El gobierno del presidente Donald Trump asestó un duro golpe el jueves a los aliados más cercanos de Estados Unidos al imponer aranceles a las importaciones de aluminio y acero de México, Canadá y Europa, medida que generó anuncios inmediatos de represalias.
Los precios de las acciones se desplomaron en medio de temores de una guerra comercial: el promedio industrial Dow Jones cayó cerca de 252 puntos (1%), para cerrar en 24.415,84.
Los impuestos a las importaciones amenazan con hacer aumentar los precios para los consumidores y compañías estadounidenses, y probablemente incrementarán la incertidumbre para las empresas e inversionistas del mundo.
El secretario de Comercio Wilbur Ross dijo que a partir del viernes se aplicará un arancel de 25 por ciento a las importaciones de acero y del 10 por ciento a las de aluminio.
El presidente Donald Trump había impuesto originalmente los aranceles en marzo, bajo el argumento de que una dependencia de los metales importados representaba una amenaza a la seguridad nacional. Pero en ese entonces exentó a Canadá, México y la UE a fin de ganar tiempo para las negociaciones, un aplazamiento que concluiría el jueves a medianoche.
Otros países, entre ellos Japón –el mayor aliado de Estados Unidos en Asia–, ya pagan los aranceles.
Las medidas de Washington suscitaron el enojo de Europa, Canadá y México, y causaron promesas de rápidas represalias contra las exportaciones de Estados Unidos.
“Esto es proteccionismo, ni más ni menos”, declaró Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea.
El presidente francés Emmanuel Macron consideró que la decisión de Estados Unidos de imponer aranceles a la Unión Europa es “ilegal” y un “error”. En tono amenazador, Macron evocó el periodo previo a la Segunda Guerra Mundial al decir que “el nacionalismo económico lleva a la guerra. Eso es exactamente lo que ocurrió en la década de 1930”.
La UE amenazó antes con responder aplicándole aranceles a los productos estadounidenses, entre ellos el whisky de Kentucky, los pantalones vaqueros y las motocicletas. David O’Sullivan, embajador de la Unión Europea en Washington, indicó que las represalias probablemente serían anunciadas a finales de junio.
México, por su parte, se manifestó “en contra de medidas proteccionistas que afectan y distorsionan el comercio internacional de mercancías”, y anunció que fijará aranceles similares a productos que importa de Estados Unidos.
“México impondrá medidas equivalentes a diversos productos como aceros planos (lámina caliente y fría, incluidos recubiertos y tubos diversos), lámparas, piernas y paletas de puerco, embutidos y preparaciones alimenticias, manzanas, uvas, arándanos, diversos quesos, entre otros, hasta por un monto equiparable al nivel de la afectación”, informó en un comunicado la Secretaría de Economía.
“Esta medida estará vigente hasta en tanto el gobierno estadounidense no elimine los aranceles impuestos”, agregó.
La secretaría mexicana advirtió que los aranceles al acero y el aluminio afectarán a sectores estratégicos para América del Norte, como el automotriz, el aeroespacial y el electrónico.
En Canadá, el primer ministro Justin Trudeau consideró que “estos aranceles son totalmente inaceptables”.
“Canadá es un proveedor seguro de aluminio y acero a la industria de defensa de Estados Unidos, brindando el aluminio para los aviones estadounidenses y el acero para los tanques estadounidenses”, declaró Trudeau. “Es inconcebible que Canadá pudiera ser considerada una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos”.
El gobierno canadiense advirtió que respondería en los mismos términos con sus propios aranceles a productos estadounidenses por un valor de 12,800 millones de dólares, desde el acero al yogurt y el papel higiénico.
“El gobierno está absolutamente preparado para defender las industrias canadienses y los empleos canadienses. Responderemos apropiadamente”, sostuvo la ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, antes que se anunciaran los aranceles estadounidenses.
Durante su campaña presidencial, Trump prometió tomar medidas enérgicas contra socios comerciales que, dijo, sacaron provecho de acuerdos pobremente negociados para crear enormes balanzas comerciales favorables a costa de Estados Unidos.
Los aranceles estadounidenses coinciden con –y podrían complicar– la lucha del gobierno de Trump contra las tácticas intimidatorias de Beijing para superar la supremacía tecnológica de Estados Unidos. Ross parte el viernes a China para sostener negociaciones que tienen la intención de evitar una guerra comercial con ese país.
Las dos economías más grandes del mundo han amenazado con imponer aranceles en productos mutuos por un valor de hasta 200.000 millones de dólares.
Los aranceles también podrían complicar los esfuerzos de Washington para renegociar el TLCAN con Canadá y México, un pacto que Trump ha dicho es un “desastre” que elimina empleos.
