De visita a Cuba, el arquitecto francés Jean Nouvel conversó con estudiantes y colegas cubanos en la sede de Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).
Durante el encuentro, Nouvel dijo que el papel de la arquitectura en el siglo XXI debe ser el de transformar. “No se puede añadir más cosas, lo que hay que hacer es cambiarlas, mutarlas”.
“Yo he vivido una degradación del papel del arquitecto. Al principio, cuando diseña un edificio, tenía una responsabilidad. Escogía a los integrantes de su equipo, los programas, las mejores opciones, su organización, tomaba las decisiones sobre la forma de ejecutar el proyecto, era él quien hacía los planes de inicio a fin, era él quien consultaba a la empresa y era él quien planteaba los modos de consulta y cuando las empresas eran llamadas por los clientes, era él quien hacía los análisis de los precios y quien proponía los clientes las empresas que eran adecuadas.
Hoy en Francia el arquitecto no conoce ni el precio de la obra, se pretende que sea el responsable pero en realidad no lo es. El resultado es una empresa con una descalificación cada vez mayor. Ya no hay condiciones de licitación, existen dos o tres empresas que tienen el control, llegan a acuerdos entre ellas, y no hay control de precios. Sin embargo el arquitecto se encuentra ante una situación que debe solucionar sin ningún poder. En resumen, se le pide al arquitecto que haga una diferenciación en la fachada, pero ya está decidido de antemano lo que se va a hacer.
El papel del arquitecto es testimoniar su generación, lo que le gusta a esa generación y hacerlo con profundidad. Los arquitectos deberían tener derecho de decidir sobre el planeamiento urbano, porque es un proceso que incluye a esta y otras disciplinas, pero también el arte, y la plástica, y la forma en que se hará sostenible, porque una ciudad no puede crecer ni ampliarse indefinidamente. Y eso hay que hacerlo apasionadamente, porque para comenzar algo, hay que tener una pasión.”
Refiriéndose a La Habana, comentó que “La Habana es una ciudad que no está “contaminada” por la tendencias de reproducir las mismas soluciones, grandes edificios, reiteración de ciertos colores, que sí son muy visibles en otras urbes. Independientemente de las condiciones económicas en Cuba, el paso del tiempo forma parte de la arquitectura de este país, donde los colores toman una importancia mucho más fuerte.
“Para modernizar La Habana –explicó– esta tiene que mutar, transformarse y crecer. Tiene que destacarse el trabajo del arquitecto, testimoniar lo que le gusta a través de varias generaciones, con el fin de alcanzar una sedimentación cultural para reinterpretar los métodos de construcción. Se tiene que partir de la cultura si se quiere buscar modernizar la ciudad, ese es el camino”.
Jean Nouvel es reconocido internacionalmente por sus monumentales obras arquitectónicas entre las que destacan el Palacio de Justicia de Nantes, en Francia, la Torre Agbar, en Barcelona, el Instituto del Mundo Árabe, en París y la ampliación del Museo Reina Sofía, en Madrid, España.