No es un secreto para nadie que el béisbol no vive su mejor momento en Cuba. El deporte nacional de la Isla muestra hoy un escenario muy distinto al de décadas atrás, cuando gozaba de una indiscutible salud en el plano doméstico mientras sumaba un título tras otro en la arena internacional.
Ahora, en cambio, la pelota cubana ha entrado a la tercera década del siglo XXI con un semblante muy desmejorado por dificultades y escaseces, que han lastrado —tanto a nivel material como técnico-táctico— su amplísima base y sistema competitivo, y también por concepciones anacrónicas e inmovilismos, que han catalizado su retroceso y la han ido desfasando cada vez más de la realidad de esta disciplina deportiva en el mundo.
El deterioro de su pirámide formativa, el visible bajón cualitativo de sus principales competencias —incluida la Serie Nacional—, la pérdida constante de sus mejores talentos, y una larga estela de malos resultados en eventos internacionales —el más reciente: las derrotas en el Preolímpico de la Florida que frustraron la clasificación a Tokio—, desdibujan actualmente el horizonte beisbolero de Cuba y hacen mella en una afición que, a pesar de todo, no se resigna a que las cosas tengan que ser de esta manera.
En medio de este turbulento panorama, la Federación Cubana de Béisbol (FCB) afirma estar consciente de las exigencias de los aficionados y de la necesidad de un cambio que dinamite disposiciones y mecanismos a todas luces obsoletos, y que, más allá de medidas ya implementadas —como la contratación de atletas en algunas ligas foráneas y la aceptación en la Serie Nacional de otros que jugaron por su cuenta fuera del país— dé un vuelco al estado actual de la no por gusto considerada como la pasión de los cubanos.
Sin embargo, al mismo tiempo esa intención tropieza con obstáculos reales, objetivos, que superan al ente beisbolero de la Isla y limitan sus posibilidades de hacer; en particular, los derivados del embargo de Estados Unidos a Cuba. Así lo aseguró Luis Daniel del Risco, tesorero de la FCB y su rostro más visible en la actualidad tras el reciente fallecimiento del presidente de la entidad, Higinio Vélez, como consecuencia de la COVID-19.
“Aunque se hace un esfuerzo muy grande, hoy no tenemos todo el financiamiento para poder desarrollar nuestro deporte hasta donde queremos”, dijo Del Risco días atrás en un intercambio con la prensa nacional y extranjera. Y la razón de ello, señaló, no es otra que el bloqueo estadounidense y las restricciones derivadas del mismo, las que, aseveró, “han afectado y siguen afectado directamente el desarrollo del béisbol en nuestro país”.
Sacando cuentas
La repercusión del embargo y las sanciones de Estados Unidos en el béisbol cubano tiene diferentes aristas, de acuerdo con el directivo, que apunta en primer lugar su impacto en la emigración de peloteros y la imposibilidad de la FCB de cobrar por el derecho de formación de esos atletas a los clubes donde ellos han recalado. Esto último, explica, es un porciento establecido en el contrato por haber formado e invertido previamente en el atleta, y que no sale del salario de los jugadores, sino que lo paga el club que los contrata.
La federación calcula en alrededor de 450 jugadores cubanos los vinculados a diferentes ligas beisboleras del mundo y en cerca de un centenar la cifra de quienes han llegado hasta las Grandes Ligas norteamericanas desde inicios de la década de 1960, cuando comenzaron las Series Nacionales. De ellos, unos 89 lo han hecho a partir de los años 80, momento que la FCB destaca por ser la etapa en que, con la creación de escuelas y centros deportivos, “se afianzó el sistema de formación y competitivo” en la Isla.
“Nosotros hemos sacado la cuenta de que si por cada uno de estos atletas, hablo del 80 para acá, sus clubes nos pagaran por el derecho de formación lo que correspondería por cada uno, en dependencia de su categoría como atleta, a nuestro béisbol le entrarían alrededor de 70 millones de dólares, que serían muy útiles para el desarrollo de sus diferentes áreas”, estima Del Risco.