La Casa Blanca difundió por la noche un comunicado de Trump con relación a ese tratado comercial: “Hoy se le transmitió este mensaje al primer ministro Justin Trudeau de Canadá: Estados Unidos accederá a un acuerdo justo, o no habrá acuerdo”.
Trump les había ofrecido a los dos vecinos de Estados Unidos una excepción permanente de los aranceles al acero y al aluminio si aceptaban las demandas estadounidenses en cuanto al TLCAN. Pero las negociaciones se estancaron.
Ross dijo que “ya no hay una fecha muy precisa en la que puedan ser concluidas”, y que como resultado, Canadá y México fueron agregados a la lista de países golpeados por los aranceles.
Asimismo, el equipo comercial de Trump trató de usar la amenaza de los aranceles para presionar a Europa a fin de que redujera las barreras a los productos estadounidenses. Pero ambas partes no pudieron llegar a un acuerdo.
Los impuestos a las importaciones darán un impulso a las compañías estadounidenses del acero y el aluminio al encarecer los metales extranjeros. Pero las compañías de Estados Unidos que usan metales importados enfrentarán costos más altos.
Y los aranceles permitirán a los productores estadounidenses de acero y aluminio elevar sus precios, lo que afectará a las compañías –desde automotrices a productoras de latas– que compran esos metales.
El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, y varios republicanos líderes en el Congreso criticaron la aplicación de los aranceles por parte del gobierno. Ryan consideró que existen formas mejores de ayudar a los trabajadores y consumidores estadounidenses y que planea trabajar con Trump en “esas opciones mejores”.
Los precios empezaron a aumentar incluso antes que los aranceles se aplicaran. Stripmatic Products, un proveedor de autopartes en Cleveland, ha experimentado un incremento de 40% en el precio del acero. El mayor costo causó que perdiera este año ante una compañía china un contrato para diversificarse en un nuevo mercado: la fabricación de equipo de procesamiento de alimentos.
“Prácticamente quedamos eliminados de la contienda”, dijo el presidente de Stripmatic, Bill Adler. Añadió que la compañía requirió entre cuatro y cinco años para recuperarse la última vez que Estados Unidos impuso aranceles al acero, en 2002.
Medidos únicamente en dólares, los aranceles no representan gran cosa en la economía estadounidense de 20 billones de dólares. En entrevista con CNBC el jueves, Ross dijo que son “puntos en la pantalla del radar”.
Pero Oliver Rakau, un economista de Oxford Economics, advirtió que los aranceles podrían causar daño económico porque “es probable que el fantasma de un incremento pese en el espíritu de los negocios y pudiera descarrilar la recuperación de las inversiones”.
El gobierno de Trump se apoya en un arma poco usada de la política comercial: la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962, la cual otorga faculta al presidente a restringir las importaciones e imponer aranceles ilimitados si el Departamento de Comercio detecta una amenaza a la seguridad nacional.
Europa, Japón y otros socios comerciales de Estados Unidos están impugnando los aranceles estadounidenses ante la Organización Mundial del Comercio.
La OMC da a los países un amplio margen para determinar cuáles son los intereses de seguridad nacional. Pero había un acuerdo no escrito de que los países miembros de ese organismo usarían la justificación de seguridad nacional con moderación a fin de evitar abusos.
Ahora que Trump ha roto el tabú, los críticos temen que otros países impongan sanciones.
Los detractores afirman que los aranceles al acero y al aluminio harán poco para resolver el problema real que azota a las empresas metalúrgicas de todo el mundo: una sobreproducción masiva de China que ha saturado los mercados de aluminio y acero a nivel mundial. Canadá, un firme aliado de Estados Unidos, es el mayor proveedor de acero y aluminio a este país.
“Los remedios comerciales del gobierno deberían centrarse específicamente en el exceso de capacidad estructural del aluminio en China, que es causado por subsidios gubernamentales rampantes e ilegales”, subrayó Heidi Brock, presidenta de la Asociación del Aluminio, que representa a fabricantes, productores, recicladores y proveedores de este metal.
Ross dijo que las negociaciones con México, Canadá y la Unión Europea pueden continuar incluso después de que empiecen a aplicarse los aranceles.
Pero Philip Levy, miembro del Consejo de Chicago para Asuntos Mundiales y exasesor comercial de la Casa Blanca, detalló que “no creo que esto sea el preludio de una serie de acuerdos. En todo caso, esto mata la posibilidad de acuerdos”.
Si Estados Unidos puede imponer aranceles en cualquier momento que declare las importaciones una amenaza a la seguridad nacional, preguntó Lee, “¿por qué alguien querría negociar con nosotros?”
AP / OnCuba