Una tormenta perfecta está arruinando la producción lechera en Camagüey: falta de recursos, descontrol, impagos, robo y sacrificio ilegal de masa ganadera, así como dificultades técnicas y climáticas interactúan sin que hasta el momento se avizore un punto de contención, no ya de superación.
Los ganaderos, muchos de ellos herederos de una tradición centenaria, luchan por sobrevivir en un entorno cada vez más hostil, mientras las autoridades, que reconocen la gravedad de la situación, se muestran incapaces de una reversión en el corto plazo.
Un amplio reportaje publicado esta semana en dos partes en el periódico Granma refirió que la escasez se refleja en la mesa de miles de familias: los niños reciben apenas medio litro diario, o uno cada dos días. Si la disminución sigue al paso que va, en tres años los niños de la provincia recibirán la leche cada tres días.
Un descenso alarmante
Camagüey, que llegó a acopiar 90 millones de litros anuales, produce hoy menos de la mitad que hace cinco años.
Según datos oficiales, el año 2024 cerró con una masa ganadera de 432 749 cabezas, tras perder más de 66 mil animales en solo doce meses. Solo en 2024, se reportaron 58 963 muertes de reses por diversas causas y 7 143 sacrificios ilegales. Esta sangría podría dejar a la provincia sin ganadería en solo 15 años.
René Mola Valera, director de Acopio de Leche, explicó que para cubrir la demanda de niños, embarazadas y pacientes con dietas médicas, se necesitan 90 mil litros diarios. Sin embargo, a menudo ni siquiera se logra recolectar la cantidad mínima para los niños (50 mil litros), y más de un tercio de los productores contratados incumple sus compromisos.
Causas estructurales y coyunturales
La decadencia en la producción lechera de Camagüey responde a una combinación de factores estructurales y coyunturales.
En el ámbito de los recursos e insumos, los productores denuncian la escasez de herramientas básicas como limas, guantes, machetes, alambres y grampas. Las tiendas estatales de insumos agrícolas, como Gelma, están desabastecidas, alegan.
Otro de los factores es el déficit de combustible, jalonado por sequías que han agravado la situación al dificultar el acceso al agua para el ganado y limitar el transporte de leche y de insumos. El poco combustible disponible se prioriza para los productores más eficientes, y no alcanza para todos.
En paralelo, los impagos y el predominio del pago electrónico complican la vida de los campesinos, que necesitan efectivo para remunerar a sus trabajadores y adquirir insumos. El acceso al banco es difícil por la distancia, la falta de señal, la poca disponibilidad de dinero en efectivo o el apagón en las sucursales.
A su vez, golpea el descontrol y mala gestión, al reportarse bases productivas que firman contratos sin conocer la realidad de sus productores, lo que deriva en planes incumplibles y en desmotivación. La falta de control y seguimiento diario contribuye al quebrantamiento de los planes.
Entretanto, el hurto, el sacrificio ilegal y la muerte por enfermedades o mal manejo han reducido drásticamente la cantidad de ejemplares lecheros. Muchos productores recibieron tierras sin experiencia en ganadería, lo que ha incrementado la mortalidad de la masa animal.
Otro hándicap está asociado a la vulnerabilidad de los esquemas reproductivos del hato ganadero. La inseminación artificial sufre por la falta de nitrógeno y el mal estado del transporte, lo que obliga a recurrir a la monta directa, menos eficiente y con peores resultados genéticos. Además, el 15 % de los termos de enfriamiento de leche están fuera de servicio por falta de repuestos.
Por si fuera poco, las condiciones climáticas del primer semestre del año se han comportado parcas en precipitaciones, más allá del perfil estacional que le corresponde.
Los primeros meses del año suelen ser muy secos, lo que afecta la natalidad y la producción de leche. Municipios clave como Minas, Santa Cruz y Najasa muestran indicadores muy bajos de crecimiento de la masa ganadera.
Ganaderos, sus voces desesperadas
Omar Carrasco Palomino, productor de la CCS Niceto Pérez, en Nuevitas, se mostró resignado y frustrado por el actual escenario, donde el fracaso de la bancarización es inocultable.
“El año pasado no terminó bien, por la fuerte sequía. Los animales no contaron con agua suficiente, y tampoco hubo combustible. Nos molestan mucho los impagos; a veces no tenemos de qué vivir y esta es nuestra forma de vida. El pago por tarjeta no es factible para nosotros. El campesino necesita efectivo. Los insumos están muy difíciles; no hay. Esta cooperativa era millonaria, llegó a producir dos millones de litros de leche, pero se ha derrumbado después que comenzaron estos problemas. Conozco campesinos que han vendido su masa y han dejado de producir porque se han molestado con estas cosas”.
Por su parte, Eliecer Viamontes Manso, vicepresidente de la CCS Rolando Mejías Espinosa, subraya la importancia del control y el compromiso.
“La clave para cumplir está en el trabajo con el productor, chequear día a día lo que entrega y lo que tiene contratado. Si eso no se hace, no puede haber resultados; los planes son cumplibles, pero tiene que haber control”.
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A su vez, Manuel Aguilar Gutiérrez, presidente de la CCS Felipe Basulto, enfatiza el impacto de los problemas de pago. “Hemos presentado problemas con los pagos, y de algo tienen que vivir los productores, porque tienen familias que mantener”, se queja.
Visiones oficiales
José Antonio Gil Pérez, jefe del Departamento de Ganadería de la Delegación Provincial de la Agricultura en Camagüey, reconoce que las prácticas indeseables gravitan determinantes en la crisis actual.
“Durante estos últimos años ha existido muy mal manejo de la masa. Muchos productores solicitaron tierras para ganado sin saber de ganadería. Por eso también hubo alza en las muertes de los animales, principalmente el año pasado”.
Gil Pérez insiste en que el crecimiento de la masa ganadera es la prioridad para salvar la ganadería, pero admite que el primer cuatrimestre del año es especialmente difícil por la sequía. Además, señala que la infraestructura de enfriamiento de leche está dañada, con 80 termos fuera de servicio por falta de piezas de repuesto, lo que limita la capacidad de acopio y conservación del producto.
René Mola Valera, director de Acopio de Leche, agrega que la industria enfrenta serias dificultades financieras.
“Hoy esta industria tiene un crédito por pagar de 900 millones de pesos, que era de 600 hasta que comenzó la última contingencia energética, en la que perdimos miles de litros de leche. Tampoco había sal fundente para procesarla y hacerla queso, y nos atrasamos 20 días en el pago, por lo que hubo que pedir otros 300 millones al banco. Esto va contra el salario, la distribución de utilidades y la salud financiera de la empresa”.
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El impacto social y las perspectivas
La crisis lechera golpea directamente a la población más vulnerable: niños, embarazadas y enfermos. La escasez obliga a buscar la leche en el mercado informal, a precios mucho más altos.
La carencia de este producto también afecta la producción de derivados como el queso, que muchas veces se elabora de manera artesanal ante la imposibilidad de entregar leche fluida a la industria, especialmente en zonas alejadas o con caminos en mal estado.
Frente a ese panorama, las autoridades buscan soluciones como la mejora de la contratación, el fomento del crecimiento de la masa ganadera y la reparación de la infraestructura de enfriamiento.
Las autoridades negocian con los bancos para garantizar un porcentaje de pago en efectivo a los productores más avanzados y exploran alternativas para asegurar el suministro de insumos y combustible.
Sin embargo, el consenso entre productores y dirigentes es que, sin recursos y sin control, cualquier plan será insuficiente para revertir la tendencia. Las autoridades reconocen la gravedad de la situación y la necesidad de cambios profundos, pero el tiempo apremia.
Geografía y decadencia
Con una extensión que supera los 15 600 kilómetros cuadrados, Camagüey es la provincia más grande y llana de Cuba, ocupando alrededor del 14 % del territorio nacional.
Se caracteriza por sus amplias sabanas y un relieve predominantemente plano, lo que ha favorecido una base económica agropecuaria con suelos aptos para cultivos como la caña de azúcar, cítricos, arroz, viandas, hortalizas y pastos.
A finales de los años 80, según Cubadebate, el país tenía alrededor de 4.8 millones de cabezas de ganado, con un 63% dedicado a la producción lechera, y una infraestructura estatal significativa para la producción y procesamiento de productos lácteos y cárnicos.
Sin embargo, a partir de la crisis de los 90, la ganadería en el territorio ha ido declinando. Esta caída se ha acelerado en los últimos años, con pérdidas de decenas de miles de cabezas de ganado anualmente, lo que se ha traducido, además, en una caída drástica en la producción lechera, pasando de 91.7 millones de litros en 2019 a 42 millones en 2023.