Osvaldo Alonso, el más temido de la MLS

Osvaldo Alonso (izquierda). Foto: spokesman.com.

Osvaldo Alonso (izquierda). Foto: spokesman.com.

Osvaldo Alonso es uno de los mejores mediocampistas defensivos en la historia de la Major League Soccer (MLS). Nacido hace 31 años en Pinar del Río, sobresale en el cada vez más competitivo torneo élite del fútbol en Estados Unidos. Al menos así lo consideran no pocos especialistas.

Formado en un escenario futbolístico como el cubano, bastante limitado en su rigor táctico, la estrella del Seattle Sounders destaca por su capacidad para leer el juego y anticiparse al ataque rival. Mientras otros brillan por sus anotaciones y asistencias, “Ozzie” ha forjado su leyenda a base de barridas espectaculares y recuperaciones al límite, en ese segundo crucial que precede al remate de gol.

El muchacho de San Cristóbal es uno de los tres fundadores del elenco “esmeralda” que aún permanecen en la plantilla. En un equipo en el que militan estrellas como el estadounidense Clint Dempsey y el uruguayo Nicolás Lodeiro, el cubano es capitán y jugador franquicia. Él firmó la asistencia del primer gol en la historia del club, allá por 2009, y fue capaz de jugar 120 minutos con una rodilla dañada en el partido que dio a los Sounders el título de la Copa de la MLS, en diciembre pasado.

Alonso es para algunos una suerte de Gennaro Gattuso tropical –aunque él crea parecerse un poco más a Claude Makelele, el ex Real Madrid–, y eso tiene sus consecuencias. Una encuesta reciente de la cadena ESPN asegura que el mediocentro cubano es el jugador más propenso a “cruzar la línea” con su comportamiento sobre el campo.

El pinareño fue de lejos la opción más votada en el sondeo, efectuado entre jugadores del torneo norteamericano, bajo la condición de permanecer en el anonimato. Su nombre fue señalado por el 25 por ciento de los 140 jugadores que participaron en la encuesta, en representación de 21 conjuntos.

Sin embargo, a pesar de su reputación de “bad boy” entre sus compañeros, apenas ha sido expulsado tres veces en sus nueve años dentro de la MLS, con dos tarjetas rojas en 2013 y otra en octubre pasado.

“No me importa lo que digan de mí. Yo solo juego y hago lo mejor para mi equipo, y eso es todo. Si la gente cree que yo soy de esa manera, no me importa. Yo voy a seguir jugando como siempre lo he hecho”, dijo Alonso sobre los resultados de la encuesta.

El ex capitán de la Sub-23 cubana y otrora titular indiscutible de la selección absoluta de la Isla, considera que su demarcación dentro de la cancha hace a que lo perciban como un marcador extremadamente duro.

“Creo que por mi posición tengo que estar cerca de los mejores jugadores de otros equipos. Desde el medio del campo solo trato de defender bien e iniciar el ataque para nosotros. Intento hacer mi mejor esfuerzo por el equipo y hacer el mejor trabajo todo el tiempo que esté en el campo”, comentó.

Alonso pelea un balón con el sueco Freddie Ljungberg, del Chicago Fire. Foto: goal.com.
Alonso pelea un balón con el sueco Freddie Ljungberg, del Chicago Fire. Foto: goal.com

Aunque opiniones y encuestas enmascaren con otros términos la realidad, lo cierto es que el cubano es el jugador más temido de la MLS. Y no solo por su manifiesta contundencia a la hora de frenar al rival, sino porque su leyenda de marcador implacable está acompañada de una gran calidad para generar fútbol y sacar el balón jugado.

Nadie más indicado para sopesar los pro y los contra que Brian Schmetzer, director técnico del Seattle Sounders. El experimentado entrenador no demoró en aclarar que en el caso de su estrella del medio campo, los factores positivos sobrepasan con amplitud a los negativos.

“Sencillamente yo amo a Ozzie. Amo la manera en que juega, ha dicho Schmetzer. Ok, ha habido ciertos incidentes a lo largo de los años en los que quizás pudo haber mantenido mejor la compostura, pero yo me quedo con todo lo bueno que ha hecho”.

El hombre que lo entrena cada día en el elenco norteño considera que “si miras a lo largo de su carrera, algunos podrán encontrar argumentos en contra, pero lo cierto es que Ozzie es el mejor mediocampista defensivo de la MLS desde 2009. Eso es lo que creo”.

Para el técnico estadounidense “no importa lo que esa encuesta diga, yo estoy seguro que esos mismos jugadores prefieren no encontrárselo dentro del campo, por su tremendo nivel, y por eso mismo fuera de la cancha Ozzie disfruta de un gran respeto entre sus compañeros”.

“Sin dudas es maravilloso jugar con él. Para mí, tener a mi lado a un jugador como Osvaldo es realmente importante. Él hace mi juego mucho más fácil”, asegura el internacional uruguayo Nico Lodeiro.