“Con ese financiamiento hoy serían mejores nuestras instalaciones deportivas, con mejores condiciones para los atletas —opina—. También los terrenos y su mantenimiento, que es fundamental y lleva muchos recursos. Podríamos contar con áreas de entrenamiento de primer nivel para los equipos, con más máquinas de pitcheo, más bates, más pelotas, más guantes, más arreos para la receptoría, con implementos de buena calidad, porque el béisbol no se puede jugar sin esos implementos.”
Por si fuese poco, las limitaciones establecidas por el embargo afectan también las transferencias bancarias a la Isla y, por consiguiente, el cobro de las cuantías pactadas entre las autoridades beisboleras cubanas y clubes de varias ligas internacionales, por los derechos de formación de atletas contratados en las mismas bajo el amparo de la FCB.
Peloteros capitalinos firman contratos con clubes de ligas extranjeras
“Llevamos dos años que el porciento que nos corresponde por los atletas nuestros en Japón —por ejemplo, un 15 % por Alfredo Despaigne y un 10% por Liván Moinelo— no puede entrar a nuestra cuenta. El banco no acepta ese dinero, que es legalmente nuestro, por pagos establecidos en el contrato, porque le ponen una multa por hacer la transacción”, explica el directivo.
“Ese dinero entonces está fuera del país y hemos tenido que inventar para poder utilizarlo, pero ya se imaginan lo que nos encarece tener que utilizar a un tercero para que nos pueda hacer llegar los recursos que podemos adquirir con ese dinero”, señala Del Risco, quien añade que una situación semejante la atraviesan con atletas contratados en otros países como México, Nicaragua y Venezuela, en los que, solo en el pasado 2020, jugaron 11 peloteros representados por la federación cubana.
Un reciente trabajo publicado en el sitio oficial Jit informaba que la FCB “dejó de percibir 1 millón 500 mil dólares provenientes del derecho de formación de atletas contratados en la liga profesional japonesa, acumulado durante el período 2016-2020” y explicaba que “para emplear de algún modo ese monto debió radicarse en la cuenta bancaria de la federación internacional de ese deporte, lo cual representa una alternativa, pero no lo ideal”.
Las cuentas hablan por sí solas.
Cuba tiene 547 combinados deportivos donde se practica el deporte nacional, en diferentes categorías que van desde las infantiles hasta las mayores, un sistema que incluye también al béisbol femenino y que suma, de acuerdo con la FCB, más de 123 mil atletas. A ellos habría que agregar, además, a unos 800 alumnos en las escuelas de iniciación deportiva (EIDE) y a los agrupados en otros centros y academias del alto rendimiento. Garantizar implementos para esa amplia base de jugadores resulta hoy un imposible, asegura Del Risco.
“Esta pirámide es fundamental para nosotros, porque tributa al desarrollo del béisbol desde la base, y ahí es donde se ha sentido más la incidencia del bloqueo, que nos ha afectado grandemente en la adquisición de artículos deportivos y se hace muy difícil llegar con implementos deportivos hasta los combinados —comenta—. Calculen que una mascota de cátcher, por ejemplo, cuesta 110 dólares, una sola; y una mascotilla de primera base, 95. Y si queremos que al menos un implemento llegue a los 123 mil atletas que tenemos en la base, imaginen qué cantidad de dinero nos hace falta.”
Pelotas, uniformes, luminarias
Ante las dificultades para adquirir artículos deportivos en el exterior, la industria deportiva cubana adquiere mayor protagonismo. Pero, aunque esta “ha hecho un esfuerzo muy grande por mantener la vitalidad del deporte, también se ha visto afectada por la carencia de recursos y de materia prima como consecuencia del bloqueo”, asevera el tesorero de la FCB.
