Desde que tengo uso de razón, Centro Habana ha sido una ciudad populosa, con sus calles abarrotadas de personas donde resulta difícil caminar por las aceras de sus avenidas principales.
Rodeada de tiendas y mercados de todo tipo, esta localidad capitalina de menos de cuatro kilómetros cuadrados es uno de los epicentros comerciales de La Habana, una característica que deviene un peligro real en estos tiempos donde el distanciamiento social es fundamental para frenar la Covid-19.
En los medios se ha informado sobre la importancia de las medidas de aislamiento social para evitar el contagio, las aglomeraciones son caldo de cultivo para el nuevo coronavirus, más en regiones densamente pobladas, no es casualidad que las ciudades con estas características y con poco rigor en las acciones de distanciamiento son las que peores situaciones han tenido durante la pandemia, como la ciudad de New York en Estados Unidos o la región de Lombardía en Italia, por solo citar dos ejemplos.
La Habana concentra 676 casos confirmados hasta el primero de mayo, de los cuales 80 pertenecen al municipio de Centro Habana (11,83 %), con una tasa de incidencia de alrededor de 50 infectados por cada 100 000 habitantes, de las más altas del país, confirman fuentes oficiales.
Este municipio cuenta con una población de 138 060 habitantes, distribuidos en tan solo 3,42 km2, lo cual significa un total de aproximadamente 40 368 hab/km2 de densidad poblacional, una cifra a la cual se suman los más de 100 000 ciudadanos de población flotante, datos que demuestran lo vital que resulta establecer medidas férreas para evitar las grandes concentraciones de personas, algo habitual en este territorio.
Si bien con la reducción del transporte intermunicipal el flujo de pobladores entre los municipios disminuye, esto no impacta tanto en el movimiento hacia este municipio pues, como su nombre indica, se encuentra en el centro de la capital y colinda con la Habana Vieja, Plaza de la Revolución y el Cerro, desde los cuales no resulta complicado llegar caminando a la concurrida Centro Habana, en busca de provisiones.
Puede que el municipio reporte 80 residentes infectados, pero se han preguntado: ¿cuántas personas pudieron o pueden infectarse mientras se encontraban de paso por la zona? Incluso, ¿cuántos residentes de otros municipios de visita por la localidad pueden contagiar a otros en su recorrido por Centro Habana, considerando el alto número de visitantes que recibe a diario?
Aunque varios de sus grandes centros comerciales han cerrado sus puertas como La Época, Carlos III y Almacenes Ultra, persisten otros mercados “abastecidos” por estos días en mayor o menor medida, donde las familias se reparten estratégicamente para acaparar una mayor diversidad de productos de aseo, higiene y, sobre todo, alimentarios.
A pesar de las medidas de restricción dictadas por el gobierno del territorio y de un aumento de la presencia del cuerpo de policía en la zona, aún continúan demasiadas personas en la calle haciendo largas y apretadas colas, como si nada pasara.
¿Existe una percepción real del riesgo en Centro Habana? ¿Conocen las personas qué deben hacer para evitar el contagio? ¿Qué magnitud debe alcanzar la Covid-19 en ese territorio para aplicar medidas más fuertes de aislamiento? Son preguntas que surgen mientras siguen abarrotadas las calles de la ciudad.
Puede que a algunos les parezca que ahora estamos en una situación donde aparentemente está “controlado” el avance del contagio de la epidemia en el país, pero esa es una realidad muy vulnerable y por sus características poblacionales, este municipio es una región clave para evitar una debacle en el manejo de la actual situación epidemiológica.
Centro Habana cuenta con más de 30 081 habitantes mayores de 60 años de edad (21,8%), según datos del anuario territorial del 2017, rango etario de mayor vulnerabilidad a la Covid-19. De los 676 casos de Covid-19 en la capital hasta el mes de abril, un total de 150 son pacientes mayores de 60 años, un factor a considerar a la hora de prever un mayor número de fallecimientos.
Si bien los jóvenes son el grupo menos vulnerable en cuanto a mortalidad, representan el sector clave en la expansión del nuevo coronavirus. Solo piensen cuantos jóvenes conviven con sus padres y abuelos, a cuantos pudieran perjudicar al mantener una conducta indebida, transitando por las calles de la ciudad.
Es cierto que muchos temen que escaseen los alimentos y demás productos de higiene y aseo, ese miedo es el que mueve a las personas a salir a la calle a riesgo de enfermarse, de manera consciente o inconsciente.
Sumado a los problemas que han presentado las plataformas de compras vía online propuestas por el estado cubano, hace que muchos salgan a “resolver”, como se dice en buen cubano.
Estamos claros que en algún momento debemos salir a abastecernos de insumos, lo cual no fuese un problema si cada individuo cumpliera con las medidas pertinentes a la hora de hacer filas para la compra en las tiendas y mercados.
Todo pasa por el nivel de disciplina y conciencia de las personas, el primer paso a considerar. Mantener la distancia de dos metros requerida es una acción fundamental, donde intervienen también los agentes del orden, pues para eso están ahí, para encargarse del cumplimiento de lo establecido.
Desde hace días se ha incrementado el número de policías en las calles de Centro Habana, en aras de establecer mayor disciplina y control en las tiendas y mercados, pero en muchos lugares “la vida sigue igual”, nada parece alterar ese estado aparentemente normal de muchedumbre en la zona.
Ante la escasez y el desorden, la mejor alternativa es acercar los productos a los hogares, tarea ardua considerando las características de un territorio cuya población flotante es similar a la de residentes, para lo cual se han tomado algunas medidas que deben permitir una mayor organización en un futuro, esperemos, cercano.
La actual situación epidémica ante la Covid-19 requiere de mucho actuar sobre la marcha y estricta disciplina, no solo por parte de las autoridades estatales, esta empieza por nosotros mismos, algo que los pobladores de Centro Habana deben asimilar con sensatez, quedarse en casa significa que estás a salvo tú y tu familia, pero también el resto de los habitantes de la ciudad.
Tiene razón solo la percepción del riesgo a enfermar es lo que evita salir de casa sin embargo a medida que pasa el tiempo las personas se confían más se deben de extremar las medidas así evitaremos más contagios y que nuestra economía se afecte cada día más
Pues te doy la respuesta es cierto todo sigue igual nosotros los cubanos cuando vemos reglas aunque sea por nuestro bien no las acatamos no esta bien pero no hay poder divino que cambie eso pero aun en esta situación todavía no sabemos el verdadero peligro que corremos yo vivo en una calle cerca de los sitios y mis vecinos todavía se sientan en los quicios de la calle todavía juegan domino y los niños de 13 a 15 años todavía se mantienen hasta las 12 de la noche contando historias y haciendo chistes son los que menos perciben el peligro por eso las cosas siguen igual lo único que cambia en esta situación son 2 cosas la policía siempre muy atenta a nuestro bienestar y el uso de los nasobucos por lo demás nos hemos adaptado a nivel masivo como si estuviéramos acostumbrados