“Él me da el balón bastante limpio y su trabajo es indispensable para el equipo, tanto en fase defensiva como en el ataque. Es un jugador asombroso, que tiene características similares a otros grandes con los que he jugado. Osvaldo puede triunfar en cualquier liga”, afirma el charrúa, bien autorizado para opinar tras haber formado parte de equipos del relieve del argentino Boca Juniors, el brasileño Corinthians y el holandés Ajax de Amsterdam.

Ciertamente, la lluvia de elogios está lejos de ser gratuita. En nueve temporadas al más alto nivel de la MLS, el excepcional juego de Alonso le llevó a ser incluido en el mejor once de la Liga en 2012 y seleccionado para el Juego de las Estrellas por cuatro años consecutivos, entre 2011 y 2014. Su racha de apariciones en los All Stars quedó trunca en 2015 por causa de una lesión que le hizo perderse 12 partidos de la etapa regular y tres de los play off.

En la campaña de 2016, muchos consideraron injusta su exclusión del equipo ideal de la Liga. Así lo confirmaron sus números: primero del torneo en calidad del pase (90,88 por ciento), cuarto en pases cada 90 minutos (70,51), quinto en recuperaciones (8,76) y duelos ganados(69,04 por ciento) por partido, además de concluir décimo en tacleadas por choque, con un promedio de 3,66.

Osvaldo Alonso Hightlights

Carácter en el terreno

Más allá de sus guarismos impresionantes, son las sensaciones que el cubano transmite lo que le hacen un jugador diferente. En tiempos en los que el equilibrio táctico parece ser el Vellocino de Oro de los entrenadores, encontrar centrocampistas con talento para la defensa se ha convertido en obsesión. Hombres como Marco Verratti (PSG), Casemiro (Real Madrid) o Sergio Busquets (Barcelona) pesan cada vez más en los esquemas de sus equipos.

Salvando distancias, esa capacidad de destruir mientras construye también hace especial a Osvaldo Alonso. No por gusto ha sido llamado por su propia afición el “corazón del Sounders”, una manera de premiar su calidad futbolística y su liderazgo dentro y fuera de la cancha.

Su personalidad ha sido la mejor tarjeta de presentación del pinareño desde que abandonó la selección cubana hace ya una década en un Walmart de Houston, asediado por la incertidumbre y con 700 dólares como único capital para enfrentar los primeros días del resto de su vida.

Brilló de inmediato con el Charleston Battery y se convirtió en el jugador revelación de la USL Professional Division, una liga perteneciente al segundo nivel del fútbol estadounidense.

Sus cualidades de guerrero insular sedujeron al Sounders en 2009, cuando decidió incorporarlo a su primera temporada en la MLS. En Seattle consolidó su potencial futbolístico, hasta encandilar al técnico alemán Jurgen Klinsmann, quien desde 2012 hizo todo lo posible por incluirlo en la nómina de los Estados Unidos a la Copa Mundial Brasil 2014.

Klinsmann no buscaba solo a un mediocentro capaz a partes iguales de defender como un felino y dar un pase con botín de seda. En realidad, el otrora letal delantero fue seducido por la historia de determinación y sacrificio que hay detrás de la fachada de “chico malo” del cubano.

En enero pasado, poco tiempo después de conquistar el título de la Copa, a Brian Schmetzer le preguntaron cómo evitaría que sus jugadores cayeran en la autocomplacencia y arrancaran la nueva temporada con deseos renovados. El DT del Sounders no dudó en señalar que eso no sería un problema siempre que dentro del campo de entrenamiento estuviera Osvaldo Alonso.

A fin de cuentas, el cubano fue una de las claves en la increíble remontada de su equipo, que en el verano de 2016 anclaba noveno entre los 10 elencos de la Conferencia Oeste y solo unos meses después, en el invierno, se coronaba campeón.

Alonso levanta la copa como capitán del Seatle Sounders. Foto: Univisión.
Alonso levanta la copa como capitán del Seattle Sounders. Foto: Univisión.

Antes de esa temporada, Alonso había efectuado un emotivo viaje de regreso a Cuba y quizás por eso su imagen levantando la Copa haya sido vista como icónica. No solo por el sello tan personal que aportó al repunte tremendo del Sounders, sino porque la merecida celebración se produjo finalmente en presencia de toda su familia, reunida tras mucho tiempo de sinsabores.

Allí, en el escenario de su mayor triunfo, estaba su padre Osvaldo Alonso, a quien no pudo ver por casi una década y quien lo había llevado por primera vez a una cancha, cuando tenía apenas cinco años de edad.

El niño que se hizo futbolista en la casi extinta Bombonera de San Cristóbal, es hoy todo un referente en la pujante liga estadounidense y una especie de talismán para el Seattle.

Ahora que otra vez anda con paso titubeante –bastante alejado de los primeros puestos de su Conferencia–, el poderoso Sounders, como lo ha hecho a lo largo de toda su historia, vuelve a encomendarse a su capitán.

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