Condenado una vez por permitir demasiada privacidad a parejas jóvenes no casadas, un autocine ahora opera desde un estacionamiento junto a la emblemática torre Milad, en Teherán. Empleados rocían desinfectante en los autos que se alinean cada noche en el lugar tras comprar boletos en línea para la llamada “Máquina del Cine”, en farsi. Sintonizan el audio de la película en la radio, en una estación FM.
Con los estadios y los cines cerrados, esta proyección en un estacionamiento es la única película que puede verse en un ambiente comunal de Irán, en medio de la crisis provocada por el virus. Teherán ha reportado más de 98 mil 600 casos y más de 6 mil 200 muertes, aunque expertos locales e internacionales reconocen que la cifra probablemente sea mucho mayor.
“Fue fascinante. Esta es la primera vez que esto ocurre, al menos para gente de mi edad”, dijo Behrouz Pournezam, de 36 años, quien vio la película con su esposa. “Estamos aquí mayormente por la emoción, para ser honestos. La película en sí no importaba tanto. No me importaba qué película era ni de qué género”.
La cinta que se exhibe, sin embargo, es Exodus, producida por una firma afiliada a la Guardia Revolucionaria de Irán. El filme, del director Ebrahim Hatamikia, se enfoca en agricultores de algodón cuyos campos son destruidos por el agua salada traída por represas locales. Los agricultores, liderados por un actor que parece la respuesta de la República Islámica al vaquero americano Sam Elliott, conduce sus tractores a Teherán para protestar ante el gobierno.
Existe un precedente para esta indignación. Irán había construido represas alrededor del país desde la revolución – especialmente bajo el gobierno de Mahmoud Ahmadinejad – que los ambientalistas señalaron por dañar ríos navegables y tierra de labranza. Pero, esta película presenta “una protesta de campesinos contra la autoridad local que, simbólicamente, se parece al gobierno del presidente Hassan Rouhani”, dijo el diario Tehran Times, propiedad del estado.
Rouhani, un relativo moderado en la teocracia chiita de Irán, ha enfrentado duras críticas en medio del colapso de su acuerdo nuclear con potencias del mundo. Los aliados de su gobierno han criticado la película.
La cinéfila Atefeh Soheili, sin embargo, estaba contenta de disfrutar algo de entretenimiento fuera de su casa. “Ahora estoy sentada aquí con las manos limpias y si quiero puedo comer algo o relajarme. No tengo que preocuparme por distanciarme de otra gente”, dijo.
AP/OnCuba