El pasado viernes 24 de enero, OnCuba se hacía eco de la evacuación e ingreso de una veintena de estudiantes del preuniversitario matancero “José Luis Dubrocq”. La internación ocurrió luego de que inhalaran “un gas de origen desconocido”.
Un día después se conoció que la totalidad de los adolescentes había recibido alta. La cifra total de ingresados en el Hospital Pediátrico “Eliseo Noel Caamaño” fue de 35 pacientes, de los cuales cuatro requirieron internación en la unidad de cuidados intermedios por presentar sibilancia, hipertensión arterial y cuadros vagales. 27 estudiantes fueron egresados el propio viernes, mientras que el resto abandonó la unidad hospitalaria al día siguiente.
Finalmente, el 29 de enero, de acuerdo con otro reporte de OnCuba, se supo que el gas de origen desconocido no era otro que el gas pimienta.
La responsable de lo sucedido fue una estudiante del centro que lo utilizaba para “defensa personal” y decidió hacerle una broma a un profesor rociando su motorina con la ayuda de otro adolescente.
La joven, sujeta a medidas disciplinarias debido a la gravedad de los hechos, nunca imaginó la connotación que tendría su comportamiento en la salud de sus colegas.
Gas pimienta, una sustancia nada inofensiva
La Oleorresina Caxicum (OC) es un extracto aceitoso concentrado, derivado de plantas del género capsicum, como el chile, y otras de las que se obtiene el picante. Estas tienen como principio activo la capsaicina. De acuerdo a un artículo aparecido en el sitio de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos, el gas pimienta se ha convertido en el agente preferido por civiles ante situaciones de acoso y también por agencias policiales para controlar a individuos combativos y multitudes.
El OC se comercializa generalmente en forma de aerosoles. De acuerdo con la misma fuente, en un estudio realizado en Estados Unidos, el 83 % de los casos de exposiciones a agentes lacrimógenos en el Estado de Texas entre 1998 y 2002 se debieron a sprays de gas pimienta, 8 de cada 10 no fueron intencionales y el 60 % involucró a niños y adolescentes.
El efecto de este agente se debe a su interacción con un receptor neurológico llamado TRPV1, que se encuentra en la piel y en todos los órganos. El TRPV1 se activa ante elevados niveles de capsaicina, el aumento de la temperatura, la acidificación del medio y la capacidad inflamable. Como consecuencia de su activación, el afectado experimenta un dolor intenso y la inflamación de la zona.
Los síntomas aparecen entre 20 y 60 segundos después de la exposición a la OC y son generalmente respiratorios, oculares y cutáneos. Entre ellos están: irritación de las vías respiratorias, lo cual provoca tos, dificultad para respirar, dolor en el pecho, etc. Cuando la concentración del gas es muy alta o el espacio donde se atomiza es muy pequeño, pueden aparecer síntomas graves como broncoespasmos, neumonitis y, en casos extremos, asfixia, aunque esto es raro.
Las manifestaciones cutáneas van de la irritación a la urticaria, que son manchas rojizas que producen ronchas y picazón, aparición de ampollas y quemaduras de diversos grados.
Los ojos son de los órganos más afectados por el spray de pimienta. Pueden aparecer cuadros serios de inflamación de la conjuntiva, la córnea y la capa que media entre la conjuntiva y la retina, así como úlceras corneales y daños al nervio óptico que pueden ser permanentes.
Los efectos de la exposición al gas pimienta duran poco tiempo, en general entre cuatro y seis horas. Este efecto lo hace útil para el enfrentamiento a acosadores sin provocar la muerte.
Sin embargo, algunas de las manifestaciones cutáneas y oculares que provoca pueden mantenerse por varios días, e incluso dejar secuelas de por vida. Por eso es tan importante el manejo responsable de esta sustancia.
Cuando el peligro está en el aire
Lo sucedido en Matanzas no pasa de ser una anécdota sin mayores consecuencias. Sin embargo, la preocupación que generó estaba plenamente justificada. Y es que la exposición a gases tóxicos tiene muchas y muy peligrosas consecuencias para la salud humana.
En un artículo anterior analizamos los efectos que puede tener el monóxido de carbono (CO), conocido como “el asesino silencioso”, sobre la salud humana. Se trata de un gas incoloro e inoloro que atraviesa con facilidad los pulmones y desplaza el oxígeno de la hemoglobina, por lo que este no puede ser transportado hacia las células. En nuestro artículo apuntábamos que cada año ingresan en Estados Unidos más de 100 mil personas intoxicadas por este agente, de las cuales fallecen 480.
