Foto: Amauris Betancourt
Del 17 al 22 de abril se celebra en la ciudad de Gibara la X Edición del Festival Internacional de Cine Pobre, evento cinematográfico que creara el cineasta cubano Humberto Solás en el año 2003. Desde su fundación, este festival reúne películas de realizadores de todo el mundo que hayan sido acabadas con un presupuesto de producción bajo.
El Festival, por medio de sus patrocinadores, entrega a los filmes premiados una ayuda monetaria ya sea para acabar un proyecto en construcción o para promover la realización de nuevas películas. Asimismo, el evento reúne cada edición a críticos, productores, cineastas e instituciones patrocinadoras para que intercambien sus experiencias en el mundo del audiovisual.
Cada año, Gibara abre sus puertas al Cine Pobre y con ello la ciudad se transforma en una auténtica villa del cine. Quienes hayan participado en ediciones anteriores saben que el Festival inyecta de vida a todo el que participa en el encuentro. A propósito de su décimo aniversario, compartimos con los lectores de OnCuba opiniones de diferentes personalidades que se han implicado con el Cine Pobre de Gibara.
Néstor Jiménez (actor)
Cine Pobre nos convoca, nos mezcla, nos hace teorizar, y gracias a esto surgen ideas nuevas. Lo hace con los cineastas, los actores, los músicos, los pintores y hasta con los vendedores ambulantes. En Festival, Gibara resurge como un ave fénix.
Adela Legrá (actriz)
Conocí Gibara cuando filmamos Lucía y estuve con Humberto en la organización del primer Festival. Supe desde el comienzo por qué tenía que ser allí a pesar de la lejanía. La arquitectura, la gente, el ambiente que se establece en esa ciudad, no pueden compararse con otro evento de cine de los que yo haya participado.
Joel del Río (crítico de cine)
Cine Pobre no se hace en Gibara por un capricho o por la naturaleza de aquel lugar que es bellísimo, porque en Cuba hay otros lugares bellos. Se hace en Gibara porque esa ciudad tiene una historia particular que alcanza colofón con el Festival. Perder un evento como ese sería como amputarle un miembro al camino natural que ha seguido el audiovisual cubano en los últimos 20 años.
Luisa María Jiménez (actriz)
Siempre he creído que Gibara queda muy lejos, que acudir allí es un arduo proceso. Pero me he dado cuenta de que eso tiene un sentido especial. Es como ir en caravana hacia un sueño, es intensificar la vida de esa ciudad y hacer que trascienda. El Festival hizo que renaciera una historia que a los cubanos se nos había olvidado. Fue allí donde bailó la gran Isadora Duncan. Es un sitio ideal para un evento de grandes propósitos, y se ha convertido en el nido para quienes queremos aprender, para quienes queremos soñar.
Rufo Caballero (crítico de cine, Cárdenas, 1966-2011)
Caminar Gibara en los días del Festival es un sortilegio, una ensoñación, es uno de los milagros que todavía la vida puede regalarle a uno: los actores divos, que en La Habana ostentan su estrellato y su distancia, caminan por las calles, se mezclan con la gente, viven de otro modo, de otra manera que el espacio cultural les ofrece; allí he visto, perplejo, una multitud de espectadores ante una pantalla improvisada que muestra documentales y reportajes.
En un momento en que la gente ha dejado de ir al cine, en Gibara permanecen de pie, horas, para disfrutar un programa de documentales. Pero no me refiero solo a esas grandes razones, ya hoy patrimoniales. Me refiero a sutilezas. Me refiero al olor. Uno quiere siempre volver a pararse cerca del mar y sentir que en esas bellas casitas quisiera pasar una buena estación de la vida, escribiendo un libro, rodando una película pobre o, simplemente, conversando con la gente.
*Las declaraciones compiladas en este artículo fueron publicadas en el Diario del Festival de Cine Pobre que se edita cada año durante el evento.