Hace ya más de un mes, las autoridades cubanas aprobaron las primeras 35 micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes). Lo hicieron poco después de dar el visto bueno al surgimiento ―o, en realidad, resurgimiento, a más de 50 años de su eliminación por el gobierno revolucionario en la década de 1960― de estos actores económicos en el país, una medida largamente reclamada por economistas, académicos y representantes del sector privado en la Isla, que veían limitado su accionar y perspectivas y que, incluso, sobrepasaban en la práctica los límites establecidos en ese momento por las regulaciones existentes.
Así que cuando el actual gobierno finalmente autorizó la creación de Mipymes, tanto privadas como estatales, muchos celebraron la noticia, aunque se hiciera con más cautela de la deseada y en medio de un contexto crítico para la economía cubana, fustigada por el impacto de la pandemia, las dificultades e ineficiencias internas y las sanciones de EE.UU., multiplicadas por Trump y mantenidas por Biden luego del breve “deshielo” en los años finales de la Administración Obama.
Sin embargo, no pocos especialistas hicieron notar con prontitud las limitaciones internas y externas que podrían afectar el desempeño de las recién nacidas Mipymes cubanas y lastrar sus posibilidades reales de desarrollo y su aporte al entramado económico de la Isla. Entre estas señalan, por ejemplo, los propios efectos de la pandemia y el embargo estadounidense y las dificultades que estos y otros factores generan para la obtención de los insumos y productos necesarios para su labor; la escasez de divisas, la devaluación del peso cubano y la creciente inflación en el contexto del “ordenamiento monetario”; la “mentalidad cerrada” de administrativos, funcionarios y empresarios estatales para negociar con las nuevas empresas privadas y propiciar encadenamientos productivos beneficiosos para todos, y los propios límites fijados por la normativa fundacional de este renacido actor económico.
Entre estos últimos se cuentan la obligatoriedad de realizar sus importaciones y exportaciones a través de empresas estatales, el impedimento de contar con socios extranjeros ―si bien la Mipyme puede, al menos en teoría, conformar una empresa mixta con una compañía foránea y recibir créditos en moneda extranjera― o de que alguno de sus socios pueda serlo de más de una Mipyme, la imposibilidad de establecer matrices o filiales, algunos aspectos de su regulación tributaria, y la polémica prohibición de un grupo de actividades consideradas “estratégicas” por el gobierno ―como las relacionadas con la salud, las telecomunicaciones, la energía y la prensa― y otras no tanto, como las que realizan arquitectos, contables, guías de turismo y otras profesiones incluidas en la lista vetada para el trabajo por cuenta propia.
“Con esas señales es muy difícil prever, al menos inmediatamente, que las Mipymes sean otro motor impulsor de la economía, a pesar de sus enormes potencialidades”, comentó el mes pasado a la agencia española EFE el economista cubano Omar Everleny, al valorar el complejo escenario para el resurgimiento las micro, pequeñas y medianas empresas en la Isla. Y poco después, en un texto publicado en OnCuba, el propio especialista aseguró que “el perfeccionamiento de los actores económicos debe llevar a reconocer las dificultades por las que tendrán que atravesar las nuevas empresas que se están creando”.
“Si el Estado ha obrado con cierto pragmatismo y permitido las Mipymes en esta coyuntura adversa, el ‘ahora sí’ debe venir acompañado de otras decisiones que aún lastran el aprovechamiento óptimo del potencial de ese tipo de negocios”, añadió entonces Everleny.
No obstante, aun con los límites y las dificultades señaladas, ya son más de 500 las Mipymes aprobadas por el gobierno de Cuba ―la inmensa mayoría de ellas, privadas, y más de la mitad reconversiones de negocios preexistentes―, que ha reiterado que no pondrá tope para estos nuevos actores. De ser así, el también economista Pedro Monreal ha calculado que, dado el potencial existente en el país y el respaldo gubernamental a su rápida conformación, en corto tiempo pudieran surgir unas 14.000 en la Isla. Y se ha preguntado ―según cita el periódico español El País― “¿cómo un esquema de planificación centralizada que no es efectivo para operar unas 2.000 empresas (estatales) tendría la capacidad para asimilar un tejido empresarial siete u ocho veces mayor que el actual, en un plazo relativamente corto?”.
Pero más allá del escenario general y sus análisis ―críticos u optimistas― a futuro, los nuevos posibles empresarios han acogido favorablemente la medida, a juzgar por la rápida respuesta de un amplio grupo a las convocatorias del Ministerio de Economía y Planificación (MEP) para la conformación de Mipymes una vez que la norma entró en vigor, y por los criterios y testimonios de varios socios de empresas ya aprobadas, que han sido publicados en medios de prensa cubanos y extranjeros. Y, visto desde la perspectiva particular de quienes han hallado en esta apertura una esperada vía para hacer crecer su negocio, parece lógico que así sea.
