Jorge Noriega es un hombre de boxeo. El curtido entrenador cienfueguero lleva la mayor parte de su vida entre el gimnasio y el ring, primero como boxeador y luego, a lo largo de tres décadas, dedicado a formar y pulir a quienes han seguido sus pasos sobre el encerado.
A sus 62 años ha transitado por toda la pirámide boxística. Tras colgar los guantes, fue profesor en la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE) de Cienfuegos, y también de la Academia Provincial. Entrenó a peleadores bisoños, a juveniles y también a mayores, y de su provincia saltó a La Habana. Por el camino viajó a Venezuela, donde estuvo casi tres años trabajando con el boxeo femenino, una labor hasta entonces inédita para él, pues entonces el pugilismo para las mujeres no estaba oficializado en Cuba.
Esta experiencia, sin embargo, resultaría clave para su actual desempeño. Desde enero, Noriega forma parte del colectivo técnico de la recién creada escuadra nacional femenina de boxeo de la isla. A ella se unió luego de que en diciembre las autoridades cubanas aprobaran finalmente su práctica, tras años de coqueteos y dilaciones, y de que ese mismo mes fueran seleccionadas las primeras 12 atletas que estarían bajo la égida de un grupo de entrenadores liderado por el también experimentado Santiago Suárez.
Días atrás, OnCuba lo encontró al frente de una ardua sesión de entrenamiento en el gimnasio del Estadio Panamericano, al este de La Habana, donde se aprestan las boxeadoras seleccionadas. Con Suárez fuera del país temporalmente, Noriega asumía las riendas de un equipo que, en solo ocho meses y sin contar aún con las condiciones óptimas para su preparación, ha alcanzado medallas en los dos eventos en los que ha participado y ha dado muestras de un potencial que podría encumbrarlo todavía más. Un potencial que, asegura el técnico cienfueguero, está asentado en la tradición y en las condiciones físicas de las atletas, pero que es necesario desarrollar y diversificar, para que la base pueda ser mayor una vez que quede atrás el arranque “un poco apretado” que ha debido afrontar esta disciplina en Cuba.
“El boxeo femenino lleva solo ocho meses entrenando. Si vamos a ver, lo que se ha conseguido en este tiempo no es poca cosa”, me dice ágil en el inicio de nuestro intercambio. “Pero —acota enseguida— tampoco es para creernos lo que no es, porque en realidad ahora es que estamos empezando. Lo que nos falta es un mundo todavía”.
Conversamos en una pausa del entrenamiento, cerca del mediodía. Ya para entonces las atletas habían corrido varios kilómetros, habían trabajado en grupo, se habían ejercitado en el gimnasio y habían practicado técnicas de combate sobre el ring, siempre bajo su atenta supervisión. Además, él mismo había organizado el local que en unos días las chicas comenzarían a compartir con el equipo juvenil de varones y había escurrido con una escoba el agua filtrada hasta allí de la lluvia caída la noche anterior.
“Aquí hay que estar en todo”, me comentó jocoso en ese momento, mientras se deshacía del agua encharcada con la rapidez de una certera combinación sobre el cuadrilátero. Y con esa misma destreza asimiló y respondió luego mis preguntas, cuando el diálogo informal que habíamos tenido hasta entonces, en momentos puntuales de la sesión de práctica, se convirtió finalmente en una entrevista.
“La conformación del equipo ha sido ciertamente un poco apretada”, reconoce cuando le pregunto sobre la selección de las primeras integrantes del conjunto nacional.
“Si vamos a la esencia de dónde son las boxeadoras que tenemos ahora mismo verás que son principalmente de Guantánamo, de La Habana, de Villa Clara, y no de todo el país, y realmente para sacar una selección más completa debería tenerse en cuenta a todas las provincias. Pero, por diversas situaciones, cuando se hizo la convocatoria para conformar el equipo todas las provincias no pudieron traer atletas al tope que se efectuó aquí en La Habana, y hubo que escoger entre las que estuvieron”, explica.
¿Cómo fue el proceso de selección en ese primer momento, después de que se anunció la oficialización del boxeo femenino?