Otro agente muy peligroso y que resulta una presencia cotidiana en nuestra vida es el gas licuado de petróleo, conocido como GLP. Se trata de una mezcla de 80 % Propano (C3H8) y 20 % de Butano (C4H10) a los que se agrega Sulfuro de Mercaptano para conferir su olor característico y hacerlo detectable antes de que su mezcla con el aire se vuelva explosiva.
Todos recordamos lo que ocurrió en 2022 en el Hotel Saratoga, donde 47 cubanos perdieron la vida. Más recientemente, en abril de 2024, según un reporte de OnCuba, una escuela primaria en Sancti Spíritus tuvo que ser evacuada ante una fuga de GLP.
Las intoxicaciones por GLP pueden presentar una gran variedad de síntomas en dependencia de su gravedad. Los gases que forman la mezcla en concentraciones muy altas desplazan el oxígeno de los pulmones, impidiendo que llegue a la sangre, como vimos antes. En concentraciones menores, el gas pasa al torrente sanguíneo y de ahí a distintos órganos, donde donde se transforma en sustancias tóxicas, capaces de provocar síntomas como náuseas, vómitos, diarreas y distintos grados de alteración neurológica, que en algunos casos pueden llevar al paciente al coma, de acuerdo con un artículo aparecido en una revista especializada.
Otro gas tóxico al que de alguna manera todos estamos expuestos es el amoniaco (NH3). Se trata de un compuesto orgánico que incluso nuestro cuerpo produce constantemente. Su mayor uso industrial es en forma de abono, en equipos de refrigeración y como parte de productos de limpieza.
Las exposiciones más comunes al amoniaco ocurren como consecuencia de escapes en plantas donde se produce o vehículos en los que se transporta.
Como el gas pimienta, el amoniaco es una sustancia irritante. Exponerse a él puede provocar un cuadro de insuficiencia respiratoria aguda causada por lesión de los tejidos que recubren el aparato respiratorio desde la nariz hasta las porciones terminales de los pulmones, donde se realiza el intercambio de gases. Algunos casos reportados en publicaciones de revistas especializadas presentaron importantes secuelas tras exposición a altas concentraciones de amoniaco.
Estos son solo tres ejemplos de gases a los que accidental o voluntariamente podemos exponernos en nuestra vida cotidiana.
¿Qué hacer ante la exposición a gases tóxicos?
Existe una serie de medidas que contribuyen a minimizar los efectos de la exposición ante gases tóxicos. A continuación comentamos algunas de ellas.
Lo primero que hay que hacer ante un escape de un gas tóxico es avisar a las autoridades correspondientes para que se hagan cargo de la situación (por ejemplo, bomberos y ambulancias).
Si el escape ocurre en una habitación cerrada, se debe ventilar el espacio para disminuir la concentración del gas y abandonarla lo antes posible.
Cuando el escape ocurre en zonas abiertas, por ejemplo en caso de accidente en una planta industrial, se debe determinar la dirección del aire y no caminar ni en contra ni a favor de este, sino transversalmente, para minimizar el tiempo de exposición al gas. En estos casos resulta fundamental proteger las vías aéreas, la piel y los ojos con los medios de que se disponga.
En caso de que haya alguna víctima, la conducta recomendada dependerá del nivel de entrenamiento que usted tenga y del estado en que se encuentre la persona afectada. Como principio, no se debe arriesgar la vida de un rescatista si las condiciones no son seguras, pues en lugar de una, serían dos las víctimas.
Muchas de estas sustancias pueden impregnarse o ser absorbidas por la piel, por lo que, una vez fuera del área contaminada, se debe retirar la ropa y lavar la piel con abundante agua. Esto es particularmente importante en caso de contaminación con pesticidas.
Un órgano muy sensible son los ojos. En caso de lesión, estos deben lavarse con abundante agua por al menos 15 minutos. En cualquier circunstancia se debe acudir con prontitud al médico. Esta medida ayuda a salvar vidas y no se debe posponer bajo ningún concepto.
Aire para vivir
La exposición a gases tóxicos, sean o no irritantes, supone un riesgo importante para la vida. Lo sucedido en Matanzas no pasó de ser una broma que terminó muy mal para su autora y también para sus compañeros de estudio. Sin embargo, pudo ser muy serio.
Todos dependemos del aire para vivir. En nuestra vida cotidiana estamos expuestos a gran variedad de sustancias que hacen que nuestra cotidianidad sea más sencilla, pero estas pueden volverse peligrosas. Utilizarlas de un modo sensato, tomar medidas para minimizar los riesgos que entrañan y actuar con prontitud en caso de exposición puede marcar la diferencia.