A esta altura del año calles y plazas de muchos países estarían abarrotadas de personas cubiertas de glitter, disfrazadas de los más extravagantes personajes, bailando, cantando y festejando a plenitud porque febrero ¡es tiempo de carnaval!
Pero la aciaga realidad es que, para preservarnos de la COVID-19, el mundo entero ha decidido cancelar estas fiestas.
Resulta desolador pensar en lo vacías que deben estar en este momento las calles de Río de Janeiro, en Brasil, escenario desde el siglo XIX del carnaval más famoso y multitudinario del mundo.
Del mismo modo entristece pensar en lo apagada que debe estar Venecia, donde el jubileo carnavalesco luce el glamour de trajes y máscaras a la usanza del siglo XVII.
O en la tristeza sobrecogedora en Oruro, Bolivia, ante la imposibilidad de disfrutar de los bailes y los coloridos trajes de las comparsas de su carnaval, que es Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
Puede resultar dantesco el silencio de los tambores a ritmo de candombe o el canto de las murgas en el carnaval de Uruguay, el más largo del planeta, que se extiende durante cincuenta días.
El carnaval como tipo de fiesta data de hace cinco mil años. Tiene sus raíces en antiguos cultos paganos donde se burlaban los cánones morales y las “buenas formas” para dar paso al jolgorio colectivo.
Las primeras huellas de estas fiestas pueden localizarse en la civilización sumeria, en la parte sur de la antigua Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Éufrates. Las celebraciones en el imperio romano también fueron un precedente importante, específicamente aquellas juergas organizadas en honor a Baco, el dios romano del vino, el festín y el caos.
Fue, no obstante, en la Edad Media, una época en la que la Iglesia Católica marcó por encima de otros credos los destinos de la sociedad, que el carnaval se expandió por Europa. Luego, en el siglo XV, llegó a América junto a los conquistadores.
Desde esa época hasta hoy el carnaval está asociado a la cuaresma católica (su fecha de celebración cambia cada año en función del calendario litúrgico). En ese período de cuarenta días, que va desde el miércoles de ceniza hasta la víspera del domingo de resurrección de Jesucristo (la principal celebración del cristianismo), las fiestas ocurren. Por eso de febrero hasta marzo se organizan estos multitudinarios y tradicionales festejos en regiones donde se profesa mayoritariamente la religión católica.
No obstante, algunos países adoptaron otros marcadores temporales para celebrar el carnaval, como es el caso de Cuba. En la Isla, con una centenaria tradición carnavalesca, las festividades han sido acomodadas en los meses de julio y agosto, en pleno verano tropical.
Otra modificación que adoptó el carnaval a partir de su expansión por el mundo fue que se incorporaron a las fiestas elementos identitarios de cada lugar. Sin embargo, aun con las diferencias de cada local, las fiestas han mantenido esa expresión de libertad y desenfreno existencial y colectivo que les dio origen.
“El Carnaval es una fiesta que, a decir verdad, nadie le ha otorgado al pueblo, sino que el pueblo se dio a sí mismo”, escribió el poeta, novelista y dramaturgo alemán Johann Wolfgang von Goethe, destacado representante del romanticismo, en su libro Viaje a Italia, después de haber vivido y disfrutado en primera persona del carnaval de Roma, en 1878.
Aunque en los pocos meses de 2021 ya desandamos un triste pasar y, ante tanto dolor provocado por la pandemia de la COVID-19, la noticia de la suspensión de los carnavales en países que lo celebran es un mal menor. No hay que entristecerse. En lo que esta pesadilla pasa bailemos al compás de la gran Celia Cruz: “Todo aquel que piense que esto nunca va a cambiar /tiene que saber que no es así. /Que al mal tiempo, buena cara, y todo cambia./ Ay, no hay que llorar (no hay que llorar). /Que la vida es un carnaval.”
La vida es un carnaval…
El carnaval de Uruguay es patrimonio pero de abusos a menores! y trata de personas y venta de drogas y armas y mucho mas! busquen varones carnaval en Google y @varonescarnaval en Instagram y vean la verdad!
es una vergüenza que se comparen con ese pais donde todo lo que se publica de bueno es la mentira mas grande del mundo, pregunten a los cubanos que van a Uruguay como les va? ni uno a podido enviar ayuda a su gente en Cuba, abran los ojos y que no los engañen los uruguayos.