Todo fue muy rápido. No se podía perder tiempo porque ya en unos meses venían los Juegos Centroamericanos y el objetivo era asistir lo mejor preparados a ese evento. ¿Qué se hizo? Se escogieron muchachitas que estaban en otros deportes, que habían sido o iban a ser baja por distintos motivos y tenían interés de boxear, y se aprovechó para que pasaran al boxeo. Son muchachas que ya tenían un antecedente de la práctica deportiva de primer nivel, varias en deportes de combate, por eso en materia de preparación física no están mal. Ese es un terreno que ya teníamos ganado.
Entonces, después del tope nos concentramos con 12 muchachas, dos por división, y confeccionamos un plan de entrenamiento para ir trabajando con ellas a partir de enero. En esta primera etapa el objetivo principal, como ya te dije, eran los Juegos de El Salvador, pero también ir ganando experiencia y competitividad de cara a los próximos objetivos. Sin embargo, nadie pensó que íbamos a tener un ascenso tan rápido y que ya en los Centroamericanos íbamos a estar peleando por varias medallas.
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¿Cuál fue la clave para lograr ese resultado en tan poco tiempo?
Se entrenó duro, la verdad, y ya antes de los Centroamericanos pudimos estar en los Juegos del ALBA, en Venezuela. Ese fue el primer evento internacional de las muchachas, así que imagínate cómo estaban, pero era importante asistir para ir ganando en experiencia. En los deportes de combate, y en el boxeo en particular, cuando no hay tope, cuando no hay confrontación con otros atletas, es difícil saber con claridad qué es lo que tenemos, cuáles son las posibilidades reales de un atleta cuando asiste un evento internacional y tiene que pelear en un escenario más exigente.
En ese sentido, los Juegos del ALBA fueron un evento importante. Las muchachitas se foguearon, ganaron experiencia, vieron a otras contrarias, la manera cómo pelean. También conocieron el entorno, que es muy importante, vivieron la presión competitiva. Todo ello les sirvió de preparación y les dio confianza para enfrentar los Centroamericanos.
Fíjate que en El Salvador el pronóstico era de uno o dos bronces, y logramos no solo esos dos bronces sino también una de plata, una sorpresa muy agradable. Es decir, el pronóstico lo sobrecumplimos, y si no hubiéramos ido al ALBA a lo mejor ese resultado no se hubiera conseguido. Además, en los Centroamericanos las muchachitas vieron pelear y también pelearon con atletas de otros países de mucho nivel. Incluso, a alguna se le pudo vencer, como a la mexicana a la que le ganó Legnis Cala en los 57 kilos, y con otras se enfrentaron y las fueron conociendo; eso es fundamental en el boxeo.
Tras lo alcanzado en El Salvador, ahora tienen por delante un evento mucho más difícil: los Juegos Panamericanos. ¿Qué puede esperarse en Santiago de Chile a partir de lo que ya han logrado y la preparación que han seguido haciendo?
Bueno, ya los Juegos Panamericanos son palabras mayores, porque participa el continente completo, no solo los equipos que estuvieron en El Salvador, y hay países que son potencia en el continente y que ya tienen una larga trayectoria en el boxeo femenino. Hay que hablar, por ejemplo, de Brasil, de Estados Unidos, de Canadá. Son naciones con boxeadoras de calidad. Realmente es difícil ganarles a esas atletas, por la experiencia que tienen con respecto a nosotros en estos momentos. Pero eso no quiere decir que no se les pueda ganar, y que no nos estemos preparando con ese objetivo.
A los Panamericanos, a diferencia de los Centroamericanos, no iremos con equipo completo. En El Salvador clasificamos dos divisiones, la de Cala, que fue plata en los 57 kilos, y la de Yakelín Estornell, bronce en los 75 kilos. Digo divisiones porque las clasificadas son las divisiones, no las atletas. Eso es bueno, porque si una atleta se lesiona o tiene algún problema, podemos sustituirla por otra.
Agregamos también los 66 kilos, que es la división en la que Arianne Imbert ganó bronce en El Salvador, y que podemos llevarla porque el evento tiene una modalidad abierta, que permite inscribir boxeadoras que no hayan clasificado, corriendo uno con los gastos.
