El Papa Francisco nombró oficialmente cardenal al arzobispo de La Habana, Monseñor Juan de la Caridad García, en una ceremonia celebrada este sábado en la basílica de San Pedro, en el Vaticano.
García, cuyo nombramiento había sido anunciado por el Sumo Pontífice el pasado 1 de septiembre, fue uno de los 13 nuevos cardenales confirmados por Francisco, y uno de los diez menores de 80 años y, por tanto, posibles participantes en un futuro Cónclave.
Además, es uno de los dos latinoamericanos que recibieron el anillo y la birreta cardenalicia, junto al guatemalteco Álvaro Leonel Ramazzini Imeri. Como parte de su nombramiento se le concedió la diaconía y su iglesia en Roma: la de los Santos Aquila y Priscila.
Tras su nombramiento oficial, Monseñor García –quien asume como nuevo cardenal cubano tras el fallecimiento de Jaime Ortega–, pidió a la iglesia cubana “continuar siendo fiel”, realizando “la maravilla de la fe, de la esperanza y de la caridad, y perseverar en este camino, que ha sido largo pero al mismo tiempo hermoso”.
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Los otros cardenales nombrados por el Papa en el consistorio de este sábado fueron los españoles Miguel Ángel Ayuso, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, y Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat desde 2017. También el canadiense Michael Czerny, subsecretario de la Sección de Migrantes; el italiano Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia; y Fridolin Ambongo Besungu, arzobispo de Kinshasa en la República Democrática del Congo.
Además, José Tolentino Medonça, archivero y bibliotecario vaticano; Ignatius Suhayo, arzobispo de Yakarta, Indonesia; y Jean Claude Hellrich, arzobispo de Luxemburgo; al tiempo que los tres nuevos cardenales que no votarán en un fututo Cónclave por ser mayores de 80 años, son: Michael Louis Fitzgerald, arzobispo emérito de Nepte, Túnez; Sigitas Tamkevicius, Emérito de De Kaunas, Lituania, y Eugenio dal Corso, emérito de Benguela, Angola.
Los nuevos purpurados representarán los temas claves del pontificado de Francisco: las periferias, los migrantes, el miedo ambiente y el diálogo interreligioso.
Francisco afianza así su influencia en un Cónclave, en un momento en el que su pontificado recibe fuertes críticas por una parte conservadora de la Iglesia e incluso se habla de un área que intenta influir las decisiones en la elección del futuro Papa.
Tras nombrar a los nuevos cardenales, el Sumo Pontífice los invitó a sentir compasión, pues aseguró que muchos comportamientos desleales de hombres de Iglesia se deben a su falta de compasión y a la indiferencia.
“El papel que ocupamos no es suficiente para hacernos compasivos”, lamentó.
Ayuso fue el encargado de leer en nombre de los nuevos purpurados una alocución ante el Papa en la que aseguró “la sincera y sincera cooperación” y “la certeza de que nos encontrará cerca y listos para apoyarlo en la misión que Nuestro Señor le ha confiado”.
Durante la ceremonia, los purpurados se acercaron al Papa uno a uno y se arrodillaron ante él y recibieron el anillo cardenalicio, “símbolo de su nuevo compromiso universal con la Iglesia”, y la birreta cardenalicia, “roja en memoria de la sangre de los mártires que dieron su vida por defender su fe”.
Con sus consistorios, Francisco ha cambiado el colegio cardenalicio nombrando a purpurados procedentes de los rincones más alejados del planeta, con una menor presencia de italianos y una constante atención a Latinoamérica y a España.
Con la creación de los trece cardenales, de ellos diez menores de 80 años y por tanto posibles participantes en un cónclave, el colegio cardenalició pasa a tener 225 miembros, de ellos 128 electores.
Los elegidos por Jorge Bergoglio, quien cumplirá 83 años en diciembre, pasan a ser 67 de esos 128, mientras que 43 fueron elegidos por Benedicto XVI y 18 por Juan Pablo II, por lo que los purpurados elegidos por Francisco con su misma visión serán mayoría a la hora de elegir al próximo pontífice.
Si el Papa argentino sigue al frente de la Iglesia por varios años más –algo probable por su buen estado de salud– podría continuar nombrado nuevos cardenales una vez por año, como ha hecho hasta ahora, con lo que ampliaría la mayoría “bergogliana” hasta pasar los dos tercios de votos necesarios para elegir un sucesor bien preparado y seguro, apuntan medios internacionales.