Ordenamiento, es resultado del impacto económico de las políticas diseñadas durante el Ordenamiento. Las decisiones adoptadas en los últimos años (incluida la ausencia durante mucho tiempo de un mercado formal de dólares) aumentaron las transacciones en el mercado informal y llevaron a la devaluación significativa del peso cubano.
Las políticas adoptadas ignoraron la existencia del mercado informal y las presiones que la escasez de oferta y la ausencia de mercado oficial de dólares generarían sobre el tipo informal de cambio, por tanto, sobre el peso cubano.
La llamada bancarización del dólar, aunque esperada, representa un retroceso en la intención inicial del Ordenamiento, que era la recuperación del peso cubano como medida de cambio y de atesoramiento. A pesar de ser una decisión lógica, dadas las circunstancias, afecta la capacidad del peso para jugar su rol como moneda. Es de esperar que se prioricen los depósitos en dólares, e incluso las transacciones en dólares, en lugar del uso de la moneda nacional.
En lo social, profundizará las inequidades existentes al mantener abierta la brecha entre quienes tienen acceso a dólares y quienes no.
Estas políticas monetarias, sin acompañamiento adecuado de políticas económicas que mejoren las condiciones productivas, incrementen la oferta de bienes y servicios e impongan un sistema de redistribución de recursos que beneficie a los ciudadanos vulnerables, resultan siempre en mayor inequidad e injusticia social.
Para la economía, el escenario actual es aún más complejo que el que dio lugar al Ordenamiento. Diferentes monedas en circulación, con diferentes tipos de cambio, así como el dólar bancario (MLC) controlando parte sustancial del comercio minorista, introducen distorsiones financieras muy difíciles de corregir.
Pedro Monreal
Sobre el Ordenamiento, se dijo oficialmente que una vez emprendido el proceso sería imposible dar marcha atrás; las medidas “parche” expresan una obstinación continuista. Un modelo incoherente no necesariamente colapsa rápidamente. Pudiera durar y asimismo su efecto empobrecedor.
Precios topados, dolarización parcial, tinglados importadores online, mercados cambiarios atrofiados, cuerpos de inspectores, y ahora la reaceptación de USD en los bancos, son acciones no solamente marginales, sino que además contradicen el modelo del Ordenamiento.
Los componentes del Ordenamiento (unificación monetaria y cambiaria, macro devaluación del peso, fin de subsidios, aumento de salarios y precios) terminaron por potenciar los efectos de la pandemia y colocar el país en una estanflación de la que no se avizora salida.
El Ordenamiento arrancó con una contradicción de “secuencia” que lo estropeó en poco tiempo: se intentó modificar precios relativos sin hacer previamente una reforma estructural del aparato productivo; en especial, de las empresas, el mercado y la propiedad.
La decisión de aceptar USD físico para acreditar cuentas en MLC debería ser entendida como uno de los varios recosidos a la ambiciosa pero mal diseñada y mal aplicada reforma del “Ordenamiento”.
Ya se bancarizaba en USD. Lo nuevo es el USD físico para tratar de incrementar las remesas, algo en que fracasaron el mecanismo bancario anterior y el raquítico mercado cambiario estatal.
Apuntalar la dualidad monetaria (MLC) no es la dirección correcta, según el propio “modelo” oficial.
Omar Everleny
La medida de volver a permitir que entren dólares físicos al sistema bancario contradice lo anunciado en la Tarea Ordenamiento.
Hay que recordar que a finales de 2020 el presidente Díaz-Canel, acompañado por Raúl Castro, anunciaba en la TV cubana que a partir del primero de enero de 2021 comenzaría la unificación monetaria y, por consiguiente, que en un término de seis meses desaparecería el CUC, ya que era un paso decisivo en el ordenamiento monetario del país. Esto dejaría como única moneda oficial el peso cubano (CUP), con una tasa única oficial de conversión de 24 pesos por dólar.
La medida de ahora es positiva en términos de que el Estado tiene como expectativa que rápidamente la población comience a depositar dólares en el sistema bancario para acceder a las tiendas en MLC. Sin embargo, habría que ver en la realidad cuál sería ese comportamiento.