Para ejemplificar su afirmación Del Risco explica que en la Isla se deben fabricar 100 mil pelotas de béisbol en el año —70 mil sintéticas y 30 mil de cuero—, las que se emplean desde la base hasta las principales competencias de las diferentes categorías —salvo la Serie Nacional, para la cual se importan desde el extranjero, aunque a costos superiores a los que permitiría el acceso a pelotas estadounidenses como la Rawlings—, “pero llevamos dos años en los que ha faltado materia prima para que nuestra industria deportiva pueda cumplir con este plan”.
“Cuando no ha faltado el cuero de la pelota, ha faltado el hilo, o si no el pegamento, y eso nos ha limitado mucho, al punto de que los campeonatos provinciales los hemos tenido que dar con cinco pelotas por juego —15 para una subserie de tres juegos—, insistiendo con los recogedores y con el público para recuperarlas, buscando la forma de que se puedan efectuar las competencias”, narra el directivo, que añade que esta situación también afecta a torneos beisboleros de otros sectores, como la Liga Azucarera, “que se desarrollan con los mismos recursos que tenemos”.
Las carencias afectan igualmente los entrenamientos y la formación de los atletas, desde edades que son fundamentales para desarrollar aspectos técnicos claves para la práctica beisbolera. Y también otros elementos de la logística del deporte, como los uniformes y las luminarias, los cuales contribuyen a la calidad del espectáculo.
“No es posible hacer un entrenamiento con una cantidad limitada de pelotas, cuando son 25 muchachos los que tienen que venir a batear las veces que planifique el entrenador, y que necesitan de esas pelotas para lograr un mejor desarrollo y una mejor preparación. Esas son cosas que lamentablemente nos afectan hoy e influyen en la formación de los atletas”, apunta Del Risco.
“O sea, que tenemos que hacer muchas cuentas para poder llegarle lo mejor posible a todo el sistema y los eventos que tenemos en el país, y lo mismo nos ocurre con los uniformes —añade—. Incluso, hemos tenido que hacer cosas durante años como entregar dos uniformes en la Serie Nacional, y al final dejarle el de visitador al atleta y recoger el de Home Club, y con ese vamos vistiendo las categorías de más abajo, el juvenil, el sub-15. Los vamos rotando para que todos los atletas puedan estar uniformados.”
En cuanto al alumbrado de los estadios cubanos, el tesorero de la FCB reconoce que “hoy no está al primer nivel, con excepción del Latinoamericano y del estadio de Artemisa, al que se le pudo poner lámparas LED”.
“Al resto no le hemos podido llegar con lámparas de ese tipo, con las que nos ahorraríamos una buena cantidad de luminarias y sustituiríamos las que tenemos, que ya no se usan en el mundo. Para que en los play off pueda jugarse de noche y se den dos juegos al día, hemos tenido que trasladar bombillas de un estadio a otro, lo que implica un gran riesgo de que se dañen, que se rompan en su manipulación o en el traslado, o incluso de que no enciendan cuando se ponen, porque no es solo el bombillo, sino también toda la instalación eléctrica que está detrás lo que puede tener problemas”, cuenta el directivo, quien asevera que “este año tratamos de invertir alrededor de 120 mil dólares en este tema y no pudimos, porque por las vías que encontramos se nos encarecía mucho la operación y no nos alcanzaba el dinero”.
Acuerdo con la MLB
La realidad de la pelota en la Isla fuera otra hoy en día si estuviera en vigor el efímero acuerdo entre la FCB y la MLB. Más que una opinión, esta es una convicción de Luis Daniel del Risco, quien estima que el convenio —calificado como histórico en su momento, pero rápidamente torpedeado por la Administración Trump— sería “muy provechoso tanto para los atletas como para el béisbol cubano en general, por lo que ello representaría”.
¿Y qué representaría? Pues la posibilidad de que los principales talentos de Cuba pudieran insertarse en el mejor béisbol profesional del mundo, sin necesidad de emigrar —legal o ilegalmente— del país, y, en consecuencia, explotar mejor sus potencialidades y elevar su nivel de juego —además de su economía personal—, lo que, a su vez, tributaría a mejorar la calidad y competitividad de las selecciones cubanas. Y también significaría una entrada de financiamiento a la FCB, por concepto de derechos de formación, que esta pudiera utilizar en la compra de implementos, luminarias, equipos de entrenamiento y otros recursos para el desarrollo deportivo a diferentes niveles.
