El 2022 ya vive sus primeras jornadas luego de un 2021 en extremo difícil en todo el mundo y, en particular, en Cuba. El nuevo año da sus primeros pasos en la Isla en medio de un halo de incertidumbre, luego de 12 meses marcados por la COVID-19, la crisis económica, el aumento de la migración ilegal y un creciente malestar social que derivó en las mayores protestas antigubernamentales en décadas, entre otros temas.
Todo lo anterior condicionará de seguro el escenario cubano en el período que se inicia. Aun con los buenos deseos de la mayoría, las optimistas previsiones del gobierno y hasta las interpretaciones más favorables de la Letra del Año, el 2022 carga con un pesado fardo de dificultades, carencias y restricciones atizadas por el reciente impacto de la pandemia, el embargo de Estados Unidos y unas reformas económicas que no consiguen ―al menos todavía― el despegue esperado por las autoridades y la población en general.
Por ello, incluso con buenas noticias como el significativo avance de la vacunación anticovid, el incipiente despertar del turismo y la aprobación de más de un millar de Mipymes en los últimos meses de 2021, parece sensato no abonar falsas expectativas y evitar discursos triunfalistas que suelen ser tan dañinos como los más catastrofistas y negativos. El contexto cubano actual invita a la mesura y al discernimiento, al análisis más objetivo posible para examinar sus complejidades y perspectivas de cara al año que recién comienza y, también, un poco más allá.
De momento, y aun cuando el futuro resulta siempre veleidoso e imprevisible, no parece necesario escudriñar el porvenir en una bola de cristal para pronosticar algunos temas que deben ser protagonistas del acontecer cubano en 2022. No hablamos de hechos fortuitos ni acontecimientos repentinos ―que igual podrían ocurrir―, sino de aspectos ya anclados en la realidad de la Isla, cuyo alcance y ramificaciones deben signar el año, para bien o para mal, como elementos ineludibles en la Cuba de hoy. Estos son, a juicio de OnCuba, cinco temas de la Isla que darán que hablar en los próximos meses.
1. La situación epidemiológica por la pandemia
Luego de dos años marcando el devenir nacional ―tanto con sus nefastas consecuencias de enfermedad, muerte y restricciones, como con la sacrificada labor de quienes le han hecho frente y la masiva campaña de inmunización―, la pandemia de coronavirus seguirá dejando su huella en Cuba en 2022. ¿Cuánto y cómo? Pues ello dependerá de cómo el país ―con sus autoridades, científicos, profesionales de la salud y población en general― sea capaz de manejar el escenario epidemiológico, y no solo el interno sino también el internacional, que repercute igualmente en la situación de la Isla.
De momento, luego de una sostenida y notable mejoría en los meses finales de 2021, el nuevo año ha comenzado con un repunte de los contagios, que ha llevado a superar nuevamente los 1.000 casos diarios y los 3.000 activos, y a tomar medidas para intentar frenar este peligroso ascenso, que recuerda el rebrote iniciado 12 meses atrás. La ventaja ahora es que más del 85 % de los cubanos ha recibido la pauta completa de vacunación y ya se han administrado más de 2 millones de dosis de refuerzo, si bien la detección de la muy contagiosa variante Ómicron en casi todas las provincias obliga a no bajar la guardia para evitar otro pico pandémico como el sufrido el año anterior.
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2. La economía
Es un tema fundamental, tanto para las menguadas arcas estatales como para los bolsillos y las mesas de los cubanos, que han acusado el durísimo golpe de una crisis profundizada por la pandemia, las sanciones estadounidenses y las dificultades e ineficiencias internas. La carencia de productos básicos, el aumento desmedido de los precios y la inflación, y trabas y distorsiones en las reformas gubernamentales, son algunos de los problemas heredados del año anterior, cuando el PIB quedó por debajo de lo esperado y el ordenamiento monetario tampoco rindió los resultados previstos.
