La cultura cubana vivió en 2019 hechos que conmovieron, sorprendieron y mostraron la vitalidad de sus más diversas manifestaciones.
Música en la primera línea
La música, se sabe, es una de las rampas de lanzamiento más sólidas de la cultura cubana. Festivales, presentaciones de discos y conciertos confirmaron la categoría de músicos de peso en la escena nacional, así como de nuevos artistas que vienen perfilando distintas zonas del ámbito sonoro del país.
Omara Portuondo, una de las grandes leyendas de la canción cubana, rindió su homenaje personal a Benny More en los 100 años del natalicio del Bárbaro del Ritmo, en un disco que grabó junto a La Orquesta Falide, una agrupación que ha demostrado la vitalidad de los géneros tradicionales cubanos, a pesar de su poca promoción en los medios nacionales.
La Diva del Buena Vista, que sigue demostrando a sus 89 años que no puede vivir fuera del escenario, recibió su propio tributo en la ceremonia de los Latin Grammy, cuando la Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación le otorgó el Premio a la Excelencia Musical, una distinción de altos quilates que recibió en nombre de Cuba, según sus propias palabras, en la gala celebrada en noviembre en la ciudad estadounidense de Las Vegas.
Omara Portuondo dedica a Cuba Premio a la Excelencia Musical
El jazz se mantuvo como uno de los géneros más reputados de la Isla, una música que ha logrado unir a instrumentistas cubanos radicados alrededor del mundo y cuyos exponentes dan vida a una escena creativa y original que ha sido reconocida por especialistas y publicaciones de alta relevancia tanto en Cuba como fuera de ella.
El XXXIV Festival Internacional Jazz Plaza fue la mejor muestra del alcance de este género y de sus múltiples formas de expresión. El evento, fundado por ese todoterreno musical que es Bobby Carcassés, convocó en enero a notables nombres del panorama mundial como los cubanos Chucho Valdés, Roberto Fonseca, Pedrito Martínez, la británica Joss Stone, el estadunidense de origen latino Arturo O’Farril, la española Patricia Kraus y el peruano Tonny Sucar y su proyecto Unity, quien recientemente ganó el Premio Grammy Latino por su disco Más de mí.
Uno de los conciertos más memorables del certamen fue el estreno mundial de la Moshulu Band, una alineación comandada por el maestro del bajo Jeff Berlin y en cuyas filas aparecen los descollantes instrumentistas David Sancious (teclado), Dennis Chambers (batería) y Oz Noy (guitarra).
Dos jóvenes músicos cubanos acumularon suficientes méritos para encabezar cualquier lista que se realice este año para ponderar a los artista de la Isla. Haydée Milanés y Cimafunk, dos nombres esenciales en la creación sonora contemporánea, se afianzaron cómodamente en sus distintos territorios con dos discos que cruzaron la frontera insular y se colocaron bajo los reflectores de influyentes revistas especialidades.
Haydée estrenó Amor Deluxe en la primera recta del año y el fonograma la catapultó a los primeros lugares de la música latina. Una prueba al canto: la revista Billboard colocó el disco de Haydée con versiones de temas de su padre, Pablo Milanés, interpretados por astros de la escena mundial, entre los 50 mejores álbumes latinos de la década. En la selección, la cantante de 39 años se codeó con Chucho Valdés, y Cachao López como únicos representantes de Cuba.
Chucho, Cachao y Haydée Milanés entre lo mejor de la década, según la Billboard
Cimafunk, la revelación, puede ser el nombre de cualquier largometraje de ficción. Pero no. No hay mejor título para calificar la aún breve pero poderosa trayectoria de un músico que colgó el uniforme de médico en su natal Pinar del Río, para emigrar a La Habana y ganarse la vida a como fuese. La historia, sin embargo, no queda ahí.
Con su primer disco Terapia, grabado de forma independiente, se transformó en un fenómeno de masas en la Isla, con una fórmula abierta y expansiva en la que cabe todo, desde funk, soul hasta algunos coqueteos con la música popular y urbana. Pura música cubana la de este creador autodidacta, que dispara su arsenal sobre el escenario como si le hubiera pedido el brazo de lanzar a Aroldis Chapman.
Cimafunk paseó sus temas por Nueva York, tocó en el Central Park, en el Blue Note y en el Madison Square Garden como invitado de Alejandro Sanz, un dúo que repitió luego en el American Airlines Arena de Miami. Todo eso después de fichar con Magnus, la empresa de entretenimiento de Marc Anthony. En los finales del 2019 también fue llamado a participar en un homenaje al cantante estadounidense Pharrel Williams en Miami, para cerrar un año fenomenal, que incluyó también colaboraciones con grandes músicos cubanos como Chucho, Omara, Pancho Amat y Juana Bacallao.
