Hace un siglo, en Cuba tomó posesión de la presidencia Alfredo Zayas Alfonso, el típico corrupto liberal latinoamericano. No mató a nadie, pero convirtió al relajo en institución nacional. Su esposa —qué casualidad— se sacó el premio gordo de la Lotería Nacional. Y él, en vida, se erigió una estatua.
Menocal, a quien Zayas sustituyó, había gastado 600 millones de pesos más que todos sus antecesores juntos.
Las vacas flacas —crisis económica— siguen apretándole las tuercas a la gente. Así, por ejemplo, se deroga el jornal mínimo de tres pesos que recibían los empleados estatales.
¡Qué desgracia! Fulgencio Batista ingresa en el ejército.
Fue instituido en Cuba el Día de las Madres.
Fundan el Colegio Farmacéutico de La Habana.
Surge la Federación Obrera Habanera
Se crea el Instituto de Meteorología (que la gente apodaría como Instituto de Mentirología).
La firma Trinidad y Hno. establece una fábrica de cigarrillos en Ranchuelo. Comienzan a funcionar los laboratorios Gravi de Jovellanos.
Hay una nueva ola de inmigrantes judíos, como resultado de las restricciones impuestas por Estados Unidos en cuanto al ingreso a ese país. Los judíos esperaban pasar a la nación norteña, pero muchos se asentaron definitivamente en Cuba.
Gallegos residentes en la Isla fundan la asociación Hijos del Ayuntamiento de Cedeira.
Es instituida la Quinta Balear.
Inauguran el cine Valentino, en la habanera Esquina de Tejas.
Abre sus puertas el Teatro Principal de la Comedia.
En la escena del Alhambra, se exhibe La carretera central, con música de Anckermann y libreto de Villoch.
Se presenta en Cuba el tenor italiano Tito Schipa. Muere Enrico Caruso, quien había actuado aquí en el año precedente.
Sube a la escena, en el entonces Teatro Nacional, Parsifal, de Wagner. Es estrenada la ópera La esclava, de José Mauri.
Crean el Grupo Literario de Manzanillo.
Se publican: Los cabildos afrocubanos, de Fernando Ortiz; Vocabulario cubano, de Constantino El Españolito Suárez; El mar y la montaña, de Regino Boti.
Nicolás Guillén comienza los estudios de Derecho, que pronto abandonará “por repugnancia”. También Alejo Carpentier se suma al estudiantado universitario, en Arquitectura. Sus resultados en tal empeño serán similares a los de Guillén.
Nuestro compatriota José Raúl Capablanca, tras derrotar a Enmanuel Lasker, se convierte en campeón mundial de ajedrez.
La policía insiste en cuanto a la vigencia de la prohibición de los toques de tambor y “los movimientos y frases indecentes que los acompañan”.
Nacen: el comandante médico Eduardo Bernabé Ordaz, quien humanizó los hospitales psiquiátricos del país; Aida Diestro, creadora del cuarteto Las D´Aida; el musicólogo y pianista Odilio Urfé; el escritor Cintio Vitier; el poeta Octavio Smith; el músico Frank Emilio Flynn y el historiador César García del Pino.
Mueren: el general del Ejército Libertador Enrique Collazo; Miguel Faílde, creador del danzón; el millonario José López Rodríguez, Pote. También Emilio Bobadilla, “Fray Candil”, a quien calificaban como “un terrorista de la prensa”, por lo cual se pasó la vida batiéndose en innumerables duelos.
Crean en el habanero reparto Lawton el Asilo Santa Marta, hoy Hogar de Ancianos 28 de Enero.
Ojo, el disparate no es un invento de nuestros días: están empedrando calles camagüeyanas con adoquines noruegos.
Se inician vuelos diarios para transportar correspondencia y pasajeros entre Key West y la Isla. Hoy nos parecerá risible, pero sépase que las naves llevaban palomas mensajeras para poder avisar a tierra en caso de surgir alguna emergencia.
Comienza el servicio postal aéreo nacional, con vuelos La Habana-Santa Clara-Santiago de Cuba.
La aviatriz francesa Hebaux efectúa varios vuelos de exhibición en el aeropuerto de Columbia.
El país cuenta con 28 mil teléfonos.
La gastronomía cubana estrena el “arroz relleno”, pepitoria de arroz y fiambre de ave.
En el transcurso de un año, las empresas azucareras han introducido en Cuba 81 mil haitianos y 75 mil jamaicanos.
Se detecta una plaga de mosaico en los cañaverales de Oriente.
Muelen 198 ingenios azucareros. Se han inaugurado el Niágara, el Santa Isabel, el Jaronú, el Najasa, el Vertientes y el Tánamo.
Y, como despedida, una pregunta… Hemos emprendido un vuelo hacia cien años atrás, para saber cómo éramos. Pero esa forma verbal, “éramos”, me deja una duda. ¿Acaso no debí decir “somos”?