La misma noche del debate presidencial en ABC News entre Donald Trump y Kamala Harris, la superestrella Taylor Swift dio a conocer en Instagram su apoyo a la candidata demócrata. “Creo que es una líder talentosa y de mano firme y creo que podemos lograr mucho más en este país si nos guiamos por la calma y no por el caos”, dijo a sus 284 millones de seguidores en Instagram.
A Donald Trump le preguntaron sobre el tema inmediatamente después. Primero dijo que “no tenía idea” sobre ese apoyo. Y al día siguiente le espetó a Fox & Friends que no era “un fan de Taylor Swift”. “Es una persona muy liberal, parece que siempre apoya a un demócrata y probablemente pagará un precio por ello en el mercado”, añadió. Para finalmente recalar en otro de sus tradicionales mensajes pasionales: “ODIO A TAYLOR SWIFT”.
Interrogado al respecto, la respuesta del candidato a vicepresidente por los republicanos, JD Vance —uno de los más impopulares en la historia moderna de Estados Unidos, incluso por debajo de Sarah Palin—, fue tan esperable como todo lo que toca: “No creo que la mayoría de los estadounidenses vayan a verse influenciados por una celebridad multimillonaria fundamentalmente desconectada de los intereses y los problemas de la mayoría de los estadounidenses”, dijo, olvidando de paso que en agosto su ahora admirado paradigma había publicado en Truth Social una imagen generada por IA de la misma Swift instando a votar por él. Y también fotos de varias muchachas, igualmente generadas por IA, con pulóveres en los que se leía “Swifties for Trump”… “¡Acepto!”, escribió Trump entonces. Otro caso mondo y lirondo de mentiras con patas cortas a las que nos tiene acostumbrados.
Por eso en su mensaje de apoyo a Harris, Taylor Swift se vio en la necesidad de tomar la mala yerba por la raíz: “Hace poco me enteré de que una IA de ‘mí’ estaba apoyando falsamente la candidatura presidencial de Donald Trump […]. Realmente evocó mis miedos sobre la IA y los peligros de difundir informaciones erróneas. Y me llevó a la conclusión de que necesito ser muy transparente sobre mis planes reales como votante para estas elecciones”. Seguidamente, remató con un apotegma: “La forma más sencilla de combatir la desinformación es con la verdad”.
La posición de Trump y su subrogante constituye una manera de tratar de ningunear una de las cosas que más les preocupan: las cifras, sobre todo al enterarse de que la publicación de Swift había dirigido a miles de nuevos votantes al sitio vote.gov, donde los estadounidenses elegibles pueden registrarse para votar. De acuerdo con informes de prensa, más de 405 mil almas hicieron clic en ese enlace solo en las 24 horas posteriores al apoyo demócrata expresado por la artista.
Se trata de un flujo que, según un experto, podría traducirse en votos para Harris. “Lo que vimos fue este aumento masivo, lo llamamos ahora el efecto Swift”, subrayó. Y agregó que de acuerdo con datos recopilados desde 2020, alrededor del 80 % de los votantes que se registran tarde terminan votando. No hace falta tener un título de politólogo para darse cuenta de otra de las razones que tuvo el dúo de candidatos republicanos: en caso de una elección reñida solo se necesitaría una pequeña fracción de ese número de fans para cambiar los resultados en un swing state. Y en particular, les molesta y preocupa el arrastre de la cantante entre los jóvenes, una de las fuerzas decisivas en este ciclo electoral.
“Los votantes más jóvenes han jugado un papel cada vez más importante en las elecciones recientes y podrían volver a hacerlo en noviembre”, nos recuerda un reportaje. En 2020 la participación de las personas de entre 18 y 29 años superó el 50 %, más alta que en 2008, cuando ganó Barack Obama. Coincidentemente, un nuevo estudio de la Gallup destacó el giro hacia el liberalismo entre las votantes de 18 a 29 años, quienes no solo se identifican como liberales en magnitudes superiores a años previos, sino que además tienen posiciones significativamente más a la izquierda en temas como el derecho al aborto, el medio ambiente, el control de armas y las relaciones raciales.
Hay una tercera razón: Trump y los suyos saben bien que el apoyo de celebridades cuenta. Y que desde el principio no tienen demasiado bombo en el mundo de los artistas y los músicos, a diferencia de sus oponentes demócratas, respaldados por figuras como Ariana Grande, Cardi B, John Legend, Charli XCX, Barbra Streisand, Beyoncé, Dolly Parton, Carole King, James Taylor, Demi Lovato, Foo Fighters, Meryl Streep, Julia Roberts, Jennifer López … y todos los que participaron en la recién celebrada Convención Demócrata, de Stevie Wonder a Pink. También por eso Trump y Vance intentan restarle perfil a la movida de Swift mientras, de nuevo, se dedican a socializar constructos según los cuales “ese apoyo no tendrá repercusiones significativas en las elecciones”.