Hablan los empresarios
Tras cumplirse un mes de la aprobación de las primeras Mipymes, OnCuba quiso conocer la experiencia y opinión de nuevos empresarios privados en la Isla. Para ello contactó con varios de los beneficiados en el primer paquete de 35 micro, pequeñas y medianas empresas, a quienes preguntó acerca de sus razones para iniciar el proceso, la marcha del mismo y sus objetivos y expectativas luego de 30 días de su autorización gubernamental. Y, como resultado de nuestra indagación, les ofrecemos las respuestas de tres de ellos, las que, en nuestro criterio, pueden contribuir aún más al conocimiento y debate sobre este resurgido y necesario actor de la economía cubana.
Interrogado sobre sus motivos para constituir una Mipyme, Abel Bajuelos, uno de los dos socios de Addimensional, consideró que este “es un paso natural y lógico, indispensable para cualquier emprendimiento con objetivos, resultados y propuestas de valor claras”. Para este emprendedor cubano, quien lidera un proyecto de servicios de fabricación digital a partir de manufactura aditiva ―es decir, de impresiones 3D―, esta conversión supone para su negocio mayores beneficios económicos, comerciales, tecnológicos y legales que los derivados de su estatus previo como trabajador por cuenta propia, y tiene, además, un significado positivo “para la evolución del pensamiento a nivel nacional”. “La economía la hacen las personas, y si estas evolucionan ella también lo hace”, afirmó.
Mientras, Luis Betancourt, socio único de DFORJA Creaciones, microempresa dedicada a la fabricación de muebles y la restauración de muebles e inmuebles, dijo a OnCuba que dio este paso “puesto que nuestro interés es crecer”. “Nos constituimos como Mipyme para lograr la consolidación de la empresa como persona jurídica, lo cual nos brinda la igualdad necesaria ante otros actores de la economía y, a su vez, nos permite lograr el desarrollo de nuestra actividad en beneficio del municipio”, aseguró.
“En cuanto a los beneficios para la economía cubana ―apuntó de manera general―, es importante destacar que estos nuevos actores económicos mediante el desempeño de su actividad ingresan al país las divisas necesarias a través de la exportación de sus servicios y productos, sustituyen importaciones y brindan bienes y servicios al pueblo”.
Por su parte, Alain Peña, líder y uno de los fundadores de Pyxel Solutions, Mipyme especializada en la creación de productos y servicios en el campo de la informática y la comunicación, comentó que entre las ventajas de ese paso para su emprendimiento “el primer elemento a mencionar es la dimensión legal, pues de este derivará el resto de los beneficios económicos, comerciales y de otra índole”. “A partir de la conversión a Mipyme, adquirimos personalidad jurídica y eso en primera instancia, significa que dejamos de gestionar proyectos a título personal, es decir como un Trabajador por Cuenta Propia y comenzamos a hacerlo como empresa, con las bondades que eso implica”, explicó a OnCuba.
“De este punto no solo derivan beneficios para nosotros como equipo, sino para las instituciones y empresas con las que tradicionalmente trabajamos, pues debemos recordar que, desde nuestra fundación hace casi 9 años, el sector estatal cubano es uno de los principales beneficiarios de las soluciones que aportamos. Al adquirir personalidad jurídica, el ambiente de colaboración y contratación se torna más confiable y seguro para ambas partes. Ante cualquier circunstancia, el proyecto ya no responde a una sola persona, sino a un equipo; es decir, el producto deja de ser, desde el punto de vista legal, patrimonio de una sola persona”, precisó.
“Digamos que en este punto disminuyen considerablemente muchas de las condicionantes que limitaban los vínculos y alianzas ―posibles y probables―, entre el sector estatal y no estatal, nada más y nada menos que en el marco del ordenamiento económico-monetario que vive Cuba en la actualidad y de una crisis sanitaria brutal no solo en Cuba, sino en el mundo”, añade Peña, quien sostiene que la creación de las Mipymes “es una oportunidad significativa para desatar fuerzas productivas en Cuba” y asevera que la conversión de su negocio en una de ellas “ha motivado el interés de varias entidades a hacer alianzas con nosotros”.
En cuanto al proceso de aplicación y aprobación de estos emprendimientos para convertirse en Mipyme, los tres nuevos empresarios coincidieron en resaltar su rapidez y calidad. Para Peña, por ejemplo, todo transcurrió “bastante lineal y expedito; hicimos la presentación y en siete días, justo como nos comunicaron, nos dieron la respuesta, en este caso la aprobación”. Bajuelos, por su lado, asegura que fue “espectacular, inédito en su fluidez, agilidad y nivel de automatización, un verdadero cambio”, y resaltó el respaldo “total” del MEP y la Academia, algo que también destacó Betancourt.
“Fuimos llamados para la necesaria capacitación al respecto del proceso que se iniciaría en septiembre, y hasta ahora hemos contado con el acompañamiento y apoyo del MEP y las instituciones involucradas, para cumplir los plazos establecidos y lograr que el proceso sea orgánico. A nuestro criterio quedó demostrada la capacidad y el compromiso de todo el personal involucrado para que el proceso funcione y funcione bien”, apuntó el líder de DFORJA.
