Agnès Varda, una pionera de la Nueva Ola del cine francés y una activista feminista que más tarde ganó el León de Oro en el Festival de Cine de Venecia, falleció. Tenía 90 años.
Su compañía productora Cine Tamaris confirmó el deceso el viernes luego que los medios de prensa franceses reportaron la noticia.
La rica filmografía de Varda incluye películas como Cleo de 5 a 7, Sans toit ni loi (Sin techo ni ley, por la que ganó el León de Oro en 1985), Jacquot de Nantes y Les glaneurs et la glaneuse (Los espigadores y la espigadora).
Apodada la Abuela de la Nueva Ola, Varda fue por años una figura habitual en el Festival de Cine de Cannes, donde presentó más de una docena de filmes desde 1958 hasta 2018. Fue parte del jurado de Cannes en dos ocasiones y el festival le entregó una Palma de Oro honoraria en 2015 por su destacada trayectoria.
Fue la primera mujer en recibir tal honor, y con frecuencia buscó un mayor reconocimiento a las mujeres en la industria.
El año pasado en el festival de Cannes, se unió a la presidenta del jurado Cate Blanchett para un discurso bilingüe contra la violencia sexual tras el nacimiento del movimiento #MeToo.
“Las mujeres no son una minoría en el mundo, y sin embargo nuestra industria dice lo contrario. Los peldaños de nuestra industria deben ser accesibles para todos. Escalemos”, dijo.
El Festival de Cannes tuiteó que la muerte de Varda era motivo de “inmensa tristeza”.
“Por casi 65 años, los ojos y la voz de Agnes Varda encarnaron el cine con creatividad infinita. El lugar que ella ocupó es. Agnes amaba las imágenes, las palabras y a la gente. Es una de esas personas cuya juventud nunca se desvanecerá”, continuó el tuit.
Immense sadness. For almost 65 years, Agnès Varda’s eyes and voice embodied cinema with endless inventiveness. The place she occupied is irreplaceable. Agnès loved images, words and people. She’s one of those whose youth will never fade. pic.twitter.com/cpquJXJtwK
— Festival de Cannes (@Festival_Cannes) March 29, 2019
Con su distintivo pelo mitad rojo mitad blanco, Varda era fácilmente reconocible en el circuito del cine europeo, donde a menudo era una de las pocas mujeres directoras en la multitud.
Varda fue honrada el mes pasado en el Festival de Cine de Berlín con la Cámara de la Berlinale, un premio a la trayectoria. El festival tuvo su mayor número de directoras hasta la fecha, algunas de las cuales nombraron a Varda como una inspiración.
Su documental de 2017 con el artista callejero JR, Rostros y lugares, fue nominado a un Oscar –haciendo de Varda, entonces de 89, la persona de mayor edad postulada a un Premio de la Academia– y fue nombrado mejor documental en los Premios Spirit del Cine Independiente.
“No hay nada de qué estar orgullosa, sino feliz”, dijo Varda. “Me encanta mi propio trabajo y lo he hecho por tantos años, así que no lo hice por honor ni por dinero”, señaló. “Mis películas nunca hicieron dinero”.
Cuando no pudo asistir al almuerzo de los nominados al Oscar, JR llevó unas fotos troqueladas de Varda tamaño real con las que recorrió la alfombra roja.
Nacida en Bruselas el 30 de mayo de 1928, Varda se inició como fotógrafa luego de estudiar arte y literatura. En 1951, fue designada fotógrafa oficial del Theatre National Populaire, un cargo que desempeñó por una década.
En 1954, mucho antes de que Jean-Luc Godard y Francois Truffaut se convirtieran en figuras emblemáticas de la Nueva Ola, la primera película de Varda, La Pointe Courte, seguía a una pareja que atravesaba una crisis en el pequeño puerto de Sete, en la costa mediterránea.
Hizo varios cortos documentales, pero por falta de fondos no pudo hacer su siguiente largometraje, Cleo de 5 a 7, hasta 1961. Adquirió prominencia con ese filme, una película en tiempo real sobre una joven que podría tener cáncer.
Apoyado por el empresario francés Georges de Beauregard, quien había financiado Sin aliento de Jean-Luc Godard, el filme seguía la evolución de Cleo de una estrella pop superficial a un auténtico ser humano capaz de comprender el dolor en ella y en otros.
Cleo… fue un éxito comercial elogiado por la crítica, lo cual creó expectativas para La felicidad, que ganó el Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín de 1965.
Varda continuó explorando los temas de la enfermedad y la vida a lo largo de su carrera. Su mayor éxito llegó en 1985 con Sin techo ni ley, protagonizada por Sandrine Bonnaire en el trágico papel de una joven marginal deambulando hacia su muerte.
Varda estuvo casada con el director francés Jacques Demy, quien murió en 1990. Le sobreviven sus dos hijos, Mathieu Demy y Rosalie Varda, también involucrados con el cine francés.