Pero el Estado deberá ir más allá; es decir, permitir que se paguen en dólares las remesas que los cubanos reciben vía Western Union; que la tasa oficial de conversión de dólares a pesos cubanos se acerque más a la tasa informal; y que las nuevas tiendas que se abran en el comercio minorista con compañías extranjeras funcionen con dólares físicos, tal como ocurrió en Venezuela con la recuperación de su comercio minorista.
La acción por sí sola no lograría lo que el país necesita para su recuperación. Aunque en la medida en que la oferta de dólares se incremente, podría bajar la tasa de pesos a dólar en el mercado informal.
Los contra de la medida pueden ser varios; entre ellos, que tiende a alejar aún más la idea de tener un mercado en el que solo se utilice la moneda en la cual se erogan los salarios y otros pagos en el país.
Dólar sí, dólar no, dólar sí: ¿Qué es lo conveniente, por fin?
Antonio Romero
La resolución número 63 del Banco Central de Cuba, de fecha 6 de abril de 2023, deroga la norma de igual tipo (Resolución 176) de junio de 2021, que prohibía la aceptación del dólar estadounidense en efectivo por parte de los bancos e instituciones financieras no bancarias. De tal forma, el BCC autoriza de nuevo los depósitos de dólares en efectivo en las cuentas en divisas que mantienen ciudadanos cubanos, lo que pudiera considerarse una medida positiva, aunque de poca trascendencia cuando se visualizan los complejos problemas que enfrenta la economía cubana en la actualidad.
Sin dejar claro por qué ahora se aceptan estos depósitos en efectivo —las razones expuestas a mediados del 2021 mantienen total vigencia—, esta medida tendría efectos beneficiosos para un sector de la población y de la economía nacional (ciudadanos con cuentas bancarias en moneda libremente convertible y MIPYMES privadas), quienes pudieran transparentar parte de sus operaciones en divisas y bancarizar ciertas transacciones. De igual forma, esta medida sería funcional a un posible incremento de las remesas privadas —en efectivo— desde el exterior. Téngase en cuenta que a partir del acuerdo logrado finalmente entre la Western Union y una nueva entidad cubana, desde inicios de este año, se transfieren envíos de hasta 2 000 dólares en una sola transacción a ciudadanos cubanos con tarjetas de débito o cuentas en el Banco Popular de Ahorro, el Banco Metropolitano S.A. y el Banco de Crédito y Comercio.
Dadas las incongruencias y distorsiones del mercado cambiario en Cuba, esta nueva resolución del BCC no tendría efectos muy perceptibles ni a largo plazo sobre el tipo de cambio del peso cubano en el mercado informal; y en todo caso amplía el espacio para la dolarización que exhibe la economía cubana.
En realidad, la implementación de un coherente programa de estabilización macroeconómica (PEM) debiera ser la máxima prioridad de las autoridades del Gobierno cubano, en tanto el mismo enfrentaría —en caso de aplicarse integralmente—, las enormes distorsiones macroeconómicas que están en la base del prolongado estancamiento de los últimos años y de la creciente inflación que vive el país. Sin enfrentar decididamente estos desequilibrios macroeconómicos hay muy reducidas posibilidades de implementar medidas de política para promover el crecimiento y el desarrollo de la nación.
El éxito de un PEM (con sus componentes de austeridad y reforma fiscal, modificaciones en la política monetaria y cambiaria, coordinación macroeconómica, paulatina desdolarización, etc) solo será exitoso si se acompaña de un programa de transformaciones estructurales en Cuba (modificaciones de calado en la estructura de propiedad, en el sistema de empresas estatales, en el mecanismo de asignación de recursos y en los términos de relacionamiento económico externo).
La medida parece buena pero la brecha por la inequidad de los que tienen acceso al dólar y quienes no será mayor y más grave
Una pregunta a los economistas. Porqué una vez mas se toma al Dólar como referencia, cuando muchas economías van hacia la desorganización de sus transacciones comerciales, además de todos los problemas que nos acarrea el bloqueo?
Saludos