A partir de todo eso, por el momento lo que estamos proyectando es una medalla de bronce en los Panamericanos. Aunque cualquier cosa puede pasar, en dependencia del sorteo y del estado de forma en que lleguen las muchachitas. Ahora, más allá de la posibilidad de medallas en esta competencia, también estamos pensando en darle seguimiento al desarrollo de las atletas de cara a los próximos eventos, porque el año que viene tendríamos el Campeonato del Mundo, también los clasificatorios olímpicos y, sobre todo, los Juegos Olímpicos de París, que es el evento principal de 2024.
Es decir, que los Juegos Panamericanos van a darnos una visión de en qué momento estamos; van a ser como un termómetro para el futuro inmediato, al menos en lo que respecta a las divisiones y las muchachitas que vayan. Aunque, en general, ese evento nos va a permitir comprobar cuánto hemos avanzando, cómo están las contrarias, qué cambios hay que hacer pensando en las próximas competencias. Vamos paso a paso.
Más allá de los Panamericanos, ¿cómo se proyecta el desarrollo del boxeo femenino cubano? ¿Pueden esperarse cambios en el equipo nacional?
Ya hay una estrategia nacional para el desarrollo del boxeo femenino desde la base. Se convocó a su práctica en las EIDE, con vistas a futuros ciclos olímpicos. Y de inmediato, ya casi todas las provincias han conformado equipos sociales en las academias. Por ejemplo, Cienfuegos, que es mi provincia, ya tiene seis atletas. Todas esas muchachas van a participar en un evento nacional que se celebrará en diciembre en Sancti Spíritus. Y ahí, teniendo en cuenta los resultados y las evaluaciones técnicas, se conformará la nueva preselección nacional. Van a participar las muchachas que tenemos aquí en el equipo, más las que están en las provincias, y ahí hay que ganarse el puesto otra vez.
Hasta ahora tenemos 12 cupos en el equipo, quizá mañana nos digan que son 24 y haya más posibilidades, pero hasta ahora son 12. Entonces, a partir del torneo de Sancti Spíritus escogeríamos a las 12 mejores para tenerlas aquí, en La Habana, y seguiríamos preparándonos para los principales eventos del próximo año. Todas las atletas tienen que “ponerse pila”, como dicen los venezolanos. Ninguna tiene nada seguro, aunque hayan cogido medallas fuera de Cuba, y cualquiera puede quitarle el puesto, si lo hace bien y demuestra condiciones en el torneo nacional.
A las que tenemos aquí les repetimos lo que les decía Alcides Sagarra a los hombres del equipo grande: “No se dejen quitar la cama”. Pero las que están en provincia también se están preparando, porque saben que ganando pueden entrar en el equipo. Esa rivalidad eleva la competitividad y, si se maneja bien, lo que hace es motivar y preparar más al atleta. Lo que nos toca a los entrenadores es mantener siempre alta la motivación de las muchachas sin dejar de hacer énfasis en lo educativo, en lo humano.
El boxeo, como el deporte en general, no requiere solo de talento y constancia, sino también de condiciones y recursos para poder obtener los mejores resultados. ¿Cuál es la situación actual y cuáles son las perspectivas en este sentido?
En cuanto a los recursos, contamos con los necesarios para los entrenamientos. Tenemos los protectores que usan las muchachas; también los guantes, los protectores de cabeza, los sacos, los rings para modelar los combates en el gimnasio. Con lo que tenemos estamos entrenando y hemos logrado los resultados que ya se conocen.
No obstante, se quieren mejorar las condiciones de alojamiento y entrenamiento con que contamos hoy, que no son todavía las mejores. Por parte de la dirección de la escuela, de la ESFAAR “Giraldo Córdova Cardín”, que es donde radicamos, hay grandes perspectivas. Está en planes construir un hotelito donde va a estar el boxeo femenino con todas las condiciones creadas, junto a los varones de la categoría juvenil. Hasta ahora esos son los planes y esperamos que puedan materializarse.
Para ello se cuenta con lo que se pueda recaudar por las bases de entrenamiento de atletas de otros países, que este año debe haber algunas; ese es un dinero que nos puede ayudar en este objetivo. Ya han venido algunas brigadas acá al gimnasio y está en perspectiva seguir mejorando las condiciones. No sabemos si será a corto o mediano plazo. Mientras no están acá los juveniles estamos más holgados, pero con ellos las cosas se aprietan, porque estamos más llenos. De momento, las condiciones básicas necesarias están y la idea es seguir pa’lante.
