El pasado mes julio se convirtió en el más caluroso a nivel global, con una temperatura global promedio de 16,95 ºC; así lo anunció la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Por su parte, el Instituto de Meteorología de Cuba indicó que en la última semana del mes se registró en el país un récord de temperaturas. Los termómetros llegaron a alcanzar los 39 grados en Jucarito, provincia Granma. ¡Qué calor!
Una de las causas que explican el fenómeno es el llamado “domo de calor”. Se forma en un área de alta presión atmosférica, cuando el aire caliente es empujado hacia abajo y queda atrapado en un solo lugar.
Pero el aumento de las temperaturas no es solo un inconveniente. En ocasiones provoca problemas de salud que, en casos extremos, pueden provocar la muerte.
¿Qué es la termorregulación?
El organismo humano puede entenderse como un motor, que convierte su combustible (los alimentos) en energía y genera calor. Mantener la temperatura de ese “motor” entre los 35,8 y 37,2 ºC es fundamental para el mantenimiento de las funciones vitales.
Para esto contamos con un complejo sistema. El “termostato” de ese sistema se encuentra en el hipotálamo, una zona del cerebro que recibe la información generada por una red de sensores localizados en la piel, la médula espinal y los diferentes órganos.
Ante el aumento o la disminución de la temperatura, este sistema nos hace responder voluntaria o involuntariamente. Por ejemplo, podemos aumentar o disminuir la actividad física, buscar protección y/o abrigo, o lo contrario, etc.
Por otro lado, el cuerpo es capaz de perder calor por diferentes mecanismos. El más eficiente es la radiación. Perdemos el 60 % del calor en forma de rayos infrarrojos, pues en todo momento el cuerpo está intentando regularse internamente con base en la temperatura del ambiente. Esa pérdida varía dependiendo de si estamos en zonas más calientes o más frías. Esto ocurre cuando el cuerpo está más caliente que el ambiente.
Cuando la temperatura ambiental se aproxima a la corporal, la sudoración es la principal vía de pérdida de calor. El sudor enfría la piel a medida que se evapora. Si la humedad del ambiente es alta, este mecanismo se ve ralentizado y la pérdida de calor se dificulta. Así ocurre en climas húmedos y calientes, como el cubano.
Mecanismos voluntarios para perder calor —aunque menos efectivos— son la convección, que consiste en la transferencia de calor al agua fresca o al aire (por ejemplo, cuando nos paramos delante de un ventilador), y la conducción, cuando el calor se transfiere a las superficies más frías que están en contacto con el cuerpo (como cuando nos ponemos una bolsa de hielo en la frente).
Enfermedades producidas por el calor
Existen distintas clasificaciones para abordar las enfermedades producidas por el calor. Repasemos algunas:
Calambres por calor
Constituyen la forma más leve de un trastorno producido por las altas temperaturas. De hecho, es muy común verlo en deportistas de alta intensidad luego de un extenuante partido. Ocurren con frecuencia en obreros y militares activos, que soportan altas temperaturas y una intensa carga física.
Los calambres son contracciones fuertes de los músculos. Ocurren generalmente en las manos, las pantorrillas, los pies, los muslos o los brazos. Suele haber dolor y la intensidad varía.
Ante un cuadro como este está indicado el descanso en un ambiente fresco. Se debe beber de 1 o 2 litros de una bebida isotónica: agua con 2 cucharaditas de sal suele ser suficiente. Contradictoriamente, beber grandes cantidades de agua hace que los calambres aumenten, porque su causa no es la falta de líquido sino de sales que se pierden con la sudoración.
Los calambres graves debidos al calor se tratan con líquidos y sales administrados por vía intravenosa. El estiramiento del músculo implicado a menudo alivia el dolor de forma inmediata.
Agotamiento por calor
El agotamiento por calor es un cuadro que no representa peligro para la vida. Los pacientes se mantienen conscientes en la mayoría de los casos y la temperatura corporal no sobrepasa los 40° C.
Su aparición puede ser brusca o tener una instalación gradual, en especial después de períodos prolongados de ejercicio. Los síntomas más frecuentes son:
- piel fría, húmeda y erizada
- sudoración intensa
- pulso débil y rápido
- presión arterial baja al levantarse
- calambres musculares
- náuseas
- cansancio
- dolor de cabeza
- mareos
- desmayos
La causa fundamental del cuadro es la incapacidad del cuerpo de disminuir la temperatura corporal a través de la sudoración. La pérdida de líquidos y sales necesarias para el correcto funcionamiento del organismo es responsable de la aparición de los síntomas, que en casos extremos podría llevar a la pérdida momentánea del conocimiento, lo que se conoce como síncope.
Cualquier persona saludable puede tener un cuadro de agotamiento por calor. Sin embargo, ciertos factores aumentan el riesgo, entre ellos tenemos:
- Edades extremas: niños menores de 4 años y los adultos mayores de 65 años. En el caso de los niños, el sistema termorregulador no está totalmente desarrollado, mientras que en los ancianos ha perdido parte de su capacidad.
- Consumidores de algunos medicamentos: Esto incluye a quienes consumen fármacos para tratar la presión arterial alta, como betabloqueadores, diuréticos; los antihistamínicos, utilizados para alergias; antipsicóticos, que utilizan algunos paciente psiquiátricos, entre otros.
- Obesos: Tener exceso de peso puede afectar la capacidad del cuerpo para regular la temperatura y hacer que retenga más calor.
