Octavio Rodríguez, uno de los grandes humoristas de Cuba, falleció este lunes en La Habana. Quizá su nombre no sea reconocido por todos sus seguidores, pero si se acompaña del “Churrisco” que inmortalizó en más de 40 años de vida artística, entonces su sola mención es digna de reverencia.
Merecedor del Premio Nacional del Humor en 2018, defendió siempre el arte inteligente, el que apunta al pensamiento y no a la risa fácil. “El humor es muy importante, es la sal de la vida, pero esa sal tiene que ser yodada. Debe exigirse calidad y estilo”, dijo a OnCuba en una entrevista en 2017.
Churrisco no puso límites a su carrera. Trabajó en el teatro, la televisión, el cine y la radio, muchas veces no solo como actor sino también como guionista, y fue, además, formador de muchos humoristas y actores jóvenes para los que constituyó un paradigma.
“Es una pérdida inmensa para el humor y la cultura cubana –declaró a OnCuba Luis Enrique “Kike” Quiñones, director del Centro Promotor del Humor (CPH)–. Su trabajo era una verdadera escuela para quienes tuvimos la suerte de compartir y aprender de él.”
Por su parte, el humorista Iván Camejo –radicado en Estados Unidos y quien fuera el anterior director del CPH– al conocer la noticia escribió en su perfil de Facebook: “Se nos ha ido un padre del humor cubano, un excelente amigo, que con su ejemplo y amistad ayudó a formar a muchos de los humoristas cubanos de hoy.”
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Los monólogos y estampas de Churrisco eran una crónica de la sociedad cubana y, a la vez, un retrato del carácter y los valores humanos, siempre desde el agudo prisma del humor.
“Mientras más nacional seas, más internacional serás”, aseguró a nuestro medio dos años atrás.
Nacido en La Habana en 1947, estudió Traducción e Interpretación de Lengua Rusa en Moscú y fue profesor de la Universidad de La Habana por más de una década, pero trascendería en el humor con el nombre de un personaje creado en los años 80 por el grupo Nos-y-Otros: Armando Churrisco.
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Sobrino del gran Leopoldo Fernández, creador e intérprete del personaje de Tres Patines del programa radial La tremenda corte, la herencia artística de la familia terminaría por imponerse.
El tiempo le dejaría solo el “Churrisco” con el que mereció aplausos dentro y fuera de Cuba, gracias a la seriedad y profesionalidad de su trabajo.
“La palabra humorista surgió para dignificar un poco la profesión, pero en realidad somos actores cómicos que debemos poseer una cultura que respalde nuestro trabajo”, aseguró a OnCuba.
Poco después de recibir el Premio Nacional junto al humorista gráfico Pedro Méndez, Churrisco enfermó y no pudo regresar a los escenarios. Su muerte priva a Cuba de uno de los más respetados y valiosos artistas del humor y de la escena cubana en general, un hombre para el que hacer reír nunca estuvo divorciado de hacer pensar.