Este fue precisamente el motivo por el que el gobierno estadounidense le dio marcha atrás a lo acordado, rememora el directivo.
“El gobierno de Trump lo vetó porque por el derecho de formación de atletas le entraba un dinero a la FCB y ellos dijeron que ese dinero vendría para el Estado y no para el desarrollo del béisbol —explica Del Risco—. Nosotros llegamos hasta a entregar la lista de atletas, como nos lo pidieron, para que los clubes de MLB pudieran tener una idea de nuestros mayores talentos, no de los ya consolidados, sino de los prospectos, y estábamos en condiciones de que representantes de esos clubes pudieran venir a verlos, a firmarlos. Y lamentablemente, con eso ya avanzado, el acuerdo se rompió”.
Para el tesorero de la FCB, la ruptura del convenio “nos ha afectado considerablemente. ¿Por qué? Porque se malogró lo que pensamos con los muchachos que estaban en listado, lo que hablamos con sus padres. Veíamos como algo muy importante poder tener atletas jóvenes, de calidad, que puedan jugar en ese béisbol sin que tengan que recurrir a la emigración, sin exponer hasta su vida para poder jugar en las Grandes Ligas. Sin embargo, hoy nuestros atletas están de nuevo en la misma situación de antes”.
Según Del Risco “aunque el acuerdo está todavía entre bambalinas, no se ha podido lograr”, a pesar de que las dos partes que lo firmaron siguen interesadas en que pueda hacerse realidad.
“El acuerdo lo hemos vuelto a analizar; tuvimos la oportunidad de tratar el tema durante el Preolímpico en EE.UU., pero no ha habido un pronunciamiento por parte del gobierno estadounidense para que se pueda restablecer —apunta el directivo cubano—. La MLB ha mantenido siempre el deseo de que se restablezca, pero ellos se deben a lo que establece su gobierno. No obstante, el acuerdo base sigue estando muy claro, con todas las cláusulas que tenemos que cumplir nosotros y las que tienen que cumplir ellos, todo muy bien escrito, y nosotros estamos en la mayor disposición de que pueda darse para el beneficio del béisbol cubano y del deporte en sentido general.”
Jugadores que se van, ¿jugadores que regresan?
Una de las consecuencias de la ruptura del acuerdo con la MLB, es la partida sistemática de numerosos talentos de la Isla, lo que repercute directamente en la calidad de los campeonatos domésticos y del seleccionado nacional. El propio Del Risco reconocía ante la prensa que “muchos de los que estaban en el listado (de prospectos entregado a la MLB) decidieron dejarnos por varias vías y hoy no están ya en el país”, y refería como ejemplo más reciente lo sucedido días atrás en la Florida, donde varios atletas —y hasta un psicólogo—decidieron permanecer por su cuenta y romper así sus vínculos con la FCB.
Ello, además, tiene otras implicaciones en el caso de quienes, por intermedio de la federación cubana, tenían contratos con clubes internacionales. Al respecto, el directivo explica que, a los efectos de los convenios firmados con esos clubes, la responsabilidad por romper lo acordado recae sobre los atletas, aunque al final la entidad beisbolera también se ve afectada financieramente.
“Nosotros seguimos una política muy clara con las contrataciones, no para protegernos, sino para tener las cosas en regla, como debe ser. El atleta tiene que leer el contrato, conocer lo que va a firmar, dar su consentimiento, y si está de acuerdo, entonces lo firma —explica—. En muchos casos han venido representantes del club a firmar el documento con el atleta, en un acto en el que participan representantes de la FCB y el INDER, para que todo sea claro. Y si el atleta incumple lo acordado y empiezan las reclamaciones, es él el máximo responsable de hacer frente a esas reclamaciones, porque fue él quien incumplió con el contrato.”
