La familia Trump estuvo fuertemente representada durante la segunda noche de la Convención Republicana. Un momento particularmente difícil para el presidente: el pasado 15 de agosto su hermano menor, Robert, murió de una enfermedad desconocida.
Donald Trump también se ha visto obligado a lidiar con los efectos del libro Too Much and Never Enough: How My Family Created the World’s Most Dangerous Man, de su sobrina Mary Trump, en el que esta sostiene, básicamente, lo mismo que el expresidente Barack Obama durante la recién finalizada Convención Nacional Demócrata: que su relección sería “el fin de la democracia estadounidense”.
Por último, con un audio de su hermana, Maryanne Trump Barry. Grabado en noviembre de 2018 y publicado recientemente por The Washington Post, en la grabación la señora Trump asegura, entre otras cosas, que su hermano menor “no tiene principios” y que “no se puede confiar en él”.
El primero en hablar fue su tercer hijo, Eric Trump. Durante su intervención ofreció una lista de los logros de su padre y se hizo eco de su hermano, Donald Trump Jr., al describir una posible presidencia de Joe Biden supuestamente caracterizada por “las opiniones vacías, opresivas y radicales de la extrema izquierda”, sin dudas uno de los mantras o sound bytes del cónclave.
Dijo de Biden: “Es un político de carrera que nunca ha firmado el frente de un cheque y no sabe lo más mínimo sobre el trabajador estadounidense o la empresa estadounidense”.
Como su hermano, Eric Trump repitió una afirmación falsa, pero reproducida en un anuncio político que ha venido circulando de un tiempo a esta parte en la TV hispana: que Biden quiere suprimirle el financiamiento a la policía para mover esos recursos públicos a programas sociales y a varias alternativas de seguridad pública. Por el contrario, el candidato demócrata ha dicho enfáticamente que no respalda esta idea y que incluso pedirá fondos adicionales para las fuerzas policiales de los distintos estados.
El tercer vástago completó su actuación hablando directamente con su padre y diciendo que extrañaba “trabajar contigo todos los días, pero estoy muy orgulloso de estar en la primera línea de esta pelea”.
Por su parte, la cuarta de los cinco hijos del presidente y quizás la menos visible, Tiffany Trump, se dedicó a criticar la labor de los medios de difusión, las empresas de tecnología e incluso del sistema educativo debido a que, según dijo, promueven un “pensamiento grupal” opuesto al de su padre.
“La gente debe reconocer que nuestros pensamientos, opiniones e incluso la elección de por quién votamos pueden ser manipulados y coaccionados de manera invisible por los medios y por los gigantes tecnológicos”, dijo Tiffany, recién graduada de leyes en la Universidad de Georgetown. “Si te conectas a los medios, obtienes una opinión sesgada”.
Para cerrar, les pidió a los estadounidenses ver “más allá de la fachada, de las máscaras que emplean muchos otros políticos” e instó a los votantes a “hacer su juicio basado en los resultados y no en la retórica”.
La estrella de la noche, la primera dama Melania Trump, cerró la sesión con su discurso desde el recientemente renovado Jardín de las Rosas de la Casa Blanca, donde apenas se vieron personas con nasobucos. Después de los agradecimientos de rigor, la señora Trump abordó el tema de la pandemia de coronavirus y la devastación y ansiedad que ha causado en el país.
“Desde marzo, nuestras vidas han cambiado drásticamente. El enemigo invisible COVID-19 barrió nuestro hermoso país y nos impactó a todos”, dijo. “Mi más sentido pésame para todos los que han perdido a un ser querido. Mis oraciones están con quienes están enfermos o sufren”.
“Sé que muchas personas están ansiosas y que algunas se sienten impotentes. Quiero que lo sepan. No están solos”, continuó. “La administración de mi esposo no dejará de luchar hasta que haya un tratamiento eficaz o una vacuna disponible para todos”.
También habló sobre su experiencia de venir a Estados Unidos desde Eslovenia, pero sin aludir a las posiciones del presidente sobre la inmigración legal e ilegal. Convertirse en ciudadana, dijo, fue “uno de los momentos de mayor orgullo en mi vida porque con trabajo duro y determinación pude lograr mi propio sueño americano”.
“Como inmigrante y mujer independiente, entiendo el privilegio que tenemos”, dijo. “No hay palabras para describir lo honrada y afortunada que soy de servir a nuestra nación como su primera dama”.
No faltaron, desde luego, las apologías: el presidente Donald Trump, dijo, “no ha perdido ni perderá” su enfoque en el pueblo estadounidense. Y criticó a los medios de comunicación: “No importa la cantidad de titulares de los medios negativos o falsos o los ataques del otro lado: Donald Trump no ha perdido ni perderá el enfoque en ustedes”, dijo. Lo describió como “un líder poco convencional, pero efectivo”. “Él ama este país y sabe cómo hacer las cosas. Exige acción y obtiene resultados”.
Sus palabras llegaron en medio de crecientes expectativas. A su discurso durante la Convención Republicana de 2016 se le acusó de plagio al comprobarse que partes del mismo se parecían mucho a uno de Michelle Obama pronunciado ocho años antes. Un empleado de la Organización Trump emitió entonces una declaración en la que se responsabilizaba por el hecho.
Al final de la noche dijo un comentarista de CNN: “humanizar a Donald Trump es algo muy difícil, y él mismo lo hace aún más difícil con sus pronunciamientos y tuitts diarios. Pero la primera dama hizo lo que pudo para proyectar el primer mandato de su esposo de la manera más amable posible”.