Un twitter “de pared”, contrachapado de madera que cobra vida propia como escultura mural, ropa hecha de bridas y ruedas de bicicleta o una versión cubanizada del New Yorker conviven en una exposición colectiva en La Habana que rinde tributo desde el arte y el diseño a la rica tradición cartelera cubana.
“Conexiones”, con curaduría de la española Concha Fontenla y que puede verse desde esta semana en la galería Factoría Habana, es un ambicioso proyecto que ha reunido a 43 artistas y diseñadores contemporáneos en un heterogéneo homenaje a la gráfica cubana que, además, sirve para borrar fronteras entre diferentes disciplinas.
“Se van enlazando diseño gráfico, industrial, ilustración, diseño de vestuario, instalaciones, todo tipo de manifestaciones artísticas. Me cuesta mucho trabajo poner barreras, porque ya nos las ponen la vida y la coyuntura”, explicó Fontenla a la agencia EFE.
En los tres niveles de este espacio en el corazón de La Habana Vieja convivirán hasta enero obra gráfica, instalaciones, muebles, ropajes, esculturas y fotografía en una apuesta arriesgada que arranca con un tributo a las “raíces excepcionales” del diseño gráfico, cuya simiente estuvo en la cartelería del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC).
“Todos los que vinieron después en el diseño gráfico deben mucho a Antonio Fernández Reboiro, a René Azcui, a Ñico, a Julio Eloy Mesa”, señaló la experta.
De aquellos impactantes carteles de películas cubanas de los 60 y 70 bebe ahora el trabajo de artistas como Michele Miyares, que reinterpreta la revista “New Yorker” en “The Havaner”, o el de Erik Silva, que en un juego de tipografía, palabras y geometría recrea a las deidades (orishas) de la santería afrocubana.
Más allá van Sandra Pérez y Ernesto García, que en su primera colaboración han llevado a la pared, en lugar de un cartel, una escultura de formas sinuosas y orgánicas elaborada moldeando contrachapado de madera y que, dice Fontenla, “nos hace pensar que el mural no murió sino que se puede revitalizar, hacer interior”.
“Nos parecía interesante crear una especie de tapiz escultórico, cómo un elemento que está diseñado para hacer enchapes y que quede plano, de pronto se convierte en algo que tiene otra dimensión”, indicaron los artistas, que en “Sapeli” quisieron “explorar el límite entre la fragilidad y la fortaleza del material”.
De la exploración de los límites parte precisamente otro de los objetivos de la muestra, porque según su curadora “en esos territorios de encuentro, en esas fronteras disciplinares se encuentra un momento enormemente creativo de la plástica actual”.
Otro ejemplo de las conexiones que se establecen entre los lenguajes lo aporta Arnulfo Espinosa, que en vez de un cartel ha intervenido directamente una pared de la galería con el proyecto “Imogination” (un juego de palabras con la aplicación Imo que los cubanos utilizan para hablar con sus familiares emigrados).
Pegatinas con etiquetas o “hasthag” en blanco invitan al visitante a construir un Twitter “de pared” en un proyecto efímero que, como los “memes”, permiten “cronicar” la Cuba en la que vive el artista, según comenta él mismo a Efe.
Espinosa ha querido ofrecer al público “esa libertad de la expresión de las personas que se da en la red, a la que no todos tienen acceso” –Cuba no tuvo internet en los celulares hasta hace menos de un año–.
De inmediato el muro se llenó de consignas como “reformas”, “amor”, “todos somos Cuba” o “coyunturalynation”, una referencia irónica a la crisis energética que atraviesa el país y que el gobierno asegura que es coyuntural.
En ese contexto de apreturas, con esta exposición también se buscaba “dar un poquito de optimismo en el sector”, apunta Concha Fontenla, quien apuesta por tomar las cosas en positivo o, pensar, en buen cubano, que “lo que sucede, conviene”.
Otra premisa cubana, la del aprovechamiento, la ilustra el vestuario diseñado por Sandra de Huelbes, con una de las propuestas más llamativas de la muestra: trajes elaborados con caucho de las ruedas de bicicleta, cables unidos por bridas o malla plástica.
Tampoco escapa al escrutinio desde el arte cubano el candente tema de la migración, abordado por Yaimel López a partir de su propia experiencia en una serie de delicados retratos femeninos en los que diferentes colores de piel se perfilan sobre un mismo fondo rojo.
Y así, con hilos invisibles, “todo abierto, todo mezclado y todo libre”, se van conectando los conceptos de varias generaciones muy diferentes de artistas y diseñadores de la isla en un proyecto que en sí mismo “es una instalación”, agrega la curadora.
es fantastico!!