¿El hecho de que sean mujeres las que suben al ring entraña algún cambio o diferencia con respecto al boxeo masculino?
No hay grandes diferencias. Es cierto que ha existido preocupación en lo que respecta a la protección de las atletas, pero, como ya te dije, nosotros contamos con los protectores necesarios para eso. Todas las muchachas tienen sus protectores de senos, como se emplean internacionalmente. Tienen unos para los entrenamientos y otros para las peleas. Son copas plásticas, de manera que si reciben algún golpe en esa parte del cuerpo no haya ningún problema. También hay protectores vaginales, que cubren esa parte y las protege en caso de ganchos o golpes por debajo de la faja. Y, a diferencia del boxeo masculino, para ellas es obligatorio el uso del protector de cabeza.
En cuanto al ciclo menstrual de las muchachitas, eso es algo natural en ellas y tienen que adaptarse a pasar por ese proceso en medio de las condiciones del entrenamiento y la competencia. Entonces, nosotros las acostumbramos a que, aun con la menstruación, tienen que hacerlo todo. Así lo tenemos en cuenta en los modelajes competitivos, porque si van a un Mundial, a unos Juegos Olímpicos, y están pasando por ese momento, tienen que sobreponerse y pelear, a menos que realmente les sea imposible. Y con menstruación también tienen que entrenar: se toman sus pastillas, se cuidan, pero no paran, se siguen preparando teniendo en cuenta esa situación. Por eso decimos que no hay nada que ellas no puedan hacer, por duro que sea.
¿Cuán fuerte es la preparación de una boxeadora y cómo la asumen las muchachas que están ahora bajo su orientación?
La preparación en el boxeo es bien fuerte, bien dura, y ellas lo asumen. Ellas mismas corren ocho kilómetros, van hasta el túnel y viran, en días alternos, y después siguen con otros ejercicios, según la planificación de cada jornada. Tienen que hacer carrera de velocidad, trabajo de resistencia, de fuerza, vienen al gimnasio, y todo eso ellas lo hacen a la perfección. Igualitas que los hombres.
Ah, al principio les costaba más trabajo, igual que con lo que nosotros llamamos “las mañanitas”. No todo el mundo se adapta a “las mañanitas”, porque implica levantarse bien temprano a prepararse, y eso en estos tiempos, con el tema de la tecnología, de los teléfonos, de la distancia con la familia, puede ser un problema si no se acuestan temprano a descansar y se quedan despiertas hasta tarde. Esas son cosas que chocan y que tienen que ir dejando atrás si quieren realmente triunfar en el deporte.
Dicho así no parece sencillo…
Porque no lo es. El boxeo es un deporte de mucha intensidad, de mucho sacrificio, de mucho rigor. Es un deporte en el que hay que madrugar todos los días a entrenar hasta el cansancio, y aun así, seguir. Y hay que caerse a golpes con alguien que no te ha hecho nada, y soportar heridas, y soportar sangre en la boca, y soportar que te duelan las manos y el cuerpo. Y seguir soportando todo ese dolor y ese rigor si es que de verdad quieres ganar y alcanzar medallas fuera de Cuba. Ese es el boxeo.
Eso es algo que tratamos de que las muchachas entiendan, que lo interioricen, para que puedan dar el máximo. Porque la que no se sacrifique no puede estar aquí, no lo va a conseguir. A algunas siempre les cuesta entenderlo más que a otras. No todas logran seguir igual el ritmo, asimilar igual la preparación, oír los consejos y las enseñanzas de los entrenadores, que es algo fundamental. Y no porque sean mujeres, porque así mismo pasa entre los hombres. Todos los atletas son dieferentes.
Sin embargo, trabajamos con todas bien duro para que asimilen las cosas y que eso les permita desarrollarse como atletas. Así, aspiramos a conseguir el éxito que ellas y nosotros queremos. Puede, incluso, que alguna muchacha no tenga la mejor técnica, que cometa errores a la hora de boxear, pero eso se aprende, eso se puede corregir en el entrenamiento. Pero si no tiene la voluntad y la fuerza para entrenar así, con este rigor, y seguir adelante a pesar del cansancio y el dolor, es difícil que pueda conseguir el éxito.