“En el caso de Andy Rodríguez —ejemplifica Del Risco—, su club de Japón no le había prorrogado el contrato para la próxima temporada, aunque existía la posibilidad de que continuara, y ahora mismo él está en una situación bastante desfavorable con el club, porque su decisión implica un incumplimiento del contrato que él firmó para este año. Y la liga japonesa no ha terminado. Entonces, otro club que lo quiera contratar tiene que ponerse de acuerdo con su club de Japón, y pagarle por sus servicios, porque en este minuto él pertenece a ese club como atleta.”
Cuba: informan oficialmente decisión del lanzador Lázaro Blanco de permanecer en EEUU
En cuanto a Lázaro Blanco, quien tenía contrato en México, país al que decidió no viajar desde la Florida, su caso “es diferente”, porque él “no llegó siquiera a ir a cumplir ese contrato que ya había acordado”. “Nosotros estamos al habla con el club por esta situación —confirma el tesorero de la FCB—, pero es el atleta que firmó con ese club el responsable de cumplir el contrato. No es que nosotros lo mandamos. Aunque al final la federación también se afecta, porque si el atleta no va o no regresa al club este no nos paga lo acordado por el derecho de formación, o paga solo el porciento del tiempo que el jugador estuvo, aunque el que haya incumplido haya sido él. Esas cosas también nos afectan, en mayor o menor grado, pero siempre nos toca un arañazo.”
Finalmente, Del Risco se refirió a la posible incorporación a los equipos Cuba de peloteros que juegan de manera independiente fuera del país —salvo en el caso de EE.UU., que por las regulaciones del embargo no pueden hacerlo—, una posibilidad que se manejó con nombres propios antes del Preolímpico, pero que a la postre no se concretó.
“La idea se mantiene”, asegura el directivo, para quien, faltó previsión para poder lograrlo de cara al torneo de la Florida.
“Quisimos hacerlo, pero nos faltó inteligencia, lo digo con responsabilidad —sostiene—. Nos faltó tener en ese momento una visión más amplia de lo que queríamos lograr con esos atletas, y caímos en la novatada. Porque el conocimiento de cómo están los atletas en sus ligas, eso se tiene. Ah, que nosotros nos inclinamos por darle mayor oportunidad a los atletas nuestros que estaban aquí, que jugaron la Serie Nacional, que los veíamos directamente, y lo hicimos, pues bien, pero tenemos que sentarnos a diseñar bien lo que queremos para próximas competencias y cómo podemos hacerlo. Porque dijimos que lo íbamos a hacer, y si lo dijimos tenemos que hacerlo.”
“Tenemos que darle la posibilidad a los que no juegan la Serie Nacional de que puedan participar con el equipo Cuba. Tenemos que buscar la forma de hacerlo, para poder responder a las exigencias del pueblo, y porque no podemos seguir pensando como diez años atrás. Tenemos que insertarnos en el escenario beisbolero actual sin temor ninguno —apunta Del Risco—. Ah, lo que no podemos es empezar a hacer contactos ya al final de la jornada. Es preciso hacer un seguimiento desde el principio, en correspondencia a lo que queremos y, de ahí, entonces buscar a los atletas que realmente necesitamos para que ayuden a que el béisbol cubano llegue hasta donde queremos llegar, junto con los que están aquí.”
El tesorero de la FCB es consciente de que “ahora todo esto puede ser un poco contradictorio, un poco traumático” y que “todas las personas no lo entienden igual”, pero asevera que es necesario “estar preparados para el cambio, porque esos atletas que están fuera ven el béisbol de una manera y nosotros lo vivimos de otra, y en eso tenemos que ir trabajando ya desde ahora. Debemos pensar cómo vamos a enfrentar los eventos internacionales que tenemos por delante, planificar bien cómo lo vamos a hacer, con inteligencia y sin temor, aun con las dificultades e inconvenientes que tenemos y con los efectos del bloqueo por el medio. Lo que no podemos hacer es tenerle miedo al cambio, y por eso creo que el cambio viene, como una respuesta que el béisbol cubano le tiene que dar a su afición.”