El obispo y cardenal cubano Jaime Ortega, de 82 años, quien se desempeñó durante años como arzobispo de La Habana, se encuentra en estado grave, según han dado a conocer varias publicaciones religiosas.
“Desde anoche la salud de nuestro hermano obispo y cardenal por muchos años Jaime Ortega se debilitó en extremo”, señaló la mañana de ayer en su página de Facebook la Parroquia San Antonio María Claret de Santiago de Cuba.
La publicación dio a conocer que Ortega padece cáncer en estado terminal y desde el viernes “está inconsciente y lo mantienen sedado”.
Nacido en Jagüey Grande, Matanzas, Ortega estudió en el Seminario de San Alberto Magno en Matanzas y en el Seminario de los Padres de Misiones Extranjeras en Quebec, Canadá. Fue ordenado sacerdote el 2 de agosto de 1964 y asignado a varias parroquias en la Diócesis matancera.
También se desempeñó como pastor de Jagüey Grande en un momento de tensiones en las relaciones Iglesia-Estado. Fue presidente de la Comisión Diocesana de Catequética y realizó un apostolado con los jóvenes de la diócesis. Impartió Teología Moral en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio, en La Habana.
El l4 de diciembre de 1978 el Papa Juan Pablo II lo nombró Obispo de la Diócesis de Pinar del Río. Fue presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba de 1988 a 1999.
El 26 de noviembre de 1994 fue elevado a Cardenal. Fue uno de los cardenales electores en el cónclave papal de 2005, que eligió al Papa Benedicto XVI. Y uno de los que en 2013 eligió al Papa Francisco.
Ortega dejó de ser Arzobispo de La Habana en abril de 2016, 4 años después de haber presentado su carta de renuncia.
Monseñor Ortega fue una figura clave en el proceso más arduo en el que participó la Iglesia Católica en Cuba en los últimos años: la mediación que daría paso al restablecimiento de relaciones diplomáticas y al inicio de la normalización entre los gobiernos de La Habana y Washington.
Con mediación del Cardenal, la presidencia de Raúl Castro llevó a buen puerto importantes procesos negociadores como la liberación de los 75 prisioneros políticos encarcelados en 2003, la mayoría de los cuales fueron trasladados junto a sus familias hacia España, durante el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero.