Las niñas

En las primeras edades, si de "conductas raras” y de diabluras se trata, las diferencias entre niñas y niños son mínimas.

Foto: Cortesía de la autora.

Soy mamá de dos varones. Y también en lo profesional atiendo generalmente a niños del sexo masculino. No es algo que me propongo, son cosas de las estadísticas. No obstante, tengo sobrinas, amigos con hijas y también fui una niña.

Tengo unas sobrinas muy calladas, y en ese aspecto opino que no son muy representativas. Siendo honesta, es un atributo poco frecuente en nuestro sexo. Una de ellas, siendo muy tímida de niña, se hizo novia de uno de sus profes en el preuniversitario, que le lleva a ella unos cuántos años. ¡Tímida la niña! La otra sobrina que vi crecer, parecía que iba a “acabar con el mundo”; sin embargo, tuvo un inusual noviazgo, en estos tiempos, que duró una década y que comenzó a la tierna edad de 15 años. Emigró, y cuando todos pensamos que ese sería el fin de la relación, saltando las barricadas de las leyes migratorias, regresó a Cuba y se casó. La primera conclusión a la que arribo, es que las niñas pueden mutar. Las niñas tímidas, de adultas, pueden dejar de serlo y las “alborotosas” también.

Apartando a las niñas de mi familia, no creo que el resto escape de anécdotas un poco extrañas, como la de una de las hijas de una amiga que, de bebé, se comió parte de una cucaracha o a la cucaracha entera –la cantidad ingerida no pudo determinarse. Y la de otra madre, que al llegar un día de su trabajo, se encontró a su pequeña pasándole la lengua al piso. Mi amiga, casi convulsionando, le preguntó por qué lo hacía y le respondió que “quería ser un aristogato”.

De todas las conductas “raras” para niñas de las que he tenido conocimiento o he vivido, la que más me perturbó fue la que experimenté con dos bandidas de 7 y 8 años aproximadamente. Caminaba yo un mediodía a un paso agitado, cuando las susodichas me lanzaron un palo. Hasta ahí pudiera parecer que sobredimensiono esta anécdota, pero si les digo que andaba por el cementerio y que estaban escondidas detrás de una tumba, coincidirán conmigo en que hay que ser temerarias y todos los demás calificativos correspondientes. Solo las logré ver porque al percibir ellas mi cara de susto no pudieron contener la risa. Me dejaron desarmada con toda mi psicología. ¿Cosas de niñas?

Cómo segunda conclusión, opino que en las primeras edades, si de “conductas raras” y de diabluras se trata, las diferencias entre niñas y niños son mínimas.

De las relaciones de las niñas con sus hermanos, es justo reconocer que cuando las nenas tienen un hermano varón mayor que ellas, con sólo poner “cara de sentimiento” la balanza se inclina a su favor. Si de lo contrario, tienen por hermana a otra niña, la quejas pueden ser consideradas bretes, chismes y cambia totalmente la connotación.

Si ellas son las mayores, tendrán que aguantar que las hermanitas se enamoren de todos sus novios, y las pequeñas, mal correspondidas, pueden ser capaces de todo. Mientras que sus hermanitos boicotearán el noviazgo con todo tipo de pesadeces.

Las hermanas mayores asumirán, frecuentemente, el papel de ángel de la guarda de sus hermanitos y hermanitas, lo cual constituirá para ellas un anticipo de lo que sucederá en el futuro rol de mamá. Muchas niñas en esta situación de “mamás niñas” llegadas a la adultez, inexplicablemente, tardan en procrear. Las que no tienen hermano, tendrán 98 papeletas para ser muy consentidas.

En las primeras etapas, si bien las niñas gozan de protección familiar, por su apariencia tierna y frágil, en la adolescencia, esta protección, se les vuelve molesta. En esa etapa, la cara de lástima se comienza a transformar en reclamos que fluctuarán según características personales y patrón familiar. Para obtener lo que quieren y defenderse, gritan y patalean si es preciso.

Las niñas que hoy conozco, las que nacieron en el presente siglo, disfrutan a Harry Potter y otros juegos electrónicos, y quieren ser y hacer todo lo que es posible en esta vida. Son cada vez más infrecuentes los juegos de limpiar y de las casitas. Ahora, en cambio, y no precisamente para bien, las muñecas barbies las conducirán a lo que será su obsesión en años posteriores: verse así, estilizadas, sensuales, a la moda y con un pelo de muñeca… eso costará sudor y lágrimas, habida cuenta el menú hipercalórico tradicional cubano y el sol tropical quemando todo lo que se cruza en su camino.

Exceptuando a Dora la exploradora, chaparrita de cara achatada y cuerpo imprecisable, las nenas no la tienen fácil con el patrón de belleza que les imponen los medios de comunicación. Estas niñas de hoy deberán superarse, pues hasta para poder utilizar los efectos electrodomésticos se precisa estar bien capacitadas.

En resumen, que de las nenas se espera todo… que sean bellas y que se superen, y que después tengan bebés y atiendan la casa (un poco contradictorio ¿no creen?), y sigan tratando de mantener sus tareas interdisciplinarias cómo si estuvieran cruzadas con pulpos. Yo entendería tales sacrificios, si por todo esto fueran a ser más apreciadas. ¿Liberadas? Tengo mis dudas.

En cuanto a la moda, quiero nada más recordar que el insigne color rosado de las niñas quedó en el pasado. Los varones le huían a ese color como el Diablo a la Cruz y podíamos mantener ciertos objetos protegidos de ellos si los elegíamos rosaditos. Ahora les da lo mismo. Igual pasa con los estampados de flores, los cintillos y felpas. Si su niña coge piojos y debe pelarla corto, y la confunden por ello con un niño y eso la molesta, póngale un lazo. Aún los lazos están a salvo.

Si usted tiene una nena, podrá disfrutar de tener a una pequeña con motonetas y en patineta. Pero si la dejan ser ella misma, se pintorreteará de vez en cuando y usará la ropa de mamá para desfilar o bailar frente a un espejo cuando no la vean. O podrán vestirla con ropa ceñida donde respirar será un milagro e irán convirtiéndola en una mujercita en miniatura. Algo así como madurar con carburo, en buen cubano.

En sus manos está elegirles, cuando ellas aún no puedan hacerlo, ropa y calzado cómodos que les permitan saltar y correr por este mundo. Para sufrir siempre hay tiempo. El parque también es para las niñas el mejor sitio en la infancia, e ir en tacones es un problema, y con los dedos afuera también porque, como mínimo, las picarán las hormigas.

Tanto sus ropas como sus juguetes no deberán ser sexualizados. Las niñas deberán, además de serlo, parecerlo. Les evitará problemas. Ya habrá tiempo de ser mamás y de ser bellas en concordancia con su genética. Nuestras niñas deberán jugar mucho. No tienen que ensayar ser adultas. Llegada a esta etapa, será como la fiebre… no se puede sudar la ajena.

Ayudarán en casa lo mismo que el resto de los niños, pues no nacen con una etiqueta que diga: “labores domésticas” y si chillan no creo que lo hagan por poca cosa: es cuestión de sobrevivencia cuando aún les faltan los recursos para defenderse, pues más que demostrado está que lograrán, pese a todo lo dicho, aquello que se propongan. Así que, si usted tiene una hija, recuerde que en lo fácil está lo difícil, y si no le dio gracia esta vez, esa era la idea, pues ser niña no es cosa de chiste.

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