Carlos Varela y X Alfonso regresaron después de años en silencio (discográficamente hablando). El “gnomo”, esa voz representativa e incómoda de varias generaciones de cubanos, estrenó su noveno disco El grito mudo, un álbum en el que le canta a un país que no ha cambiado demasiado desde que comenzó su andadura en la canción de autor. Se trata de un álbum hermoso, con una factura musical impecable, en el que se reúnen todas las obsesiones de Varela y donde podemos encontrar preguntas sobre el ejercidio del poder y las huellas lacerantes de la emigración.
Por su parte, X ha vuelto a ser X con Inside. Este es un álbum que se ha adaptado a las nuevas circunstancias digitales en que se mueve la música y ha sido respaldado por una original campaña de promoción realizada por el equipo de Bonus Track. Las canciones, que se hacen escoltar por videos en el que el músico vuelve a mostrar sus afilados dotes como realizador audiovisual, mantienen la línea creativa que ha identificado a este polifacético artista, un nombre esencial en las vanguardias de la Isla.
Su padre, Carlos Alfonso toma distancia de frases como “acto de justicia” que puedan sonar demasiado fastuosas, pero no puede catalogarse de otra forma la invitación hecha junto a Síntesis a la Universidad de Harvard, donde impartió cátedra sobre esa fusión única que los identifica en la música cubana e internacional,y que podríamos catalogar como rock afrocubano en todo esplendor.
Ya no es noticia que cada regreso de Habana Abierta a Cuba se convierta en una vuelta triunfal. Los músicos de este colectivo, ya sean parte de su pasado inmediato o continúen militando en sus filas, volvieron a la Isla este año para entregar esas canciones en las que acuden por igual al extremo más rabioso de las inquietudes de una generación que a su costado más festivo.
Aunque algo ha cambiado desde su nacimiento, los temas de esta banda siguen manteniendo el pulso exacto que las hace convocar numerosas personas cada vez que se enfrascan en una operación retorno. El grupo había dicho que, tras su regreso a la Isla, se mantendrían en activo componiendo nuevos temas para que el fulgor de sus testimonios sonoros no solo brillara en los recuerdos. Veremos, entonces, que les depara el 2020 a una de las alineaciones más representativas de la música cubana contemporánea.
Tampoco pueden pasarse por alto en el ámbito musical, las celebraciones de dos agrupaciones ya legendarias de Cuba: Los Van Van y la Aragón. La primera llegó a cinco décadas con una renovación constante de su quehacer que, sin embargo, engrandece el legado de su fallecido fundador, el maestro Juan Formell. Mientras, la segunda cumplió sus ocho décadas de vida, con una fidelidad indiscutible al sello que la ha convertido en referencia dentro y fuera de la Isla, y, al mismo tiempo, con guiños de actualidad, como su colaboración en un tema musical con el explosivo Cimafunk.
Finalmente, este año volvieron a quedar en la lista de espera los conciertos de grandes bandas que entre telones han mostrado intención de venir a Cuba. En cambio, llegó Blondie, una de las formaciones legendarias de los 70, que ofreció dos conciertos a lleno completo en el teatro Mella. Durante los shows, Debbie Harry, la explosiva vocalista de la alineación, mostró que a sus 73 años conserva los atributos y la fuerza de su proyección escénica.
Lina de Feria y “Trilogía Sucia de La Habana” en La Habana
Un hecho muy relevante para las letras cubanas fue la concesión, finalmente, del Premio Nacional de Literatura a Lina de Feria, una de las voces más sólidas y auténticas de las letras cubanas. El premio, aunque llega quizá un tanto tarde, resulta un acto de justicia con una escritora que ha sabido defender su obra poética ante los embates de los hombres y el tiempo.
Y precisamente el tiempo es en Cuba una variable que no se puede medir por la misma regla que en otras geografías físicas y espirituales; tiene su propio ritmo. Con todo, 20 años es, sin dudas, mucho tiempo, quizá demasiado. Ese fue el lapso que separó la publicación de Trilogía Sucia de La Habana, de Pedro Juan Gutiérrez por la editorial española Anagrama de su publicación finalmente en la Isla.
No obstante, los lectores de Gutiérrez agradecieron que saliera de la oscuridad en Cuba un título que hablan de los bajos fondos de una ciudad que existe y cuyos habitantes tienen como principal propósito la sobrevivencia. El libro fue presentado por la Editorial Unión en la Feria Internacional del Libro –que volvió a ser el principal evento literario del año– donde el público pudo conocer las diferentes claves literarias de su autor, uno de los nombres malditos de la literatura nacional.
