Varios días después de la noticia del Nobel de Literatura para Bob Dylan –seguida por el silencio del propio premiado y la imposibilidad de la Academia Sueca para dar con él–, esta conversación me tomó por sorpresa en la parada:
– ¿Viste? –le decía un muchacho con pinta de universitario a otro–, le dieron a Bob Dylan el Nobel de Literatura.
– ¿A quién? –le preguntó el otro quitándose los audífonos.
– A Dylan, el músico americano.
– No entiendo. ¿Si el hombre es músico por qué le dieron el Nobel de Literatura?
– Ah, no sé, será porque también escribe.
– ¿Tú estás seguro? ¿No sería el Nobel de la Música? –le preguntó por un lauro que no existe.
– No, chico, no. Lo leí en Facebook. Fue el de Literatura. Si hasta había una pila de comentarios por eso.
– Ven acá, ¿y tú has leído algo de él?
– Yo, na. Pero me pongo a buscar en Internet. Digo, si le dieron el Nobel por algo será, ¿no?
– Si encuentras algo me avisas, a ver si ponemos una con la profe de Literatura.
– A lo mejor lo que hago es conseguir un tema pa´ oírlo. Creo que dijeron que el premio también era por la letra de sus canciones. Aparte, siempre va a ser más fácil oír una canción que leerme un libro del tipo. Seguro que son gordos así.
– Sí, claro. ¿Y de qué va su onda?
– Creo que es como la trova, pero en inglés.
– Ño… ¿y tú estás tan escapa’o así en inglés?
– Más o menos…
– Ya, sirvió entonces. No me dejes fuera de esa jugada, fíjate –y volvió a ponerse los audífonos, mientras comenzaba a mover la cabeza al ritmo del reguetón que se filtraba.
Y en eso llegó la guagua y nos montamos, todos tan felices.
Por mucho que me guste Bob Dylan, esto de darle el Novel de Literatura, me parece un disparate.
Muy bien dado el premio si en lugar de músico el hombre hubiera escrito sus canciones y las hubiera publicado en formato de libro nadie discutiría.
Devastador.