Tampoco tendría importancia, en esa lógica, el anuncio televisivo que acaba de lanzar la campaña de Harris con la canción “When The Party’s Over”, de Billie Eilish, con el tema de los derechos reproductivos. Recientemente, la estrella del pop de 22 años y su hermano apoyaron a Kamala Harris en un mensaje dirigido a sus 123 millones de seguidores en Instagram. E hicieron el siguiente llamado: “Hoy es el Día Nacional de Registro de Votantes y les pedimos que se unan a nosotros […] y votar temprano como lo hacemos nosotros”.
Es que la realidad parece moverse por un camino distinto al imaginado por el alto mando trumpista, que ha visto apagarse el fuego de su candidato después de aquella Convención Republicana tan paroxística, voluntarista y teocrática. Y porque el debate presidencial cara a cara con Joe Biden, y el intento de asesinato en julio pasado en Butler, Pensilvania, le dio el oxígeno que hoy ya no tiene. En el último de esos eventos televisivos, dice un analista, la nueva contrincante “lo desgastó como lo haría un fiscal experimentado con un acusado en un juicio”.
Ese cuadro hacia abajo se ha completado con el incidente con la comunidad haitiana de Springfield, acusada por Vance y Trump de comerse las mascotas de los residentes, afirmaciones rotundamente desmentidas por funcionarios republicanos locales y motivo de abundantes memes y burlas en las redes sociales. Con ello Donald Trump y los suyos han ratificado, sin mínima sombra de duda, su pertenencia a ese espacio que se ubica entre la manipulación y el racismo de sus noticias falsas.
El punto es que ese acumulado, visto hasta aquí en sus líneas más gruesas, no cae en el vacío, sino incide sobre las encuestas, que desde luego no son homogéneas, pero dibujan una tendencia al alza para la candidata demócrata, aun cuando a veces sus resultados no traspasen el margen de error en materia de swing states.
Encuesta: Kamala Harris aventaja a Donald Trump en Michigan, Wisconsin y Pensilvania
Por ejemplo, una encuesta de Quinnipiac publicada el pasado miércoles arrojó que Harris tiene ventaja en los tres estados críticos del “muro azul”: Michigan, Pensilvania y Wisconsin.
En Michigan supera a Trump 50 % vs. 45 %. En Pensilvania, con sus importantísimos 19 votos electorales, 51 % vs. 45 %, la posición más sólida de cualquier encuesta anterior. En Wisconsin, donde están en juego 10 votos electorales, figura la línea más delgada:: 49.5 % vs. 47.5 %.
Por otra parte, los votantes independientes son una conquista obligada para el que quiera llevarse el premio en esos swing states. En Pensilvania, por ejemplo, las dos últimas elecciones se decidieron por menos de 100 mil votos. “Ese es el grupo al que hay que prestar atención. Hay que ganarlos para ganar”, dijo Berwood Yost, director del Centro de Investigación de Opinión y del Instituto Floyd de Políticas Públicas. Una encuesta realizada por Franklin & Marshall College entre votantes independientes de Pensilvania, entre el 4 y el 15 de septiembre, denota que la ventaja demócrata en este grupo de votantes es de 13 puntos (48 % vs. 35 %).
Y si se acuden a otras determinaciones, los resultados son claros y distintos. Una muy reciente encuesta de la Universidad Howard muestra que en los siete swing states una amplia mayoría de votantes afroamericanos apoya a Kamala Harris. El 82 % dijo votar por ella, en comparación con solo el 12 % que respalda a Trump.
A nivel nacional, el 11 de septiembre, el día después del debate, Kamala Harris tenía un punto y medio de ventaja sobre su oponente (ahora mismo esa ventaja es de 3,3 puntos).
Esas tendencias intentan ser contrarrestadas por los estrategas de la oposición con varias movidas, una de ellas es la idea de un segundo intento de asesinato a Trump, esta vez en sus instalaciones de golf en West Palm Beach, aun cuando el Servicio Secreto ha establecido que la vida del expresidente nunca estuvo en riesgo.
Parece que el margen de error de las encuestas comienza a ser rebasado por la candidata demócrata. Pero eso lo sabremos de manera más firme dentro de un par de semanas.