La falta de aceite vegetal en los mercados ha sido la comidilla en Cuba las últimas semanas. Como antes lo fue –y en algunos lugares lo sigue siendo– el pan, y también el huevo y el pollo.
Aunque no es nuevo en esta lista, que periódicamente experimenta altas y bajas, lo del aceite ganó ribetes dramáticos. Largas colas, en más de un caso con auxilio policial, se multiplicaron a lo largo y ancho de la Isla –allí donde se vendía el codiciado producto de cocina– y fueron reportadas en las redes sociales.
Esta situación ha disparado las alarmas, en momentos en que la crisis de Venezuela revive en muchos cubanos los fantasmas del Período Especial.
Incluso, el tema llegó la semana pasada al Consejo de Ministros, donde el presidente Díaz-Canel reconoció que “ha existido desabastecimiento” de este y otros alimentos básicos y pidió “una dinámica más creciente de la economía en este año, para lograr un impacto en la alimentación de la población”.
Apenas horas después de su llamamiento, la prensa cubana informó que la producción de aceite vegetal había sido retomada “para el occidente del país”.
Harley Trujillo, director general de la Empresa de Aceites y Grasas Comestibles Habana, explicó a la Agencia Cubana de Noticias (ACN) que “desde inicios del año” hubo una demora en la llegada de la materia prima, pero que tras estabilizarse la entrega “se aceleró un proceso productivo continuo, de 24 horas, que posibilitará mayor presencia de aceite envasado en la red de tiendas”.
Trujillo aseguró que “no existe dificultad para que se restablezca y se mantenga el aprovisionamiento en las tiendas” y que se cuenta con la capacidad tecnológica “para suplir las necesidades” de quienes viven en la parte occidental, aunque no especificó cuáles eran los límites de la región beneficiada.
Afirmó también que el plan de producción de su empresa rondaba las 1,600 toneladas mensuales, pero que por los problemas referidos, hasta el 28 de febrero solo habían producido 2,965 toneladas, una cantidad inferior a la estimada.
Además, dijo que su empresa prevé un incremento de 5,000 toneladas a su plan anual, “en aras de dar respuesta a la elevación de las demandas” de la población y el sector privado que –salvo algunas cooperativas— carece de un mercado mayorista para abastecerse.
De cumplirse esas previsiones, incluyendo el plus ahora anunciado, la producción de la empresa habanera rondaría las 20,000 toneladas en el año, casi la misma cantidad que toda la fabricada en Cuba en 2017 (último dato publicado por la Oficina Nacional de Estadística), cuando se produjeron alrededor de 23,500 de toneladas de aceite vegetal refino.
Ese propio año, Cuba importó 57,561 toneladas de aceite refino de soja y 2,029 de aceite refino de girasol, las que sumadas ascendieron a poco menos de 60,000 toneladas.
En total, estos y otros aceites importados, de conjunto con los hechos en la Isla, aportaron entonces a la circulación mercantil 118,700 toneladas, de las cuales 68,100 fueron destinadas a la red minorista, donde los cubanos adquieren mayoritariamente el aceite de cocina pues la canasta básica subsidiada solo destina aproximadamente un cuarto de litro al mes por persona.
Ambos mercados –el liberado y el racionado– son beneficiados ahora por la producción “acelerada” de los últimos días, de acuerdo con Trujillo, quien, sin embargo, no definió cuánto podría tardar la normalización del producto, pero aseveró que “no hay motivo para esperar o prepararse para un período de escasez”.
Sin embargo, como reconocía el reporte de la ACN, “terminar las largas colas en los supermercados no es cosa de dos días” y dependerá de factores que van desde el cumplimiento de las importaciones y su financiamiento, hasta la voluntad de funcionarios y trabajadores estatales “traducida en organización y control”.
También falta por aclararse, al menos públicamente, en qué punto se encuentra la producción y distribución del producto en el oriente cubano, algo de lo que no han dicho nada en fechas recientes ni la ACN ni otros medios de prensa.
De momento, en el mercado negro –que nunca falta en Cuba cebado por las carencias cotidianas– el litro de aceite ha escalado hasta los 80 y 100 pesos cubanos (CUP), alrededor de la octava parte del salario medio mensual de los trabajadores estatales.
Mientras, en las tiendas en divisa, aunque su precio sigue siendo el mismo –sobre los 2,00 pesos convertibles (CUC) o 50,00 CUP–, ha llegado a racionarse a dos botellas por persona y, donde no, la gente ha comprado todas las que le han permitido sus bolsillos. Por si acaso.
En ese río revuelto han hecho su agosto los revendedores y lo seguirán haciendo hasta tanto no se estabilice el aceite en los anaqueles. Hasta entonces, seguramente, las colas también seguirán.