La escasez de largometrajes de ficción producidos por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfico (Icaic) el pasado año, tiene en la película cubana Buscando a Casal un respaldo para aliviar la relativa ausencia de cine cubano en las salas del país este 2020.
El filme se adentra en la vida del poeta cubano Julián del Casal, uno de los máximos exponentes del modernismo en la literatura hispana en el siglo XIX a pesar de su corta edad (apenas 29 años), debido a una repentina muerte, consecuencia de una hemorragia cerebral por la rotura de un aneurisma, provocado por un ataque de risa, aunque son varias las teorías que rondan la verdadera causa del fallecimiento del escritor.
El director de filme Jorge Luis Sánchez (El Benny, Irremediablemente juntos, Cuba Libre), se adentra en la vida del joven poeta y periodista a través de pasajes relacionados con su obra poética, su labor como periodista, así como sus relaciones amorosas, profesionales y el vínculo con amistades.
Lo más llamativo de la cinta de Sánchez es la intención del realizador de indagar y tratar de mostrar la mente e imaginario de Casal, un hombre atormentado, incomprendido para su época, un visionario e irreverente intelectual, según la mirada del director, quien afirma haber estudiado a fondo todo lo concerniente a la vida y obra del protagonista del filme.
Tres décadas atrás Sánchez tuvo un primer acercamiento al intelectual habanero con el documental ¿Dónde está Casal?, motivo de inspiración para escribir el guión El frío en el disco de la luna, mención entre los mejores guiones durante el XXI Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en 1999.
Esta “obsesión” de Sánchez lo condujo a presentar de manera poco común está especie de biografía, donde resultan fundamental la dirección de arte y el diseño de producción para recrear el mundo donde se desenvolvía el poeta, al menos el que creía real.
El trabajo escenográfico de conjunto con el apartado de vestuario y maquillaje, también son vitales en la puesta en escena audiovisual, donde el trabajo de fotografía logra englobar estos elementos para argumentar un discurso visual poco visto en la cinematografía cubana.
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La película, filmada totalmente en los Estudios Cubanacán del Icaic, conjuga elementos de ficción con anécdotas, pasajes reales e historias alrededor de los últimos años de vida de Casal, quien se mantuvo casi siempre rodeado de amistades, elemento fundamental en la trama.
El actor Yasmany Guerrero asume el rol protagónico de manera eficaz, transitando por las diferentes etapas de la vida del joven intelectual, quien se muestra como un enajenado de la realidad, tratando de manejar su ego y talento entre la sociedad habanera, tan convulsa como la psiquis del personaje principal, la cual se va revelando con el transcurso de la película.
La dirección de actores es otro punto a destacar en esta producción, donde jóvenes intérpretes se encargan de sostener casi todo el peso de la trama, algunos mejores que otros en sus respectivos personajes: Marlon López, Malú Tarrau, Enmanuel Galbán, Armando Miguel, junto a los más experimentados Yadier Fernández y Blanca Rosa Blanco, entre otros, conforman un reparto que acompaña a Guerrero en la difícil tarea de dar vida al atormentado escritor.
Conflictos amorosos, cuestiones profesionales y la situación que circunda buena parte de la historia: la cercanía de un nuevo período de guerra, moldean el relato durante dos horas, donde Sánchez va dejando pistas sobre la vida y la obra de Casal, un casi desconocido para muchos en la isla.
Precisamente será este uno de los objetivos fundamentales del realizador: que el público no se conforme con la película y salga a buscar a Casal en sus poemas y artículos periodísticos, en la obra de contemporáneos, archivos históricos, documentales y textos de la época, ninguna fuente de información debe desestimarse.
Sánchez no muestra todo lo que pudiera conocer del poeta, incluso mezcla en el guión elementos surrealistas con sucesos reales de tal manera que llega por momentos a confundir al espectador, a través de juegos visuales y mentales, algunos implícitos y otros más evidentes, un factor que bien pudiera desalentar a un público no adaptado a este cine poco convencional, que roza con el conocido cine de autor.
Este elemento resulta vital en la concepción del material audiovisual y su posterior comprensión. Si entendemos que Sánchez tuvo como objetivo mostrar al público de forma perspicaz lo que sucedía en la mente de Julián del Casal, debió considerar que se trata de una figura de la cual poco se conoce más allá de su poesía, por lo tanto al espectador promedio se le dificulta la comprensión del filme, que parece un sinsentido de elementos puestos al azar mientras se intenta narrar la vida del intelectual.
Por otra parte, es válido señalar que las piezas del rompecabezas están expuestas a lo largo del largometraje, aunque pudiera parecer por instantes que ciertos elementos se muestran de forma incoherente en el guion, éstas acciones van tomando forma a medida que avanza la trama.
El rescate de la impronta de este importante representante de las letras de habla hispana va más allá de la presentación en la gran pantalla, para lo cual el equipo de trabajo de la película ha desplegado una serie de actividades colaterales a la premiere del filme.
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Visitar la tumba del poeta en el Cementerio de Colón por parte del elenco junto a otras personalidades de la cultura y estudiantes preuniversitarios, así como una exposición con objetos, storyboards y bocetos del vestuario utilizado en la filmación, todo ubicado en el lobby del cine Charles Chaplin, son algunas de las iniciativas que se realizan por estos días a propósito del estreno nacional de la película.
Propuestas como las anteriores pudieran multiplicarse, según el impacto que presente Buscando a Casal durante su exhibición, todo está en si la sociedad habanera decide abrazar o abandonar al poeta, dicotomía que persiste al igual que en el pasado y parece perseguir al poeta.