En la gran pantalla
El 2019 fue quizá el año del cine independiente cubano y de todos los creadores vinculados de alguna forma a estas plataformas cinematográficas. Se aprobó el Registro del Creador Audiovisual para otorgarle un ecosistema legal a los realizadors independientes, aunque todavía persisten inconformidades e incógnitas sobre la aplicación de este instrumento.
Por otro lado, la película Un traductor, dirigida de forma independiente por los hermanos Barriuso, fue elegida como candidata por Cuba para los Premios Oscar, y en el Festival de Cine de La Habana se reconocieron cintas que se han realizado al margen de la industria. Mientras, Eduardo del Llano decidió ponerle fin a la saga de los cortos de Nicanor O’Donnell después de 15 filmes que hicieron reír y pensar en serio a los cubanos. Del Llano se ha enfrascado ahora en una nueva producción para la cual está buscando financiamiento, en la cual ya no veremos al entrañable O’Donnell.
Además, el cineasta Arturo Santana estrenó su segundo filme Habana Selfies en colaboración con el ICAIC, y Armando Capó ganó relevancia con su ópera prima Agosto, premiada en el festival de La Habana.
El cine también le abrió las puertas a Leonardo Padura. Ausente históricamente de los medios oficiales en Cuba, el escritor vivió un momento de “justicia cinematográfica” cuando el Festival de Cine de La Habana presentó el documental Leonardo Padura, una historia escuálida y conmovedora, de la joven periodista Náyare Menoyo, quien indagó a fondo en la obra y la dimensión humana de uno del escritor cubano radicado en la isla con mayor proyección internacional.
Como era de esperar, la sala se llenó del público que ha seguido la trayectoria del escritor a pesar de su nula difusión en la isla. El propio Padura agradeció el gesto de la realizadora y la presencia de los espectadores que colmaron el habanero Cine Chaplin.
Los 15 años del festival de Gibara, el prematuro fallecimiento del documentalista Ismael Perdomo y la inclusión de siete títulos cubanos en una selección del mejor cine latinoamericano de la década, también marcaron el devenir del séptimo arte en los últimos 12 meses.
Teatro en la diana
El teatro cubano ha permanecido en la vanguardia y en el centro del debate artístico sobre la realidad nacional. Sus puestas en escena siguieron atrayendo en 2019 a una gran cantidad de público y los principales grupos del país mantuvieron una activa cartelera a lo largo del año.
El Festival Internacional de Teatro reunió en octubre en La Habana a colectivos de probada calidad entre los que sobresalió el histórico Berliner Ensemble, de Alemania, que presentó “El círculo de tiza caucasiano”,de Bertolt Brecht, una de sus puestas antológicas. Por su parte, “Oficio de isla”, dirigida por Osvaldo Doimeadiós y con la producción del Consejo Nacional de Artes Escénicas y el Centro Promotor del Humor, fue uno de los espectáculos que marcaron el año teatral en Cuba.
“Hierro”, de Carlos Celdrán, y “Todo está cantando en la vida”, un homenaje de Rubén Darío Salazar y Teatro de las Estaciones, a la cantora Teresita Fernández, fueron otros de los títulos muy atendibles de esta manifestación en Cuba en 2019. Tampoco puede obviarse en la lista las nuevas temporadas de “Farándula”, de Jazz Vilá, por su probada capacidad de comunicación con el público.
Oficio de Isla: lo que fuimos, quisiéramos ser y (ahora) somos
Una Bienal (sin plátano) para las artes plásticas
La Bienal de La Habana, bajo el lema “La construcción de lo posible”, reunió a artistas de más de 10 países y a una amplia representación de los creadores cubanos, que mostraron el empuje de las artes plásticas en la Isla. No hubo provocaciones como el millonario plátano de la feria Art Basel en Miami –un hecho con una explicación plausible y con suficientes precedentes en la historia del arte–, pero sí se exhibieron muestras con un alto valor simbólico que trazaron diferentes rutas sobre el acontecer artístico, político y social del país, y perfilaron las distintas maneras en que se concibe el arte contemporáneo.
Por otro lado, permaneció en los trasfondos culturales de la nación un debate sobre la validación o no del arte independiente, una expresión sobre la que se requiere un mayor diálogo y comprensión. Se trata de una escena que ha crecido en magnitud en el tiempo y que atrae incluso a los actores más establecidos dentro del mundo de las artes plásticas en Cuba.