Recientemente la primera bailarina cubana Yolanda Correa fue reconocida con uno de los galardones más prestigiosos que entregan a los protagonistas de las artes danzarias del mundo. Fue laureada en Italia con el Premio Positano de la Danza “Leonide Massine” en su cuadragésima edición. La actual solista del Ballet Nacional de Noruega ha interpretado cientos de papeles en diversos escenarios internacionales desde que su nombre apareciera junto al de las grandes figuras del Ballet Nacional de Cuba (BNC), cuando comenzaba su carrera en la Isla. A pesar de haber sido considerada como “la bailarina más destacada en la escena internacional” del año 2012, la joven aún insiste en aprender más.
¿Cuánto hay de la niña holguinera en los personajes que interpreta en la actualidad?
Al bailar siento la misma pasión y libertad que sentía cuando niña. Ahora disfruto mucho más el escenario y cada uno de mis personajes que cuando era más joven. Podría decir que me siento más como esa niña: libre y sin miedos.
¿Qué significan para usted Rafael del Prado, Alicia Alonso, Ingrid Lorentzen y Joel Carreño?
Rafael del Prado fue quien descubrió en mí la posibilidad de ser bailarina. Fue él quien habló con mis padres acerca de la idea. Yo tenía 8 o 9 años. Más tarde, siendo adolescente, cuando me fui a estudiar a La Habana y formé parte del Ballet Nacional de Cuba (BNC), le vi muchas veces. Yo saltaba de alegría al verlo. Jamás podría olvidarlo, le estoy muy agradecida y también le quiero mucho.
Por Alicia Alonso siento un gran respeto. Sus grandes dotes como bailarina, maestra y directora del BNC la llenan de grandeza. Admiro su abnegación y entrega al trabajo, agradezco todas la oportunidades que me dio para mi desarrollo como artista. Fue un privilegio tenerla de maestra en muchos ensayos, así como interpretar su obra coreográfica.
Varias veces compartí escenarios con Ingrid Lorentzen antes de que se convirtiera en directora. Y doy gracias por haber tenido esa suerte. Es una artista increíble y su energía e interpretación en la escena te dejan sin aliento. Ahora que es la directora, me siento orgullosa. Es una mujer llena de espíritu y grandes ideas. Estoy segura de que llevará adelante el Ballet Nacional de Noruega.
Joel Carreño: maravilloso bailarín, artista y partner. En varias ocasiones, también maestro. Adoro compartir escenarios con él. Es sumamente intenso y emocionante. Junto a él me siento libre y segura. A él confío siempre mi trabajo. Tiene una gran visión y es muy sincero a la hora de juzgar. Se que un día será una gran maestro.
¿Qué es lo que más le debe al Ballet Nacional de Cuba?
Todo lo que aprendí. Lo que los grandes maitres me enseñaron para saber cómo desarrollarme y llegar a ser primera bailarina; cada uno de los rolles que interpreté y me hicieron crecer pero, sobre todo, algo que solo aprendes allí: ser fuerte, sobreponerte a muchas cosas, luchar y trabajar sin descanso. Ser parte del BNC fue el entrenamiento perfecto. Eso siempre lo llevaré conmigo a todas partes.
¿Cómo llega al Ballet Nacional de Noruega? ¿Cuánto le ha aportado?
El Ballet Nacional de Noruega tiene un repertorio maravilloso que siempre soñé bailar. Espen Giljane, antiguo director de la compañía, me dio la posibilidad de realizar ese sueño, y también el de ser una bailarina más completa. Voy a agradecérselo todos los días. En esta compañía he aprendido tanto… He llegado a bailar piezas que jamás pensé llegaría a hacer: clásicos, contemporáneos, incluso, teatro. He trabajado con grandes coreógrafos y maitres de todas partes del mundo. En la compañía siempre me hacen sentir en familia.
De las piezas que ha protagonizado durante su carrera artística ¿cuál le gusta más? ¿Por qué?
Giselle. Siempre estuve enamorada de este ballet y su historia. Bailarlo me llena de emociones diversas. Creo que es cuando más sensible me siento en la escena hasta el punto de llorar. Además, me siento orgullosa de bailar una pieza que para mi representa mucho en el BNC y su historia.
Si tuviera que escoger, ¿cuál sería su partner perfecto?
No quiero un partner perfecto. Sería muy fácil todo y por ende aburrido.
¿Qué significa para usted haber recibido el prestigioso Premio Positano “Leonide Massine” para la Danza?
Aunque fue un gran honor recibirlo, no creo haber hecho suficiente como bailarina para merecerlo, así que lo veo más como un compromiso a seguir mejorando mi trabajo.
En Cuba apenas se habló del premio