¿Cuáles son las mayores virtudes que aprecia en este colectivo?
Las muchachas en general tienen muchos deseos, mucha voluntad, que es lo principal. Además, físicamente están bien, aunque técnicamente todavía tienen margen de mejoría, de desarrollo, y deben seguir creciendo. Eso no se logra en unos meses. El boxeo no es cuestión de días ni de meses. El profesor Alcides Sagarra siempre decía que para formar a un boxeador hay que empezar de abajo, y dedicarle años, imagínate para formar un campeón. Y nosotros lo que llevamos son solo unos meses todavía.
También creo que hay que hablar del colectivo de entrenadores, porque el trabajo de nuestro colectivo, encabezado por Santiago Suárez, ha sido fundamental, junto con el trabajo de las muchachas, para lograr los resultados que ya se han venido obteniendo. Lo digo sin autosuficiencia ninguna, porque este no es un trabajo de Noriega, o de Santiago, o del otro: es un trabajo de todos, un trabajo coordinado, organizado, a partir de una experiencia, de un conocimiento, de una planificación, y con un mismo objetivo, porque al final el resultado, cuando se consigue, es un resultado de todos.
Desde su experiencia, ¿es mejor trabajar con las mujeres o con los hombres?
Trabajar con las mujeres es duro, pero son disciplinadas. Hay que exigirles, como a los hombres, pero cuando tú les dices que deben hacer algo, lo hacen. Puede que alguna no lo asimile bien de entrada, pero en general son muy cumplidoras.
Yo he trabajado con varones en todas las categorías, pero, por mi experiencia hasta ahora, con las mujeres se trabaja mejor. Me gusta trabajar con ellas y quiero seguir haciéndolo, incluso con las que empiezan, para poder enseñarles de inicio los fundamentos del boxeo.
A pesar de que desde hace años se venía abogando por ello, Cuba se sumó al boxeo femenino con bastante retraso con respecto a muchos otros países. ¿Es posible suplir esa desventaja y alcanzar los resultados que han logrado los hombres?
Eso no es algo sencillo. Realmente estamos lejos con respecto a otros países, incluso de la región, que llevan ya muchos años de práctica del boxeo femenino. Estamos hablando de 10, 15, 20 años de diferencia, y esa diferencia no se borra en unos meses. Sin embargo, no es imposible, porque existen las condiciones físicas, y también el deseo y la tenacidad para conseguirlo.
Pienso que esa tenacidad, esa voluntad de triunfar, ese amor por el deporte, que tenemos las atletas y los entrenadores del boxeo femenino cubano, son valores que nos van a permitir borrar esa distancia que tenemos con otros países. Estoy seguro. Eso, unido al conocimiento y la tradición que existe en Cuba con el boxeo, que hasta ahora estaba solo en función de los hombres, pero que ya se ha abierto a las mujeres.
Creo que, con eso, al menos a nivel regional podemos ir avanzando e ir igualando a otros países. Ya a nivel mundial, de Campeonatos del Mundo, de Juegos Olímpicos, es más complicado. Hay que darle más tiempo al trabajo que ya empezó a hacerse, hay que esperar que esa preparación pueda ir dando sus frutos, lo que no quiere decir que no pueda lograrse. Pero regionalmente creo que el avance puede ser más rápido.
Lo fundamental es que hay potencial para lograr ese avance, y que existe el deseo y la voluntad de las atletas y el colectivo técnico. Es cierto que la desventaja que tenemos con otros países es grande, pero lo que toca es mirar hacia adelante, no hacia atrás. El boxeo femenino en Cuba tiene mucho potencial, pero tenemos que desarrollarlo.
También es importante que se conozca más el trabajo que se viene haciendo, para que se fomente el boxeo femenino. Que se motiven más muchachas a practicar el deporte, que se unan muchachitas nuevas, y no tan nuevas también, porque nosotros tenemos acá atletas de 30 y tantos años, como la Estornell, que se entregan y se sacrifican como las más jóvenes y que se están esforzando para cumplir su sueño y lograr un resultado. Mientras más muchachas se motiven y se unan al boxeo, más posibilidades de éxito vamos a tener. Lo otro es trabajar fuerte para conseguirlo, y en eso estamos.