Golpe de calor
El golpe de calor es una situación grave, potencialmente mortal, que provoca una temperatura corporal muy elevada (> 40°C) y el fallo de varios sistemas de órganos.
El cuadro puede producirse de forma rápida, cuando la persona está haciendo actividad física bajo un calor extremo o cuando permanece en un ambiente caluroso y cerrado. Es la segunda causa de muerte súbita en deportistas de alto rendimiento. También se observa en soldados, trabajadores en ambientes calurosos, que deben llevar ropa de protección pesada, como los bomberos y los trabajadores de la fundición. Las personas mayores, aquellos con ciertos trastornos de salud (problemas de corazón, pulmón, riñón o hígado) y los niños pequeños, son especialmente vulnerables.
El golpe de calor puede lesionar de forma temporal o permanente órganos vitales como el corazón, los pulmones, los riñones, el hígado y el cerebro. Cuanto más alta sea la temperatura (sobre todo si supera los 41º C), mayor será la rapidez en la aparición de los síntomas. En casos graves puede, incluso, provocar la muerte.
Los síntomas frecuentes son similares al agotamiento por calor, pero más intensos. Habitualmente, la persona no percibe que su temperatura corporal es muy elevada.
La alteración de la función cerebral puede ir desde la confusión y desorientación, a tener convulsiones o caer en estado de coma.
Por ser una emergencia médica debe tratarse en una sala de cuidados intensivos. Sin embargo, mientras se espera el transporte al hospital debe sumergirse a la persona afectada en agua fría. Si la inmersión no es posible, se debe enfriar a la persona humedeciéndole el cuerpo con agua y exponiéndola seguidamente a una corriente de aire con un ventilador (enfriamiento por evaporación).
Para humedecer la piel es mejor utilizar agua un poco caliente o tibia que utilizar agua fría, de este modo evitamos que la persona tirite, que puede hacerla generar más calor. El uso de fármacos antitérmicos, como la aspirina o el paracetamol, es ineficaz en estos casos y debe evitarse.
El riesgo de muerte por golpe de calor depende de los factores siguientes:
- edad
- nivel de gravedad de cualquier trastorno de salud preexistente
- nivel de la temperatura corporal más extrema
- lapso de tiempo que permanece constante esta temperatura corporal
¿Qué podemos hacer para prevenir las enfermedades producidas por el calor?
Existe una serie de medidas que pueden ayudar a prevenir un golpe de calor. Estas son algunas de ellas:
- Usar ropa liviana y holgada.
- Proteger la piel contra las quemaduras de sol mediante el uso de sombreros, gorras y protector solar (las quemaduras afectan la capacidad de enfriamiento del cuerpo).
- Beber mucho líquido. Mantener la hidratación ayuda al cuerpo a sudar y a mantener una temperatura normal.
- Tomar precauciones en caso de consumir ciertos medicamentos: si tiene indicado algunos de los medicamentos mencionados (fármacos para tratar la presión arterial alta, como betabloqueadores, diuréticos; antihistamínicos; antipsicóticos, entre otros) debe estar alerta ante la aparición de cualquier síntoma, en especial en estos meses de verano.
- No permanecer en un automóvil estacionado, ni siquiera a la sombra (causa frecuente de muerte asociada al calor en niños).
- Evitar actividades extenuantes durante los momentos más calurosos del día. Es recomendable programar los ejercicios o el trabajo físico para los momentos más frescos, como temprano en la mañana o en la noche.
Las enfermedades producidas por el calor constituyen un síndrome caracterizado por un aumento gradual de la temperatura y otros síntomas asociados. Las personas en edades extremas y con estado de salud previo comprometido son las que corren mayor riesgo.
Sin embargo, todos somos vulnerables. Es importante tomar medidas para mantenernos protegidos.
Fiebre e hipertermia, ¿cuál es la diferencia?
La fiebre y la hipertermia se caracterizan por el aumento de la temperatura corporal por encima de lo normal. Sin embargo, se trata de dos cuadros diferentes, con implicaciones y tratamientos distintos.
La fiebre se debe a la presencia de un pirógeno. Es decir, una sustancia que activa “el sistema de calentamiento” del organismo. Este aumento de la temperatura corporal es identificado por el hipotálamo, que pone en marcha “el sistema de enfriamiento”, lo que culmina con la “defervescencia” o desaparición, por mecanismos naturales, de la fiebre.
En la hipertermia, por su parte, hay un descontrol de la termorregulación, que puede deberse, como ya vimos en el artículo, a un aumento brusco de la temperatura ambiente o a la realización de ejercicios físicos intensos en condiciones de mucho calor. Pero esas no son las únicas causas: la deshidratación, la abstinencia alcohólica, la exposición a algunos medicamentos como los anestésicos inhalatorios y neurolépticos, como el haloperidol; las enfermedades cerebrovasculares y algunas patologías hormonales pueden dañar el sistema termorregulador del organismo, en especial su “termostato”, el hipotálamo, generando este cuadro.
Otras diferencias entre ambas son:
- la fiebre nunca rebasa los 41,7 °C; en la hipertermia se han registrado hasta 46 °C.
- la fiebre es un mecanismo de supervivencia, mientras la hipertermia es una reacción disfuncional que puede provocar daño y muerte.
- la fiebre se trata con antipiréticos como el paracetamol, la dipirona, etc. En la hipertermia el uso de estos medicamentos no tiene sentido porque el sistema termorregulador está dañado y es necesario utilizar medios físicos para revertir el cuadro.