Federica Mogherini abandona el cargo de alta representante de la Política Exterior de la UE y vicepresidenta de la Comisión Europea tras cinco años de frenética actividad en los que deja de legado avances en la relación con Cuba y América Latina, en la normalización en los Balcanes y en el acuerdo nuclear con Irán.
La italiana, de 46 años, cede el testigo al español Josep Borrell al frente de la diplomacia comunitaria habiendo demostrado su pasión por la política internacional y su disposición a dialogar con socios internacionales o sobre crisis de alcance global tanto en Bruselas como en cualquier lugar del mundo.
Esa disponibilidad permanente para viajar y estar presente en foros internacionales ha sido una de las señas de identidad de su mandato, más pronunciada que en el de su antecesora, la británica Catherine Ashton, si bien alguna voces destacan que esa dinámica no ha estado ligada necesariamente a resultados.
En cualquier caso, Mogherini, que llegó al frente del Servicio Europeo de Acción Exterior con relativa poca experiencia en la política tras haber sido ministra de Exteriores en el Gobierno italiano del socialista Matteo Renzi durante solo unos meses, ha logrado hitos remarcables, como el acuerdo nuclear iraní.
La UE fue coordinadora de las negociaciones entre varias potencias mundiales e Irán que culminaron con un pacto en 2015 para evitar que el país persa desarrollara armas nucleares.
Mogherini retomó el sólido trabajo iniciado en ese dossier por Ashton y puso al frente de las negociaciones a su número dos, Helga Schmid.
El resultado fue un pacto considerado clave para la seguridad de la región que, no obstante, se tambalea tras la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de abandonarlo y reimponer sanciones y, en consecuencia, de que Teherán haya empezado a incumplir sus compromisos.
Mogherini también ha tratado dejar la impronta negociadora de la UE al facilitar el diálogo para normalizar las relaciones entre Serbia y su exprovincia de Kosovo en el que ha habido avances pero que está paralizado por la imposición de aranceles a importaciones serbias.
Las relaciones con América Latina también han estado en el punto de mira de la italiana, bajo cuyo mandato la UE superó la etapa de política unilateral hacia Cuba, la llamada “posición común”, que supeditaba la relación a que hubiera avances democráticos en la Isla desde 1996 y que fue sustituida por el primer acuerdo bilateral entre las dos partes.
Mogherini también ha escenificado el apoyo de la UE al proceso de paz en Colombia y a la democracia en Venezuela con la creación de un grupo de contacto internacional para favorecer las condiciones que permitan celebrar nuevas elecciones justas en el país.
La estrategia para el desarrollo en África también ha destacado en el mandato de Mogherini, que no obstante ha visto cómo el apoyo dado a la guardia costera libia ha creado polémica por supuestos incumplimientos de los derechos humanos por parte de ese cuerpo.
La diplomática italiana también ha protagonizado el mayor refuerzo de la defensa comunitaria de su historia, con medidas como la creación de un fondo europeo para potenciar la industria militar, pero también la profundización en la cooperación con la OTAN.
En cualquier caso, Mogherini sigue reivindicando el “poder blando” de la UE para lograr objetivos en el tablero internacional, en el que se ha movido con soltura estos años con un hándicap principalmente: su posición ante Rusia, que muchos tildaron de demasiado tibia, especialmente cuando ese país se anexionó ilegalmente la península ucraniana de Crimea en 2014.
Entonces aún era ministra de Exteriores, la más joven de la historia en Italia dentro del Ejecutivo formado por el también primer ministro más joven, Renzi.
Pese a la polémica por su juventud y s haber sustituido en el cargo a la experimentada Emma Bonino, Mogherini, hija del director y escenógrafo Flavio Mogherini y madre de dos niñas, ya había dejado claro que su pasión eran las relaciones internacionales.
Cursó Ciencias Políticas en la Universidad La Sapienza de Roma y se doctoró con una tesis sobre la relación entre religión y política en el Islam, que redactó mientras disfrutaba de una beca Eramus en Aix-en-Provence, en Francia.
Además, había cultivado gran conocimiento de Oriente Medio, adonde viajó en numerosas ocasiones como representante del Partido Demócrata (PD).
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Su carrera política comenzó en 1996, cuando se inscribió en la Izquierda Juvenil italiana para, en 2001, entrar en el Consejo nacional de la entonces formación Demócratas de Izquierdas y posteriormente pasa a la Dirección Nacional y al Comité Político de esa fuerza.
En 2008, entró en el Parlamento como diputada del PD, al igual que tras las elecciones de 2013.
Desde diciembre de 2013 era la responsable de Europa y Asuntos Internacionales del PD.
Ese mismo año, fue secretaria del Comité de Defensa y de la delegación italiana en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, y jefa de la delegación de su país en la Asamblea Parlamentaria de la OTAN.