Acerca de lo sucedido con la empresa el primer mes desde que fuera aprobada como Mipyme, Betancourt opinó que los procesos han ido avanzando “al ritmo esperado, gracias a la informatización que se ha puesto a disposición de estos nuevos actores económicos y sociales”. Además, contó que desde su aprobación han sido contactados por medios de prensa cubanos y productores audiovisuales, para la realización de trabajos periodísticos y promocionar sus servicios, así como por otros trabajadores por cuenta propia “en busca de asesoramiento”.
Sobre Addimensional, Bajuelos reconoció que “realmente no hemos experimentado mucho como Mipyme todavía”, pero afirmó “hasta ahora todos los pasos marchan según lo previsto”. En tanto, el fundador de Pyxel Solutions no se mostró tan satisfecho como sus colegas con la manera en que iban marchando las cosas luego de su aprobación. “El resto de los procesos ―entre los que mencionó la firma notarial para proseguir con el registro mercantil, algo que finalmente hicieron esta semana― no ha tenido el mismo nivel de operatividad que la aplicación/aprobación”, dijo a OnCuba en el momento en que lo contactamos. “Creímos que sería más rápido”, se lamentó.
Aun así, Peña prefirió no hablar de insatisfacciones y dificultades al ser preguntado directamente por estas. “Más que insatisfacciones, ahora mismo vemos oportunidades. Según la proyección del gobierno, creemos que con estas medidas se abren nuevos caminos, pues la ley de empresas valora a todos los actores que intervienen en la economía cubana, que, además, se está considerando también como una sola. Privados o estatales, los principios elementales de gestión son los mismos”, sostuvo. En su criterio, “cada una de estas Mipymes, o un conjunto de ellas, van a cubrir sectores del mercado que se irán optimizando y, por tanto, la sociedad se va a beneficiar”.
En una cuerda similar, Bajuelos opinó que “ahora mismo lo que hay que hacer es trabajar duro y demostrar cuánto se puede hacer”. “La mejor manera de abordar las insatisfacciones es mostrando resultados indiscutibles”, dijo sin referir explícitamente las dificultades que encuentra o podría encontrar para su labor, algo que, por el contrario, sí hizo Betancourt. Para él “sería necesario engrasar los mecanismos de algunas entidades importadoras, que no funcionan con la premura que demanda esta nueva forma de gestión”. Desde su punto de vista “sería bueno para la economía sustituir importaciones y poder adquirir producciones nacionales, aunque fuera en MLC (moneda libremente convertible”, porque con ello, aseveró, “se reducirían los costos”.
De igual manera, hizo referencia a la existencia de “barreras mentales” que es necesario superar para un funcionamiento más óptimo de las Mipymes en el entramado económico cubano y sugirió “la creación de espacios para conectar con todos los actores económicos del país, logrando negociaciones” y “la constitución de entidades que concentren las materias primas, como una zona franca, en La Habana”.
Las Pymes: nuevo escenario, viejos problemas y posibles soluciones
Finalmente, sobre las perspectivas y objetivos de su negocio como Mipyme, el propio Betancourt señaló su intención de alcanzar “el crecimiento sostenible de la empresa, a través de la diversificación de nuestros productos, para satisfacer la demanda existente en el país”. También, “lograr la superación de nuestros trabajadores para, junto con nuestro quehacer como actor económico, lograr ser un actor social en la transformación de nuestra comunidad”, así como “dar oportunidades a niños y jóvenes de tener un espacio para el aprendizaje de estos oficios”.
Bajuelos, por su parte, dijo “el objetivo a corto plazo” de Addimensional es “escalar en capacidades, y por ende en soluciones, con un potencial tremendo de impacto inclusive a nivel regional, pues la penetración y niveles de adopción del ecosistema de tecnologías de manufactura aditiva recién empieza a despegar en el mundo”. “Es una oportunidad histórica para Cuba desarrollar y crear capacidades sobre un substrato tecnológico que es la columna vertebral de lo que desde Alemania coloquialmente han llamado Industria 4.0”, agregó.
Y para Peña, la conversión de su emprendimiento en Mipyme supone “un excelente momento para impulsar alianzas con empresas que anteriormente ya habíamos tenido contactos y negociaciones, para las que nuestras soluciones son sumamente útiles ―sobre todo, en la informatización de sus procesos― y que no se habían podido concretar por la falta de personalidad jurídica de Pyxel Solutions”.
“Se está abriendo un diapasón de mercado bastante interesante. Entonces, a corto plazo tenemos la intención de concretar ideas, proyectos y negociaciones, que hemos llevado a cabo por años y que no se pudieron concretar por las razones antes enunciadas, con propuestas competitivas y actualizadas. Asimismo, tenemos el reto de acompañar y asistir al nuevo sector empresarial naciente, que sabemos tiene necesidades de informatización de sus procesos”, concluyó.