Ante este complejo panorama, aderezado también por la escasez de divisas y una elevada deuda internacional, el control de la COVID-19 en la Isla resulta clave para alcanzar la añorada reactivación económica, así como impulsar la producción de alimentos, el turismo, la industria biofarmacéutica y otros sectores prioritarios para el país. También, lo es potenciar aún más la autonomía y la eficiencia de la empresa estatal y el papel del sector privado y cooperativo, y corregir los errores y obstáculos que persisten en las políticas económicas del gobierno. Claro, decirlo es fácil; lo difícil es llevarlo a la práctica con éxito, y el 2022, año en el que las autoridades prevén un crecimiento de un 4 %, será un perentorio polígono de pruebas en esta dirección.
3. El reconocimiento por la OMS de las vacunas cubanas
El 2022 pudiera traer el esperado reconocimiento por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de las vacunas anticovid cubanas, las primeras creadas y producidas en América Latina y que han sido el soporte de la amplia y exitosa campaña de inmunización llevada a cabo en la Isla. Aunque los contactos entre ambas partes se iniciaron desde hace meses, el proceso se encuentra aún en su estadio inicial y, según reportó días atrás la agencia EFE, la OMS está actualmente “esperando información sobre la estrategia y el cronograma de envío” de documentación por parte de Cuba.
Las autoridades cubanas, por su parte, han reiterado su interés en que los fármacos logren el respaldo del organismo internacional, con el que aseguran mantener un “intercambio fluido”, y han dicho que, tras la apertura de una moderna planta de producción en el Mariel, se encuentran “adaptando” los documentos necesarios y que el avance de este proceso depende de la propia Isla. Mientras, los inmunógenos cubanos han recibido ya la aprobación en varios países, en medio de polémicas, alabanzas y críticas ―en muchos casos motivadas por enfoques políticos―, pero el aval de la OMS sería, sin dudas, un espaldarazo para un mayor reconocimiento y comercialización.
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4. El Código de las Familias
La Asamblea Nacional cubana debe validar una veintena de leyes en 2022, según el cronograma legislativo actualizado en sus sesiones conclusivas del año pasado. Algunas de estas normas son, a todas luces, tan importantes en el entramado legal y socioeconómico cubano como el Código Penal, la Ley Tributaria, la Ley de Empresas, la Ley de la Vivienda, la Ley de Salud Pública y la Ley de Atención a la Población, pero ninguna ha generado el interés y las expectativas del nuevo Código de las Familias que, por demás, será la única en ser llevada a referendo para su aprobación definitiva.
Luego de la redacción de 23 versiones y la realización de consultas a expertos y organizaciones, el proyecto fue finalmente respaldado por la Asamblea, y será llevado a consulta popular entre los meses de febrero y abril, para su reelaboración final como paso previo al referendo. Defendido por las autoridades y los medios oficiales por su carácter moderno, inclusivo y plural, el Código contiene más de 450 artículos y ha sido centro de controversias por abrir la puerta al matrimonio igualitario ―con las iglesias evangélicas y la comunidad LGTBIQ+ como polos del debate―, si bien va mucho más allá para abordar otros aspectos relevantes relacionados con los distintos tipos de familia, el bienestar de los niños, los abuelos, las personas vulnerables, la adopción, las uniones de hecho, la violencia familiar y la resolución de conflictos, entre otros temas.
5. La articulación de la sociedad civil
La sociedad civil cubana, y en particular la articulada al margen del gobierno, ha ganado mayor visibilidad y protagonismo en los últimos años y el 2022 pudiera marcar un nuevo capítulo en su empoderamiento y aporte a la vida nacional. Causas como la lucha contra la violencia de género, contra la discriminación por la orientación sexual y el color de la piel, a favor del bienestar animal y el apoyo a las personas afectadas por fenómenos naturales y la COVID-19, han sido estandartes de una articulación que ganó tintes más políticos el pasado año con las protestas y convocatorias contra el gobierno.
Con las redes sociales como importante espacio asociativo y de comunicación ―aun con los riesgos, suspicacias y polémicas que las redes generan―, estos y otros movimientos deben mantener su creciente activismo en una nación cada vez más conectada y con una temperatura social condicionada por la pandemia, la crisis económica y el manejo de las autoridades de esa propia temperatura ―expresado en hechos como los juicios a los manifestantes de las protestas de julio y las acciones en comunidades vulnerables― y los acuciantes problemas que enfrenta el país. Además, deberá lidiar con la sombra del apoyo externo, sobre todo desde EE.UU., enfatizada por el discurso oficial, y con los obstáculos internos para su labor.