Adrián Lamela Aragonés (La Habana, 1984) es graduado en Derecho (2007) por la Universidad de La Habana. En 2015 se vincula a la Escuela de Fotografía Creativa de La Habana, prestigiosa institución fundada en 2011 por el fotógrafo cubano Tomás Inda Barrera, donde de estudiante pasa a impartir él mismo cursos y talleres (2021-2022).

Justo en 2022 se incorpora a la Universidad de las Artes para cursar la licenciatura en Artes Visuales, estudios que culmina exitosamente. Su trabajo de graduación fue la instalación La misión infinita, que forma parte de exposición múltiple Bajo mina, desde mayo y hasta julio a disposición del público en el Centro Wifredo Lam. La misión… se propone fijar el devenir de una familia cubana —la suya—, y las diversas “misiones” que sus miembros tuvieron que cumplir, lo cual va desde la participación en guerras en el continente africano hasta las tareas domésticas y el estudio de los más jóvenes. Es una obra basada sobre los recuerdos, la nostalgia y la interpretación personal de la realidad histórica a nivel íntimo.

De niño, Adrián fue acogido por su abuela en el pueblo minero de Matahambre, experiencia que, con sus luces y sus sombras, contribuyó a formar el ser humano que hoy es. Muchos años después, el fotógrafo vuelve a ese territorio, otrora enclave de uno de los más importantes yacimiento de cobre del país, y encuentra ruinas donde hubo febril actividad, esplendor. Igual se maravilla ante las imponentes maquinarias, hoy abandonadas, labradas por la herrumbre, e intenta hallar en ellas, más que deshechos, fascinantes y monumentales piezas escultóricas impregnadas de un pasado que hay que rescatar. De ahí surge la colección Del cobre al oro, que parcialmente hoy presentamos a nuestros lectores. Es Adrián quien nos habla de sus propósitos:
Del cobre al oro
“Se trata de un ensayo fotográfico compuesto por 23 imágenes tomadas en Minas de Matahambre, provincia de Pinar del Río, Cuba. Si bien los mineros de ahora ya no basan la producción de riquezas en la explotación del cobre, con estas ruinas, y acudiendo a un refrán popular, ‘lo que tienen en sus manos es oro’. Muchos de los propios pobladores no se percatan del valor de este legado histórico y visual.
“Sin embargo, la revalorización cultural de estas estructuras podría devolver el orgullo al minero y el esplendor económico que alguna vez tuvo el municipio. A través de mi trabajo, que captura y expone la grandeza de las antiguas estructuras mineras, y cuyo tratamiento en blanco y negro con pinceladas de color que transitan por la imagen de manera difusa, me propongo contribuir a ello.

“Con estas fotografías expandidas y conectadas al sitio específico en que son emplazadas, pretendo llamar la atención sobre una belleza intrínseca en su aspecto abandonado, busco sensibilizar a los propios pobladores y a otros que, deslumbrados con esta riqueza visual, se identifiquen con la importancia de preservar y valorizar este legado único, invitando a reflexionar sobre su pasado, su presente y, sobre todo, actuar a favor de su proyección futura”.