El escritor cubano Leonardo Padura reconoce que siempre que se habla de Cuba es inevitable referirse a la política, ya que en la Isla “todo es tan político que es imposible separarlo”, y aunque la conversación sea de béisbol, se acaba llegando a ese tema en una sociedad a la cual, siente el autor, le faltan “esperanzas de futuro”.
Por eso, aunque Padura (La Habana, 1955) venga a Madrid hablar de su último libro, Personas decentes, publicado por Tusquets, la novena novela negra de la serie protagonizada por el policía Mario Conde, reconoce que en la conversación se llega antes o después a la política: “No se puede separar”, asegura en un encuentro con periodistas.
Padura, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015, explica que esta novela no será la última de la saga, porque tiene cosas que decir todavía sobre la realidad cubana a través de Mario Conde, una realidad que le “alimenta en ese sentido” y una de las razones, además de su madre y su suegra, por las que permanece en la Isla: “Tengo una relación muy profunda con esa realidad de la que extraigo ese material y me interesa estar cerca”.
Considera que los cubanos en la actualidad “lo que más sienten que les falta son las esperanzas de futuro”. Y eso está provocando una crisis migratoria “de la que se habla muy poco”, a pesar de que más de 150 000 cubanos hayan cruzado en los últimos meses la frontera de México y Estados Unidos a través de Nicaragua, que no les exige visa, dice.
En Personas decentes, que es para Padura su novela “más policíaca y habanera”, se habla de 2016, una época en la que, como señala su protagonista Mario Conde, se vivió una “ilusión”, un sueño de la apertura del país a raíz de la visita del entonces presidente estadounidense Barack Obama.
Pero la llegada de Donald Trump, la pandemia “especialmente dura” para Cuba por su dependencia al turismo y la “ineficiencia sistémica de la economía cubana” trajeron una crisis “profundísima, más violenta incluso que la de los años del Período Especial de los años 90, cuando desapareció la URSS”, afirma.
“Porque en aquel momento fue una caída abrupta en la que nos quedamos aturdidos, pero en esta hemos visto cómo íbamos descendiendo día por día y estamos en una situación muy complicada en la que falta prácticamente de todo”, recalca el autor, quien explica que hasta comprar cigarrillos “es una odisea”. “A partir de ahí, se pueden imaginar todo lo demás”.
Padura, que obtuvo hace diez años pasaporte español por carta de naturaleza y que tiene en España su editorial, dice que cuando regresa a la Isla vuelve con tres maletas llenas de comida: “Es como si hubieran llegado los Reyes Magos”.
En la novela, Conde investigará la muerte de un exdirigente del gobierno cubano que aparece asesinado y mutilado en su apartamento, un hombre déspota y cruel que ejerció en el pasado de censor y extorsionado a los artistas para que no se desviaran de las consignas de la revolución.
Paralela a la trama de 2016 transcurre en la novela una historia situada un siglo antes, cuando La Habana era “la Niza del Caribe”, al producirse el asesinato de dos mujeres.
Sobre el título de su novela, Padura explica que Mario Conde siempre ha sido un personaje decente, aunque cree que en la actualidad “la decencia pura, absoluta, no es posible practicarla en un país donde las alternativas de supervivencia obligan a hacer determinadas acciones que no entrarían en una ética estricta de la decencia”.
No obstante, “sigue habiendo personas decentes que por razones de supervivencia violan determinados preceptos, pero moralmente no hacen daño a otros ni medran sobre otros”.
Pero también, dice, en el mundo en general “los hijos de puta van ganando espacio y son cada vez más”. Hay un espacio “que se ha ido pervirtiendo, que es el de la política: siempre ha habido políticos hijos de puta y criminales, dictadores y tiranos, pero hoy en día se ve una clase política que uno piensa: ¿cómo pueden pretender engañarme de esa manera como si uno fuera imbécil?”.
Carmen Naranjo/Efe.